Cuarta Parte del libro Uruguaypirí,
Danilo Antón
DESPUES DE LA DERROTA
Uno de los principales problemas de la Banda Oriental redefinida bajo
emblemas teóricamente independientes fue que gran parte de los
valores y figuras del viejo artiguismo se habían ido extinguiendo
como consecuencia de las guerras y traiciones.
La mayoría de los viejos caudillos artiguistas indios y negros
habían sido ejecutados o exilados. Después de la derrota: Andresito
fue llevado prisionero y murió en Brasil, Gorgonio Aguiar fue a dar
a Paraguay donde terminó ejecutado por los "Francistas" de
Paraguay. Ledesma, el caudillo negro, quedó reducido con sus
lanceros en Loma Campamento cerca de Asunción donde habría de
permanecer por muchos años para reaparecer durante las luchas de la
década de 1860 peleando del lado de Francisco Solano López, un
continuador del artiguismo. La mayoría de los restantes jefes
artiguistas habían perecido en las grandes matanzas perpetradas por
las tropas portuguesas contra los ejércitos gauchos. Los pocos
cuadros militares que sobrevivieron en la Banda eran criollos que
tenían muy desdibujada su visión del gran proyecto americanista y
multi- étnico de Don José.
Sin embargo, apenas cinco años después de la gran derrota de 1820, pareció, que a pesar de todo, el gauchaje, liderado por Juan Antonio
Lavalleja, nuevamente tomaba control de su destino. La revolución
popular del 1825, concebida como un intento de liberar la provincia
Cisplatina de Brasil y reincorporarla al seno de las Provincias
Unidas, surgió como un renacer de la vieja semilla artiguista.
Es probable que la mayor parte de los criollos hayan entrevisto un
augural renacer del artiguismo en la figura de Juan Antonio y sus
treinta y pico cruzados. Seguramente influyó el odio acumulado
contra ese nuevo imperio portugués (que ahora se llamaba Imperio de
Brasil, pero que no había cambiado gran cosa). En todo caso, los
gauchos del país oriental se levantaron en masa y en poco tiempo
acorralaron a los brasileros en las plazas fuertes.
Los orientales declaraban su soberanía frente a las monarquías del
mundo, volvían a formar parte de las Provincias Unidas por su propia
voluntad, y se unían nuevamente con los pueblos hermanos conservando
su soberanía, como tenía que ser, de acuerdo a los principios
heredados del artiguismo.
Desafortunadamente, no pudo ser. Otra vez, los oligarcas "porteños"
utilizando maniobras diplomáticas, se aliaron a ingleses y
brasileros para eliminar la nueva semilla que se resistía a morir.
Esta vez, la idea era matar dos pájaros de un solo tiro, por un lado
el puerto competidor de Montevideo debía ser "expulsado"
de la naciente nación americana del sur para asegurarse el monopolio
portuario de Buenos Aires y por otro se asfixiarían las tendencias
"anarquistas" (léase: federalistas) del gauchaje oriental
asegurando que el artiguismo quedaba aplastado para siempre.
La propuesta de los ingleses fue sencilla, crear
un pequeño país independiente, ciudad-estado alrededor de
Montevideo, al modo de las "ciudades de la liga hanseática"1.
Esta república de Montevideo iba a ser muy pequeña (algo así como
un "Hong Kong" o Singapur sudamericano)2
y en ese sentido todas las potencias en cuestión se iban
gradualmente poniendo de acuerdo. Los brasileros conservarían gran
parte del territorio, Buenos Aires aseguraría la asfixia del puerto
de Montevideo consolidando el dominio comercial del interior
provincial, y los ingleses obtendrían una ciudad-puerto que
finalmente serviría de base para su conquista comercial del sur de
la América que inexorablemente parecía acercarse en el tiempo.
No sabemos a ciencia cierta los detalles de lo que se traían entre
manos los agentes de esta maniobra diplomática internacional, pero
sí sabemos que no
se invitó a los orientales, que eran los que
habían peleado (y ganado) la guerra.
Un hecho casi fortuito, impidió que estos
designios se llevaran a la práctica totalmente. Fructuoso Rivera, el
viejo lugarteniente artiguista que se pasó a filas portuguesas y
luego nuevamente volvió a incorporarse al bando oriental estaba en
una situación de desprestigio total debido a esa inconsecuencia
demostrada3.
Tal vez fue por esa razón que se decidió a llevar a cabo una acción
desesperada. Desobedeciendo las órdenes de Buenos Aires y de
Lavalleja, se lanzó con trescientos gauchos de su confianza a
enfrentar a los brasileros con el objeto de reconquistar los siete
pueblos misioneros orientales, el viejo sueño artiguista.
Brasil era un gigante con pies de barro. Apenas Rivera cruzó el río
Negro, la gauchada oriental de las comarcas del norte y la indiada
tape se le plegaron sin vacilaciones. En poco tiempo, Don Frutos se
adueñó de las Misiones, amenazando en los hechos el control
brasilero de Porto Alegre y la provincia de Sao Pedro do Sul.
La corona imperial brasilera tembló, e inmediatamente aceleró las
negociaciones para llegar a un acuerdo. El acuerdo se produjo, y a
fines de 1828 los orientales se enteraron que una nueva entidad
política independiente (?) habría de surgir en la Banda Oriental.
Las Misiones Orientales quedarían en poder del Imperio de Brasil. La
Banda Oriental sería cercenada de todo el territorio que va de Santa
Tecla (hoy Bagé) a la boca del Ibicuy, con un nuevo límite más al
sur, en el río Cuareim. Sin embargo, la conquista de las Misiones
probablemente había agregado varias decenas de miles de quilómetros
cuadrados al nuevo país que se venía gestando en los esquemas del
imperio inglés, con la complicidad de brasileros y "porteños".
Fructuoso Rivera, que fue quien lideró la campaña, era un personaje
ambiguo. Acaudillaba un grupo de unos trescientos gauchos (los
“guayaquises”) que le permitieron ejecutar sus planes en el
norte. Pero no era un hombre confiable. Traicionó a José Artigas
pasándose al bando portugués y luego brasilero. Más tarde, cuando
estimó que las fuerzas revolucionarias orientales estaban tomando
fuerza se reintegró al ejército criollo. Luego, ya como presidente
de la república, propuso a los caciques charrúas recuperar tierras
para ellos en territorio brasilero y les tendió una trampa que
habría de terminar con la muerte y prisión de gran parte de los
integrantes de esa nación y su gradual eliminación. De todas
maneras su campaña tuvo un papel muy importante en la configuración
política del Cono Sur americano.
El micro-país propuesto por los ingleses terminó siendo un estado
de dimensiones mucho más importantes de lo que se había previsto en
un principio. Si bien Montevideo, había sido cortado de sus lazos
con las otras provincias, conservó un territorio relativamente
extenso que le habría de permitir en el futuro desarrollar un
importante rol agro-exportador, a pesar de todo.
Un segundo sub-producto del "agrandamiento" de esta nueva
entidad política uruguaya a raíz de la campaña de las Misiones fue
la persistencia de una numerosa población gaucha que habría de
determinar muchos elementos de la historia de ese nuevo Uruguay y le
habría de conferir algunos de los aspectos centrales de su identidad
futura.
LA REPUBLICA DE LOS ORIENTALES
Cuando el país, así definido y limitado, se hizo independiente, el
eje de la política pasó a ser el conflicto por el poder entre
Fructuoso Rivera y Manuel Oribe. Las vivencias del artiguismo se
fueron poco a poco perdiendo en estos nuevos líderes. Las visiones de
aquel pasado de dignidad solo permanecían en los recuerdos de
gauchos y chinas en muchos rincones memoriosos de la Banda. En las
esferas gubernamentales los más oportunistas acogieron la leyenda
negra del artiguismo imaginada por los oligarcas porteños, mientras
que el resto simplemente tendió un manto de olvido sobre las viejas
luchas del patriarca.
La Guerra Grande fue un conflicto largo y doloroso en que tanto el
gauchaje como la negrada oriental fueron las víctimas. Los actores
orientales de la guerra fueron tan solo los peones de los juegos
políticos de las fuerzas imperiales europeas y de las estrategias
bonaerenses expansionistas ahora vestidas de "federalismo"
bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas.
Es difícil juzgar esta guerra sangrienta desde la distancia del
tiempo, pero todo parece indicar que el "federalismo"
rosista no tenía nada que ver con el federalismo de la soberanía
particular de los pueblos de don José. Artigas mismo desde el
Paraguay percibió claramente la desvirtuación de los conceptos y no
parece haber tomado partido en ningún momento, a favor de ninguno de
los bandos.
No hay duda de que el gauchaje oriental, tal vez
por no tener líderes con la perspectiva histórica y la sabiduría
del patriarca, y probablemente por no tener ninguna otra opción, se
puso del lado de las fuerzas oribistas aliadas con el rosismo
porteño. En ese sentido, es claro que el país "gaucho"
peleó del lado "federal" de Rosas y del "restaurador
de las instituciones"4
de Oribe contra los extranjeros e invasores.
En ese momento, en la plaza de Montevideo quedaban muy pocos criollos
y a los ojos de todos, las fuerzas auto-denominadas "republicanas"
estaban dirigidas y constituidas por muchos extranjeros, numerosas
partidas de mercenarios y muy pocos orientales.
La guerra terminó un 8 de octubre de 18515
"sin vencidos ni vencedores"6,
según decía el artículo 2do del protocolo de capitulación. En
realidad, no era así. El país gaucho fue ampliamente derrotado . La
República quedó sometida a condiciones leoninas por el Imperio de
Brasil, Montevideo, dominada por los extranjeros y los criollos
alienados, el gauchaje sacrificado por una causa "federal"
que gradualmente se fue desdibujando y que en el fondo nunca fue
auténtica, y los últimos vestigios del artiguismo barridos con
habilidad y arrogancia por una nueva elite extranjerizante que habría
de tomar el poder desde entonces y por muchos años por venir.
1
Al decir de Lord Ponsomby, principal mediador inglés en la
"Convención Preliminar de Paz" de 1828.
2 Es de hacer notar que
en esa época no existían las colonias inglesas de Hong Kong o
Singapur (ahora administradas por le República Popular China e
independiente respectivamente)..
4 Manuel Oribe, que había sido presidente en el período 1834- 1838
fué derrocado en 1838 por una revolución encabezada por Rivera.
Desde entonces se auto-identificó con las "instituciones
republicanas", y su movimiento pasó a ser el movimiento de la
"restauración de las instituciones".
5 Ref.: W.Reyes Abadie; Historia del Partido Nacional; 1989.
6 En realidad, la Paz de Octubre marcaba la derrota de Manuel Oribe,
vencido sin combatir por el aislamiento que significaba la alianza
de Urquiza, Brasil y Montevideo.
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