Descifrando el misterio del agua y la vida (1)
Sabemos que el agua y la vida están intrínsecamente relacionadas. De acuerdo a la información disponible no hay vida sin agua y, por lo menos en nuestro planeta, no hay agua que permanezca sin vida por largo tiempo. También es probable que exista vida en las "aguas líquidas" de los cuerpos planetarios. Tal vez no la haya en la superficie, pero seguramente en los acuíferos que se mantengan líquidos en profundidad, Esta afirmación se aplicaría a Marte, la Luna, los satélites de Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y tal vez a estos mismos planetas. Por esa misma razón se podría afirmar que millones de planetas en otros sistemas estelares también podrían contener vida donde el agua líquida y la temperatura lo permitan. Al decir de Fred Hoyle "la vida es una propiedad de la materia"
A continuación presentamos algunos datos y reflexiones sobre el agua y la vida.
Primera parte: ¿Qué es el agua?
El
agua está constituida por moléculas simples formadas por un átomo
de oxígeno y dos de hidrógeno.
El
oxígeno es un átomo relativamente grande (radio iónico: 1.40 Å7)
con ocho protones en su núcleo (número atómico: 8) y ocho
electrones en dos niveles orbitales. En el primer nivel orbital hay
dos electrones que es su máxima capacidad y por tanto está
colmatado. El segundo nivel contiene seis electrones cuando el átomo
se encuentra en estado neutro. Como la capacidad del nivel es de
ocho, pueden alojarse dos electrones más, en cuyo caso el átomo se
carga negativamente en dos unidades (-2).
Por
su parte, el hidrógeno es un átomo muy pequeño que en estado
neutro está formado por un protón y un electrón. En estado iónico
(o sea, al perder el electrón y cargarse positivamente), su radio
disminuye considerablemente hasta alcanzar la dimensión de un
protón. En ese estado el catión H es miles de veces menor que el
anión O. Cuando se combina con el oxígeno, su “radio iónico”
puede ser considerado negativo (-0.38 Å).
Debido
al enorme tamaño relativo del oxígeno y a la pequeñísima
dimensión del núcleo de hidrógeno, la molécula de agua es,
aproximadamente, del mismo tamaño que el átomo de oxígeno (radio
iónico: 1.55 Å).
Los
dos iones H quedan sumergidos en la nube electrónica (principalmente
controlada por el núcleo del oxígeno) dando lugar a una
configuración tetraédrica. En dicha estructura, el núcleo del
oxígeno ocupa el centro del tetraedro, los dos núcleos (protones)
de hidrógeno ocupan dos vértices y las nubes de carga negativa, los
vértices restantes (Gerstein y Levitt, 1998).
El
ángulo entre los dos enlaces O-H es de 105º, ligeramente menores
que los 109.5º de un tetraedro perfecto.
Debido
a la ubicación del átomo de oxígeno y la nube electrónica que lo
rodea (con carga débil negativa) en una dirección, y los dos átomos
de hidrógeno (con carga débil positiva), en dirección opuesta, la
molécula de agua asume características polares.
Dos
moléculas de agua contiguas tienden a atraerse enlazando el extremo
positivo de una molécula con el negativo de la otra. Este enlace es
habitualmente denominado “enlace hidrógeno”.
Cada
molécula de agua puede formar (y normalmente lo hace) cuatro
enlaces-hidrógeno con otras tantas moléculas de agua vecinas. Dos
de esos enlaces son entre sus hidrógenos y los átomos de oxígeno
de otras dos moléculas de agua, y los otros dos entre su átomo de
oxígeno y dos átomos de hidrógeno de otras moléculas cercanas.
A
diferencia de los cristales de hielo, que tienen una perfecta
geometría tetraédrica, el agua líquida tiene una geometría
bastante irregular.
Las
moléculas de agua forman “enlaces-hidrógeno” entre sí, pero
también pueden formarlos con otras moléculas polares, como ácidos,
sales, azúcares y varias regiones moleculares de las proteínas y en
el propio ADN.
Estas
sustancias que se combinan polarmente con el agua y/o disuelven en
ella son denominadas hidrófilas.
En
cambio, las moléculas no-polares (como las grasas), que no forman
enlaces hidrógeno con el agua, ni se disuelven en ella, son
denominadas hidrófobas.
Las
proteínas y el ADN son moléculas que contienen a la vez componentes
hidrófobos e hidrófilos enlazados en largas cadenas
tridimensionales. En éstas, los elementos hidrófilos se localizan
en la superficie, donde pueden interactuar con el agua, mientras que
los hidrófobos permanecen en las zonas más profundas de la
estructura, lejos del agua.
De
esa forma estos componentes parecen actuar como factores de
estabilidad estructural, frente al rol más dinámico de la porción
superficial hidrófila.
Cualquier
célula contiene por lo menos varios miles de millones de moléculas
de agua. Es en esa enorme cantidad de unidades moleculares que tienen
lugar los procesos biológicos.
El
agua es un componente integral del ADN. Los primeros modelos que se
intentaron de la molécula del ADN en el vacío fracasaron debido a
que las fuerzas repulsivas existentes entre los grupos fosfatados,
cargados negativamente, daban lugar a la fractura casi inmediata de
la molécula (en esas condiciones, su estabilidad no supera los 50
picosegundos).
Modelos
ulteriores,
en los que se incluyeron moléculas de agua alrededor y dentro de las
anfractuosidades del ADN, permitieron una mayor estabilización de la
estructura en doble hélice (hasta 500 picosegundos).
En
investigaciones más recientes se pudo comprobar que las moléculas
de agua puedan interactuar con todos los elementos superficiales de
la doble hélice, incluyendo los pares de bases que constituyen el
código genético.
Se
ha comprobado además que las moléculas de agua no pueden penetrar
en profundidad, y por tanto no llegan hasta la estructura central
constituida por elementos hidrófobos.
En
la superficie de las proteínas existen entrantes estrechas en donde
las moléculas de agua enlazadas tienen dificultad para introducirse.
Es en estos surcos que se produce la interacción entre las enzimas y
las moléculas ligantes. Otros estudios recientes han permitido
constatar que la configuración de las moléculas de agua en un sitio
activo imita la geometría y estructura de la molécula ligante
propiamente dicha.
Esta
capacidad de imitación de otras moléculas que tiene el agua es
probablemente la base física de la homeopatía, disciplina medicinal
alternativa que se basa en el tratamiento de enfermedades mediante el
uso de sustancias extremadamente diluidas en agua. En las
preparaciones homeopáticas se hace desaparecer el soluto casi
completamente, quedando solamente el agua. A pesar de ello, en
algunas de ellas parece conservarse, de algún modo, la memoria de la
sustancia que ha estado disuelta.
Estos
procesos son poco conocidos a nivel analítico e impugnados en el
mundo académico. Sin embargo existe una prolongada utilización
empírica en muchas partes del mundo que es indicativa de la
existencia de estas propiedades.
Extraido de Sequía en un Mundo de Agua, Danilo Antón, Piriguazú Ediciones, CIRA, México,
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