sábado, 27 de agosto de 2016


      2  Afganistán      
     Serie Naciones y Estados
                                            EL MUNDO:

    Geografía, Historia y Algo Más
                                                              
     Capítulo 6                       Afganistán (Parte 2)

Danilo Antón

Una antiquísima cultura

Los pueblos afganos poseen una antiquísima cultura agrícola de irrigación basada en el sistema de los karez, que consisten en redes de galerías subterráneas que recogen el agua del subsuelo al pie de las colinas y lo transportan a los campos y aldeas. El agua es extraída de los túneles por medio de pozos verticales excavados que los comunican con la superficie.
Recuerdo que hace más de 20 años, cuando trabajábamos en el Hejaz de Arabia con mi viejo amigo inglés, el hidrogeólogo David Charlesworth, tratando de diseñar sistemas de abastecimiento e irrigación en los valles áridos del oeste de Arabia Saudita, él me comentó acerca de la eficacia que tenían ciertos sistemas de recolección hídrica en los desiertos montañosos de Afganistán y países vecinos, que, en su opinión, podían utilizarse en la zona que estábamos estudiando. En varias otras oportunidades, durante el desarrollo de proyectos en el Medio Oriente y Asia en los que tuve oportunidad de participar, reapareció esta tradición de aprovechamiento hídrico, cuyas ventajas parecían evidentes en zonas áridas.
A pesar de la importancia que los karez tienen en la región afgana, la potencialidad para su uso en otras partes, y su estratégico valor militar, este sistema original de irrigación ha pasado prácticamente desapercibido en el mundo occidental, tanto a nivel periodístico como técnico-académico.
En la actualidad, cuando estos países asiáticos, y en particular Afganistán, están en la primera plana de los periódicos y canales de televisión, repasando los relatos periodísticos que se hacen, no se encuentran descripciones de estos sistemas ingeniosos e imaginativos que han permitido a los afganos la sobrevivencia en un medio aparentemente inhóspito. Seguramente comenzarán a ser mencionados cuando se constate su posible o efectiva utilización con fines bélicos.
Además de su agricultura de riego sofisticada, los afganos son pastores de ovejas de lanas finas y eximios artesanos fabricantes de telas y alfombras de alto valor agregado. A pesar de las carencias de recursos, en los períodos de paz, estos pueblos asiáticos lograron desarrollar una existencia relativamente próspera en términos de vivienda, alimentación y vestimenta, manteniéndose durante largos períodos ajenos a los vaivenes de los circuitos financieros internacionales.
Las comunidades afganas poseen una fuerte cultura tradicional que ha resistido sistemáticamente los intentos de transformación provenientes del exterior. Ello ha determinado el desarrollo de mecanismos de cierre social que procuran disminuir a un mínimo los contactos que se consideran riesgosos. Una larga experiencia histórica les enseñó que los extranjeros son peligrosos, que llegan armados y que no vacilan en imponerse por la fuerza.
Tantos siglos de invasiones generaron una cultura de violencia que todavía subsiste. Las qabilas (comunidades locales) pueden enfrentarse agresivamente por el control de los recursos locales o comerciales, o por acciones de otros grupos que son interpretados como ofensas. Sin embargo, esas mismas qabilas son capaces de unirse, en los momentos de peligro, frente a los enemigos comunes.
Desde tiempos inmemoriales, los hombres andan armados y no vacilan en usar sus armas cuando lo consideran necesario.
Al mismo tiempo se desarrolló un “codigo de honor” (que los baluchis llaman mayar o nang) que castiga a quienes se desvían de las normas tradicionales o colaboran con el extranjero.
En este marco se hace muy difícil para cualquier fuerza invasora el control duradero del país. Los colaboracionistas son aislados por la sociedad, e incluso eliminados físicamente en la primera oportunidad que se presenta.
La inexistencia de un estado fuerte dificulta aún más la tarea. Los afganos no son individuos obedientes de la autoridad política.
Sólo es posible controlar la multiplicidad de grupos a través de un liderazgo religioso o moral respetable y respetado. Es por eso que el rol de los “mula” (clérigos) reviste una gran trascendencia, y es a través de ello que es posible explicar la ascendencia de los líderes talibanes que les permitió finalmente controlar el país.
Otras formas de ocupación o búsqueda de control, parecen estar destinadas al fracaso.

Las invasiones antiguas: griegos, mongoles y turcos

Ya en el siglo IV a.e.c. Alejandro Magno de Macedonia intentó apoderarse de los Valles de Kabul y Kandahar.
Luego de una larguísima expedición que se había iniciado en Macedonia y que había incluido la derrota y conquista del poderoso imperio persa, Alejandro y sus tropas entraron al valle del río Kabul en el año 329 a.e.c., lograron vencer cruelmente la resistencia local, y continuaron hacia el este del actual sitio de Kabul en donde fundaron una ciudad de duración efímera. Se detuvieron poco tiempo y continuaron su marcha hacia la India y Asia Central.
La campaña continuó por la Bactriana (país ubicado al norte de las montañas del Hindu Kush, que hoy constituye el norte de Afganistán) hasta Samarcanda (antiguamente llamada Maracanda) y las montañas de Paraetacene (moderno Tayikistán). Luego, Alejandro regresó al río Indus donde construyó una flota con la que bajo el río hasta su desembocadura en el Océano Indico (cerca de la actual ciudad de Karachi).
Parte de sus tropas volvieron a Kabul vía el Paso Khybar (que comunica actualmente Kabul con Pakistán), y otra parte se fue hacia el valle Helmand por el rumbo de las actuales ciudades de Quetta y Kandahar. Sus intentos de conquistar Baluchistán (entonces llamado Gedrosia) y las zonas quebradas de Afganistán fueron desastrosos. La sed y el hambre, así como las hostilidades de los pueblos de la montaña, provocaron una cuantiosa mortandad que redujo considerablemente su ejército.
Las crecientes dificultades de la campaña, agudizadas luego de su intento fallido de apoderarse de las tierras afganas, se fueron intensificando. Aumentó el descontento entre sus hombres y finalmente Alejandro resolvió retornar a Persia, y de allí a Babilonia donde murió a la edad de 33 años.
Este antiguo intento de invasión de una potencia imperial lejana a las tierras de Afganistán debe ser considerado como un lejano antecedente de una historia que se ha caracterizado por sucesivas invasiones infructuosas y una encarnizada resistencia de los pueblos montañeses en donde siempre, de una manera u otra, los afganos lograron preservar su independencia.
Quince siglos más tarde (en el año 1220 de la era común) Afganistán sufrió la invasión de las huestes de Gengis Khan. Cerca de Kabul las fuerzas mongolas comandadas por Kutikonian fueron derrotadas por Jalal Ad-Din Munkabirnii con la ayuda de los pueblos montañeses afganos. Más tarde, para vengarse de las derrotas experimentadas en Afganistán, Gengis Khan recorrió los valles y ciudades del país destruyendo todo a su paso antes de retirarse del país. Poco tiempo después, en 1227, moría Gengis Khan y su imperio occidental se deshacía en pedazos.
El dominio mongol sobre el país afgano fue efímero (duró apenas cinco años). Luego de la muerte del gran Khan el poder político se dividió en una multitud de señoríos independientes que duraron hasta el fin del siglo XIV en que el país fue invadido por las huestes turcas de Timur (Tamerlán). quienes conquistaron gran parte del territorio repitiendo los saqueos y masacres de Gengis aunque en menor escala.
Timur, quien era un sucesor turco de las dinastías mongolas de Asia Central había nacido (1336) en un oasis ubicado entre Samarcanda y la cordillera del Hindu Kush, y gradualmente logró construir un gran imperio al estilo Gengis Khan que se extendió desde China al Mediterráneo. Afganistán cayó bajo su control tempranamente, y la ciudad de Herat al oeste del país se transformó en capital de sus sucesores.
El dominio timúrido de los turcos sobre Afganistán fue posible por la cercanía cultural y geográfica de ambos pueblos. Durante varias décadas turcos y afganos convivieron pacíficamente. Fue en esta época que se produciría la ocupación turca de las regiones norte del país que todavía dura. En gran medida, la razón de ser de la Alianza del Norte es la importante presencia de etnias de origen turco en esa zona (uzbekos y tayikos).


iJalal Ad-Din Munkabirni era hijo de Ala ad-Din Mohammed, el Shah de Khiva que había reinado sobre un reino que se extendió en su apogeo desde el Turquestán Chino hasta la frontera de Iraq.   

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