Como llegó la vida a nuestro mundo
Antes que cayera a gran velocidad en el vientre acuoso de aquel mundo azul, ella había pasado mucho tiempo dormida en el hielo, protegida por una masiva envoltura gris de roca y polvo.
Es
difícil saber cuanto tiempo transcurrió desde que dejó su otro
mundo, al otro lado de estos universos estelares y gaseosos. La
conciencia del tiempo requiere una complejidad especial que, por lo
menos dentro de esta protuberancia sideral en que ella viajaba, aún
no existía.
En
su lugar de origen había otros seres iguales a ella, espirales
alargadas de vida nutridas por océanos y lagos diferentes, muy
antiguos, muy lejanos.
Tal
vez no llegó sola, probablemente venían con ella cientos, miles,
millones de hermanas igualmente encerradas en sus costras heladas.
En
su alargado cuerpo traía toda la información necesaria para
reconstruirse entera, para navegar, para crear hijas nuevas
replicadas a partir de los códigos viejos.
Cuando
cesó la lluvia de partículas y rocas sobre las olas rugientes del
gran mar, casi solitario, ella sintió resquebrajarse la costra y
fundirse el hielo.
De
a poco su roca-útero se fue achicando, hasta que pudo derivar,
moverse en este mundo azul desconocido pero que parecía tan
hospitalario como el propio.
Sus
hermanas también habían caido allí, antes o después y estaban
uscando sin pris, los calores, las luces, los alimentos necesarios.
Al cabo de mucho tiempo, ellas, las pequeñísimas serpientes
celestiales, se habían extendido a todas las aguas del planeta, a
los océanos, a las nubes, a los ríos y lagos, y al rocío. Hasta
las venas líquidas en lo más profundo dela tierra pasaron a estar
pobladas por una muchedumbre de seresminúsculos. Madres e hijas,
innumerables, reproduciendo los registros antiquísimos en las nuevas
aguas terrenales, para crear otra esfera de vida en el espacio.
Ellas
traían una capacidad principal en sus larguísimas y enroscadas
espirales, la del aprendizaje.
Podían
reproducirse en millones de copias casi idénticas y tan sólo
trasmitir hacia el futuro aquellos rasgos más resistentes, más
eficientes, más benéficos.2
Así
lograron aprovechar la energía de la estrella del sistema para
construir sus propios cuerpos y a utilizar los gases del aire como la
base de su materia viva.
Muchas
de ellas se unieron para mejorar su adaptación al medio. Formaron
numerosas asociaciones en las que cada una adoptó una función
determinada. Protegidas en la multitud lograban ayudarse mutuamente
en la difícil tarea de la supervivencia.
Cada
generación registró la experiencia del éxito y el fracaso. Los
códigos se enriquecieron en nueva información sobre el planeta azul
y así fueron aprendiendo y trasmitiendo lo aprendido.
De
a poco ocuparon todos los espacios líquidos del astro, desde las
altas nubes hasta las aguas calientes en las resquebrajaduras de las
rocas.
Y
el planeta comenzó a vivir de una manera diferente .
Parecían
tener una estrategia, y tal vez la tenían, incrustada en los
millones de antiguas instrucciones heredadas de otros mundos.
Cambiaron
los gases de la atmósfera, consumieron el compuesto ga abundante que
ellas mismas habían formado, mientras que las otras continuaban
construyendo sus organismos con la ayuda de la luz del sol o de otras
fuentes de energía provenientes de las profundidades.
Gracias
a estos cambios lograron conservar la temperatura de los aires y las
aguas relativamente estable.
Como
la estrella se calentaba gradualmente, crearon un sistema de
enfriamiento, que permitió refrescar la atmósfera, manteniendo el
ambiente dentro de los límites apropiados para la vida.
A
la vez desarrollaron nuevos sistemas para favorecer el aprendizaje y
mejorar las réplicas futuras. Algunas especies se dividieron en dos
grupos distintos, pero complementarios. Los individuos de un grupo se
unían a los del otro grupo para reproducirse en forma más variada.
Ya
no eran miles o millones de copias casi idénticas, sino
combinaciones múltiples entre las dos mitades complementarias.
Una
de estas mitades, la femenina se dedicó a gestar los huevos y
generar nuevas crías, y la otra, la contraparte masculina, a
cooperar de diversas formas para su formación y crecimiento.
Así
fueron surgiendo numerosísimas variantes.
Algunas
especies crecieron a tamaños gigantescos, asociaciones de billones
de espirales en sus envolturas acuosas, mientras que otras se
mantuvieron separadas, como en los viejos tiempos de la lluvia del
hielo.
La
mayoría de las asociaciones siguieron flotando o nadando en todos
los niveles de mares y lagos, unos grupos intentaron salirse del agua
y se arrastraron por la tierra seca llevando sus sacos líquidos a
cuestas.
También
se desarrollaron en los suelos enterrando raíces en la tierra para
absorber la humedad y elevando sus hojas hacia el cielo para obtener
la luz y el gas precioso del carbono.
De
esa forma se formaron complejas asociaciones en donde trillones de
minúsculas serpientes, se agrupaban, crecían y morían,
replicándose en número cada vez mayor. En cada nueva generación
aprendían muchas cosas, y las trasmitían a la siguiente.
Todo
el planeta estaba vivo, latía al compás de los nuevos
intentos y exploraciones, y así, de a poco, se fue organizando
su materia.
Del libro “Pueblos, Drogas y Serpientes” de Danilo Antón, Piriguazú Ediciones
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