Diosas mitológicas y el matriarcado histórico y actual
A pesar que son obvias y registradas repetidamente hay todavía discusiones entre algunos antropólogos e historiadores (que se resisten abandonar el masculinismo antropológico) acerca de la existencia pasada de sociedades
matriarcales. Se puede deducir su antigua existencia a través de múltiples indicios, tanto arqueológicos como legendarios. En particular se pueden deducir a través de las mitologías
en donde las deidades femeninas constituyen el fundamento central de muchs creencias religiosas. Son los casos de Coyolxauhqui y Tonantzin entre los
pueblos mexicanos.
Según los pueblos nahuatl del valle de Anahuac y la meseta mexicana Coyolxauhqui era hija de
Coatlicue que también era mencionada como Tonantzin, “nuestra madre”. Coyolxauhqui
fue descuartizada en imagen por los aztecas para imponer su propio dios Huitzilopochtli
que según la mitología mexica era también hijo de Coatlicue y por tanto hermano
de Coyolxauhqui.
Cuando llegaron los españoles
se esmeraron en destruir el culto de los dioses aztecas, por supuesto el culto a Huitzilopochtli y en particular el
culto de Tonantzin (Coatlicue) que procuraron sustituir por la supuesta aparición de una virgen que dio lugar al mito de la Virgen de Guadalupe. Como en tantos otros casos la sustitución fue exitosa. Todavía hoy muchos mexicanos (y no mexicanos) adoran a la Virgen de Guadalupe.
Este culto antiguo a Tonantzin fue
descripto por Bernardino de Sahagún de la siguiente forma:
...uno de estos (templos)
está en México, donde está un montecillo que llaman Tepeacac y que
los españoles llaman Tepequilla y ahora se llama Nuestra Señora de
Guadalupe. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses,
que ellos llaman Tonantzin, que quiere decir nuestra madre. Allí hacían muchos
sacrificios en honra de esta diosa, y venían a ella de muy lejanas tierras, de
más de veinte leguas de todas las comarcas de México, y traían muchas ofrendas:
venían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el
concurso de gente en estos días y todos decían 'vamos a la fiesta de Tonantzin;
y ahora que está ahí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe,
también la llaman Tonantzin, tomando ocasión de los predicadores que también la
llaman Tonantzin. ...y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos,
tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en
todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen
de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.
En la mitología griega también
conocemos el caso de Gaia y Remeter (Dea Meter: Diosa Madre) en la Grecia
pre-clásica y la Pachamama entre las culturas quechuas y aymaráes de los valles
y mesetas andinas de América del Sur y muchos otros..
Además de estos fuertes
indicios de antiguas sociedades matriarcales, en la actualidad de registren
numerosos ejemplos de comunidades donde las mujeres constituyen la base
principal de su existencia y funcionamiento .
Algunos ejemplos de
comunidades matriarcales
Hace 13 años, un grupo de
mujeres en Kenia creó la aldea de Umoja que significa “la unidad”, en el idioma
swahili. Una aldea dirigida completa y exclusivamente por mujeres, donde
sentirse protegidas del maltrato y donde ir en busca de ayuda o simplemente consejo.
Rebecca Lolosoli es la
matriarca de este pueblo. A los 13 años de edad fue obligada a casarse con un
hombre que le triplicaba en edad. Violada y abandonada a su suerte, supo luchar
por sus ideales y crear esta aldea con ayuda de sus compañeras.
Los Mosuo, en China, viven en
la región del lago Lugu, un lugar aislado (hoy día para llegar hacen falta 9
horas en jeep) que ha permitido que el sistema de línea materna floreciera y
perdurara. Es, quizá, el legado de una época en la que era frecuente que los
padres murieran en guerras, vivieran como nómadas o fueran monjes budistas. En
ausencia de los hombres, las mujeres recogían las cosechas, daban de comer a
las familias e imponían las normas.
Como en otras comunidades
matriarcales, no hay violencia; son comunes el buen trato y la hospitalidad.
Entre los Mosuo no tienen ninguna palabra para los conceptos de “asesinato”,
“guerra”, “violación” o “cárcel” En este lugar, las mujeres son las
únicas propietarias. La herencia se transmite de madre a hija. En cada una de
las familias hay una matriarca , y ella cuida y administra todos los asuntos
económicos y sociales del clan y de todas sus posesiones: la casa, los campos,
los animales domésticos y el alimento. El clan está formado por una mujer, sus
hijos, su madre, sus hermanos, sus hermanas y los hijos de esas mismas
hermanas. No existen los maridos.
No existe el matrimonio. Los
hombres y las mujeres nunca viven juntos; el hombre se encuentra, por las
noches, a solas con su amada. Se mantienen enlazados sólo por el afecto, así
que cuando éste desaparece nada los liga y se separan. Casi sin excepción, los
hombres siguen viviendo, incluso después de ser padres, en casa de su madre, y
ayudan a criar a los hijos de sus hermanas.
Frente la costa de Guinea
Bissau, en Orango Grande, hay una sociedad matriarcal (etnia Bijagó) donde las
mujeres gestionan la economía, el bienestar social, la ley… y el amor. En
el tema del amor, son las mujeres, y no los hombres, quienes eligen. Ellas
proponen públicamente colocando a sus futuros novios un plato de pescado
marinado en aceite de palma roja. Una vez hecha la oferta, los hombres no
pueden negarse. Rechazarlo hubiera significado deshonrar a su familia.
Juchitan está en Oaxaca,
México. La expectativa de vida es la más alta de México. El 81.6% de los niños
están bien alimentados, algo llamativo teniendo en cuenta que la desnutrición
infantil en otros lugares de México llega al 80%.
El comercio tradicional en
Juchitán ha estado y está en manos femeninas, y se basa en la buena comida
autóctona y en la economía de prestigio. En Juchitan se celebran mas de 600
fiestas al año, en las que se produce una constante redistribución de la riqueza
material y humana. El honor y prestigio se adquiere mediante estas suntuosas
fiestas de abundante comida y bebida.
Las mujeres exiliadas de
Sáhara Occidental son los pilares sobre los que se asientan los campamentos de
refugiados. Los Comités y Subcomités están dirigidos prácticamente por mujeres
en todas las dairas. Ellas mantienen en pie las jaimas, articulan la vida
social y económica de los campamentos y llevan, en definitiva, la
administración de una supervivencia digna durante los casi 40 años que dura
el exilio.”
Tomado parcialmente de la
siguiente referencia.
http://revistamito.com/existe-el-matriarcado/
Ref. Fray Bernardino de
Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España,
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