Geografía del agua en el Uruguay: su función productiva, ambiental y sociali
Danilo Antón
El
Uruguay es un país dotado con abundantes recursos hídricos.
Estos
son ampliamente suficientes para satisfacer las necesidades de su
población relativamente poco numerosa (3.3 millones) y de las
actividades requeridas para la sustentabilidad económica, social y
ambiental de la nación.
Esta
situación privilegiada se debe a una pluviosidad relativamente
elevada (promedios de precipitaciones oscilan entre 1000 y 1500 mm.
por año, con fuerte tendencia al aumento), a la distribución
relativamente pareja de la misma a lo largo del año, a sus niveles
de humedad y evapo-transpiración moderados y a la existencia de un
relieve de tipo suavemente ondulado cubierto de pasturas en casi un
90% que en general permite un drenaje suave y gradual. Debido a
estas características, la red hidrográfica es moderadamente densa y
ello da lugar a un buen potencial de aprovechamiento de las aguas
superficiales en casi todo el territorio.
Existe
un caudaloso eje fluvial (el río Uruguay con un caudal de unos
5-6,000 m3/seg) así como zonas estuáricas de extensión regional
(el estuario platense, en gran medida con aguas dulces) que poseen un
enorme potencial (30,000 m3/seg) para satisfacer demandas
hídricas de gran volumen). A ello se agregan varias decenas de ríos
(una decena de cursos fluviales mayores con caudales de más de 100
m3/seg) y numerosos ríos menores y arroyos que drenan al
mar más del 30% de las aguas precipitadas.
En
los cuencas mayores existen grandes embalses con fines de producción
de energía (Salto Grande en el río Uruguay, Rincón del Bonete,
Baygorria y Palmar en el río Negro), para irrigación (India Muerta
en el arroyo del mismo nombre) y para abastecimiento (embalses en el
arroyo Cuñapirú, en Rivera, en el arroyo San Francisco, afluente
del río Santa Lucía, en Lavalleja, en Aguas Corrientes en el río
Santa Lucía, en Paso Severino sobre el río Santa Lucía Chico, en
el arroyo Canelón Grande en Canelones y otros).
Los
“tajamares” o “azudes” (pequeños embalses locales), que son
muy numerosos, cumplen un rol casi insustituible en muchos de los
establecimientos agrícolas y ganaderos y constituyen un recurso
invalorable para sostener la producción agropecuaria nacional.
Los
principales acuíferos del país están contenidos en formaciones
detríticas antiguas cuyos principales ejemplos son el Sistema
Acuífero Litoral (edad Cretácica Superior) que se extiende desde
Salto a Colonia y en el litoral entrerriano (área total 40,000 km2,
de los cuales unos 20,000 km2 en Uruguay) y el Sistema
Acuífero Guaraní (edad Triásica a Cretácica Inferior) con una
superficie de más de 1,000,000 km2, situado en el Norte
del país (más de 40,000 km2 en Uruguay), sur y
centro-sur de Brasil, este de Paraguay y región mesopotámica de la
Argentina.
Existen
además diversos acuíferos de menor dimensión, generalmente
contenidos en formaciones aluviales y costeras de alta productividad
potencial y volúmenes moderados, entre los cuales se destaca el
Sistema Raigón (Plio-Pleistoceno) al sur y centro-noreste del
departamento de San José (2,000 km2), y acuíferos
discontinuos en las regiones cristalinas y basálticas.
El
S.A. Litoral se utiliza para fines agropecuarios y de abastecimiento
de núcleos poblados a través de unos 300 pozos, sobre todo en
Paysandú y Río Negro. El Sistema Acuífero Guaraní es aprovechado
en los pozos termales de la zona termal salteña y sanducera (así
como en la banda occidental del río Uruguay en Argentina), como
fuente del suministro urbano en Rivera- Livramento y para el
abastecimiento agropecuario en Rivera y Tacuarembó (unos 200 pozos,
en general pequeños). Hay además unos 10,000 pozos extrayendo
aguas del acuífero sobre todo en Brasil y en menor grado en Paraguay
y Argentina).
El
Sistema Acuífero Raigón, de menores dimensiones que los anteriores,
ubicado en la cuenca lechera del Sur, se utiliza con fines
agropecuarios y de abastecimiento urbano local en el Departamento de
San José.
A
los recursos hídricos anteriormente expuestos se agregan las lagunas
naturales de agua dulce (p.ej. lagunas del Sauce en Maldonado y Negra
en Rocha), salobres, (laguna Castillos y Rocha en Rocha, laguna
Garzón en el límite entre Rocha y Maldonado, y José Ignacio en
Maldonado, y la extensísima laguna Merín con aguas ligeramente
salobres en la frontera oriental con el Brasil).
Desafortunadamente,
los importantes recursos hídricos existentes en el país no pueden
ser utilizados en forma óptima debido a que la población y las
actividades industriales están concentradas en áreas muy pequeñas.
El
área metropolitana de Montevideo y área de influencia con 1,700,000
habitantes, y que constituye casi el 60% de la población nacional,
depende exclusivamente de una sola cuenca (la del río Santa Lucía),
que se encuentra amenazada por niveles de contaminación
inaceptables, debido a la falta de controles, y a la existencia de
un punto de toma casi único (Aguas Corrientes). La vulnerabilidad de
esta situación, acentuada por el hecho de que no hay políticas
coherentes de defensa del recurso, pone al principal sistema de
abastecimiento hídrico del país en una posición de extremo riesgo.
Esta situación sería remediada agregando una toma de agua en la
costa del río de la Plata (probablemente al suroeste de San José,
sureste de Colonia, donde el agua es dulce todo el año).
Una
parte considerable del resto de la población está concentrada a lo
largo de la costa platense y atlántica, y a lo largo de la ribera
oriental del río Uruguay, agregando mayores elementos de presión
sobre los sistemas de abastecimiento y saneamiento. Debido a lo
anterior, muchos de los cursos de agua en estas áreas se encuentran
fuertemente contaminados aumentando los riesgos ambientales y
sanitarios.
Entre
los cursos de agua contaminados o amenazados de contaminación se
encuentran los arroyos Pantanoso, Miguelete, Carrasco, Las Piedras,
Canelón Grande y Pando, en el sur, y en menor grado los ríos Santa
Lucía, San José, Yí y Tacuarembó. El propio río Uruguay, a pesar
de su caudal, ha visto afectada seriamente la calidad de sus aguas
debido a los aportes provenientes de la cuenca alta, sobre todo del
territorio brasilero.
Parece
claro que el modelo de desarrollo del Uruguay, altamente
centralizador resulta insostenible desde el punto de vista de la
gestión hídrica. Los problemas de concentración urbana en una sola
urbe ha venido acentuándose con los años hasta llegar en la
actualidad a niveles francamente patológicos.
Hasta
ahora, a nivel legal, en el Uruguay, el agua constituye un recurso
público que es extraído, transportado, tratado, almacenado y
distribuido por el estado a través del ente público Obras
Sanitarias del Estado (OSE). Algunas excepciones a este régimen se
produjeron debido a la privatización de algunos servicios en
Maldonado (actualmente en proceso de re-nacionalización debido al
plebiscito de octubre del 2004). Hay además funcionando varias
organizaciones cooperativas y vecinales que suministran agua en
algunas áreas balnearias.
Hasta
el presente OSE ha cumplido sus funciones en forma moderadamente
aceptable, manteniéndose en el Uruguay uno de los niveles más
altos de cobertura de abastecimiento de agua potable y de saneamiento
de América Latina.
Si
bien OSE tiene problemas relacionados con las políticas
clientelistas de sus sucesivos directorios políticos, que generaron
una carga presupuestal innecesaria de funcionarios contratados a
menudo con propósitos exclusivamente partidarios, el núcleo
vertebral de operarios técnicos y administrativos que mantiene
funcionando al ente ha demostrado su eficacia a lo largo de los años.
Las
aguas minerales se obtienen de diversos acuíferos de calidad
variable. Las principales plantas embotelladoras de aguas rotuladas
minerales están localizadas en áreas de calizas (Salus), y calizas
dolomíticas (Nativa), produciendo aguas bicarbonatadas cálcicas y
cálcico-magnesianas respectivamente (consideradas de alta calidad),
en acuíferos fisurados del basamento cristalino (Sirte, Matutina y
otras) y en el Sistema Acuífero Salto (aguas minerales de Salto,
Urreta, etc).
Se
puede concluir que la República está abundantemente dotada de
recursos acuáticos de buena calidad, en general suficientes para
satisfacer ampliamente las necesidades de la población, la
irrigación agrícola, la industria y la producción de aguas
embotelladas. Las principales limitaciones se relacionan con la
distribución de la población que no coincide con la disponibilidad
de agua en el territorio, y la insuficiencia o inexistencia de
sistemas de saneamiento en muchas áreas pobladas.
La
reciente concientización de la población en temas ambientales e
hídricos y los cambios políticos ocurridos permiten abrigar la
esperanza que gradualmente esos desafíos serán asumidos con
responsabilidad y decisión.
Elaborado por Danilo Antón
Septiembre del 2005
dantonster@gmail.com
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