miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cuarta Parte del libro Uruguaypirí, 
Danilo Antón

DESPUES DE LA DERROTA
Uno de los principales problemas de la Banda Oriental redefinida bajo emblemas teóricamente independientes fue que gran parte de los valores y figuras del viejo artiguismo se habían ido extinguiendo como consecuencia de las guerras y traiciones.
La mayoría de los viejos caudillos artiguistas indios y negros habían sido ejecutados o exilados. Después de la derrota: Andresito fue llevado prisionero y murió en Brasil, Gorgonio Aguiar fue a dar a Paraguay donde terminó ejecutado por los "Francistas" de Paraguay. Ledesma, el caudillo negro, quedó reducido con sus lanceros en Loma Campamento cerca de Asunción donde habría de permanecer por muchos años para reaparecer durante las luchas de la década de 1860 peleando del lado de Francisco Solano López, un continuador del artiguismo. La mayoría de los restantes jefes artiguistas habían perecido en las grandes matanzas perpetradas por las tropas portuguesas contra los ejércitos gauchos. Los pocos cuadros militares que sobrevivieron en la Banda eran criollos que tenían muy desdibujada su visión del gran proyecto americanista y multi- étnico de Don José.
Sin embargo, apenas cinco años después de la gran derrota de 1820,  pareció, que a pesar de todo, el gauchaje, liderado por Juan Antonio Lavalleja, nuevamente tomaba control de su destino. La revolución popular del 1825, concebida como un intento de liberar la provincia Cisplatina de Brasil y reincorporarla al seno de las Provincias Unidas, surgió como un renacer de la vieja semilla artiguista.
Es probable que la mayor parte de los criollos hayan entrevisto un augural renacer del artiguismo en la figura de Juan Antonio y sus treinta y pico cruzados. Seguramente influyó el odio acumulado contra ese nuevo imperio portugués (que ahora se llamaba Imperio de Brasil, pero que no había cambiado gran cosa). En todo caso, los gauchos del país oriental se levantaron en masa y en poco tiempo acorralaron a los brasileros en las plazas fuertes.
Los orientales declaraban su soberanía frente a las monarquías del mundo, volvían a formar parte de las Provincias Unidas por su propia voluntad, y se unían nuevamente con los pueblos hermanos conservando su soberanía, como tenía que ser, de acuerdo a los principios heredados del artiguismo.
Desafortunadamente, no pudo ser. Otra vez, los oligarcas "porteños" utilizando maniobras diplomáticas, se aliaron a ingleses y brasileros para eliminar la nueva semilla que se resistía a morir. Esta vez, la idea era matar dos pájaros de un solo tiro, por un lado el puerto competidor de Montevideo debía ser "expulsado" de la naciente nación americana del sur para asegurarse el monopolio portuario de Buenos Aires y por otro se asfixiarían las tendencias "anarquistas" (léase: federalistas) del gauchaje oriental asegurando que el artiguismo quedaba aplastado para siempre.
La propuesta de los ingleses fue sencilla, crear un pequeño país independiente, ciudad-estado alrededor de Montevideo, al modo de las "ciudades de la liga hanseática"1. Esta república de Montevideo iba a ser muy pequeña (algo así como un "Hong Kong" o Singapur sudamericano)2 y en ese sentido todas las potencias en cuestión se iban gradualmente poniendo de acuerdo. Los brasileros conservarían gran parte del territorio, Buenos Aires aseguraría la asfixia del puerto de Montevideo consolidando el dominio comercial del interior provincial, y los ingleses obtendrían una ciudad-puerto que finalmente serviría de base para su conquista comercial del sur de la América que inexorablemente parecía acercarse en el tiempo.
No sabemos a ciencia cierta los detalles de lo que se traían entre manos los agentes de esta maniobra diplomática internacional, pero sí sabemos que no se invitó a los orientales, que eran los que habían peleado (y ganado) la guerra.
Un hecho casi fortuito, impidió que estos designios se llevaran a la práctica totalmente. Fructuoso Rivera, el viejo lugarteniente artiguista que se pasó a filas portuguesas y luego nuevamente volvió a incorporarse al bando oriental estaba en una situación de desprestigio total debido a esa inconsecuencia demostrada3.
Tal vez fue por esa razón que se decidió a llevar a cabo una acción desesperada. Desobedeciendo las órdenes de Buenos Aires y de Lavalleja, se lanzó con trescientos gauchos de su confianza a enfrentar a los brasileros con el objeto de reconquistar los siete pueblos misioneros orientales, el viejo sueño artiguista.
Brasil era un gigante con pies de barro. Apenas Rivera cruzó el río Negro, la gauchada oriental de las comarcas del norte y la indiada tape se le plegaron sin vacilaciones. En poco tiempo, Don Frutos se adueñó de las Misiones, amenazando en los hechos el control brasilero de Porto Alegre y la provincia de Sao Pedro do Sul.
La corona imperial brasilera tembló, e inmediatamente aceleró las negociaciones para llegar a un acuerdo. El acuerdo se produjo, y a fines de 1828 los orientales se enteraron que una nueva entidad política independiente (?) habría de surgir en la Banda Oriental. Las Misiones Orientales quedarían en poder del Imperio de Brasil. La Banda Oriental sería cercenada de todo el territorio que va de Santa Tecla (hoy Bagé) a la boca del Ibicuy, con un nuevo límite más al sur, en el río Cuareim. Sin embargo, la conquista de las Misiones probablemente había agregado varias decenas de miles de quilómetros cuadrados al nuevo país que se venía gestando en los esquemas del imperio inglés, con la complicidad de brasileros y "porteños".
Fructuoso Rivera, que fue quien lideró la campaña, era un personaje ambiguo. Acaudillaba un grupo de unos trescientos gauchos (los “guayaquises”) que le permitieron ejecutar sus planes en el norte. Pero no era un hombre confiable. Traicionó a José Artigas pasándose al bando portugués y luego brasilero. Más tarde, cuando estimó que las fuerzas revolucionarias orientales estaban tomando fuerza se reintegró al ejército criollo. Luego, ya como presidente de la república, propuso a los caciques charrúas recuperar tierras para ellos en territorio brasilero y les tendió una trampa que habría de terminar con la muerte y prisión de gran parte de los integrantes de esa nación y su gradual eliminación. De todas maneras su campaña tuvo un papel muy importante en la configuración política del Cono Sur americano.
El micro-país propuesto por los ingleses terminó siendo un estado de dimensiones mucho más importantes de lo que se había previsto en un principio. Si bien Montevideo, había sido cortado de sus lazos con las otras provincias, conservó un territorio relativamente extenso que le habría de permitir en el futuro desarrollar un importante rol agro-exportador, a pesar de todo.
Un segundo sub-producto del "agrandamiento" de esta nueva entidad política uruguaya a raíz de la campaña de las Misiones fue la persistencia de una numerosa población gaucha que habría de determinar muchos elementos de la historia de ese nuevo Uruguay y le habría de conferir algunos de los aspectos centrales de su identidad futura.

LA REPUBLICA DE LOS ORIENTALES
Cuando el país, así definido y limitado, se hizo independiente, el eje de la política pasó a ser el conflicto por el poder entre Fructuoso Rivera y Manuel Oribe. Las vivencias del artiguismo se fueron poco a poco perdiendo en estos nuevos líderes. Las visiones de aquel pasado de dignidad solo permanecían en los recuerdos de gauchos y chinas en muchos rincones memoriosos de la Banda. En las esferas gubernamentales los más oportunistas acogieron la leyenda negra del artiguismo imaginada por los oligarcas porteños, mientras que el resto simplemente tendió un manto de olvido sobre las viejas luchas del patriarca.
La Guerra Grande fue un conflicto largo y doloroso en que tanto el gauchaje como la negrada oriental fueron las víctimas. Los actores orientales de la guerra fueron tan solo los peones de los juegos políticos de las fuerzas imperiales europeas y de las estrategias bonaerenses expansionistas ahora vestidas de "federalismo" bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas.
Es difícil juzgar esta guerra sangrienta desde la distancia del tiempo, pero todo parece indicar que el "federalismo" rosista no tenía nada que ver con el federalismo de la soberanía particular de los pueblos de don José. Artigas mismo desde el Paraguay percibió claramente la desvirtuación de los conceptos y no parece haber tomado partido en ningún momento, a favor de ninguno de los bandos.
No hay duda de que el gauchaje oriental, tal vez por no tener líderes con la perspectiva histórica y la sabiduría del patriarca, y probablemente por no tener ninguna otra opción, se puso del lado de las fuerzas oribistas aliadas con el rosismo porteño. En ese sentido, es claro que el país "gaucho" peleó del lado "federal" de Rosas y del "restaurador de las instituciones"4 de Oribe contra los extranjeros e invasores.
En ese momento, en la plaza de Montevideo quedaban muy pocos criollos y a los ojos de todos, las fuerzas auto-denominadas "republicanas" estaban dirigidas y constituidas por muchos extranjeros, numerosas partidas de mercenarios y muy pocos orientales.
La guerra terminó un 8 de octubre de 18515 "sin vencidos ni vencedores"6, según decía el artículo 2do del protocolo de capitulación. En realidad, no era así. El país gaucho fue ampliamente derrotado . La República quedó sometida a condiciones leoninas por el Imperio de Brasil, Montevideo, dominada por los extranjeros y los criollos alienados, el gauchaje sacrificado por una causa "federal" que gradualmente se fue desdibujando y que en el fondo nunca fue auténtica, y los últimos vestigios del artiguismo barridos con habilidad y arrogancia por una nueva elite extranjerizante que habría de tomar el poder desde entonces y por muchos años por venir.
1 Al decir de Lord Ponsomby, principal mediador inglés en la "Convención Preliminar de Paz" de 1828.
2 Es de hacer notar que en esa época no existían las colonias inglesas de Hong Kong o Singapur (ahora administradas por le República Popular China e independiente respectivamente)..
4  Manuel Oribe, que había sido presidente en el período 1834- 1838 fué derrocado en 1838 por una revolución encabezada por Rivera. Desde entonces se auto-identificó con las "instituciones republicanas", y su movimiento pasó a ser el movimiento de la "restauración de las instituciones".
    5 Ref.: W.Reyes Abadie; Historia del Partido Nacional; 1989.
  6 En realidad, la Paz de Octubre marcaba la derrota de Manuel Oribe, vencido sin combatir por el              aislamiento que significaba la alianza de Urquiza, Brasil y Montevideo.

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