Genocidio aché (Aché guayaki)
Entre 1968 a 1971, alrededor
de 37 indígenas fueron asesinados, al menos 23 niños indígenas fueron
secuestrados y 20 otros asesinados o secuestrados.
“Claramente, estas 80
víctimas representan la punta del iceberg, dado que estos crímenes no fueron
documentados.”
Al tiempo en que fueron obligados a trasladarse y permanecer en
una reserva, en la década del 70, en menos de dos años, desaparecieron y fueron
asesinados alrededor de 164 niños y casi otra centena fueron secuestrados y
vendidos como ‘criados’ (término utilizado para aquellos “niños indígenas que
eran comprados como esclavos”) para hacer trabajo doméstico (Münze 1974).
Actualmente, y como resultado
de lo recabado en el informe final de la Comisión Verdad y
Justicia sobre crímenes de lesa humanidad durante la larda dictadura
stronissta, el pueblo Ache está realizando una demanda al Estado Paraguayo
por genocidio, crímenes que no prescribieron.
A raíz de todo ello, el
pueblo Aché ha tenido que abandonar su vida de cazadores y recolectores para
dedicarse a la agricultura sedentaria y al trabajo asalariado en los
establecimientos agrícolas.
Dentro de las actividades de
subsistencia aún practican la caza, la pezca y la recolección con técnicas
tradicionales como el arco y flecha -que en la actualidad constituye casi un
deporte competitivo entre ellos-. El almidón de la palmera y la miel son los
alimentos que más consumen. Las presas cazadas y lo recolectado es
redistribuido entre las familias, comparten los alimentos como la crianza de
los y las niñas que en sus primeros días de vida quedan al cuidado de otras
mujeres y hombres con quienes mantendrá una relación de reciprocidad y cuidado
a lo largo de su vida[1].
Emplean el torcido de fibras
de ortiga brava, de palma pindo, de samuú, mezclándolas con pelo de mono o
cabello humano, para darles más resistencia y confeccionar cuerdas que les
servirán para trepar a los árboles en busca de miel o para evitar las mordidas
de los animales cuando están cazando. Entre las nuevas actividades productivas
que desarrollan los Aché, destaca el cultivo de yerba mate bajo monte,
actividad sostenible y rentable, compatible con la conservación del bosque.
La mitología Ache se centra en “berendy” un flamante atronador ser que a veces toma la forma de un meteorito y, a veces tiene un cuerpo de carne y hueso. El hijo de Berendy es el tema de varios mitos, que también incluyen temas sobre el origen de los jaguares, el sol y la luna (como gemelos con el sol que es el niño y la luna de la placenta), los orígenes del fuego y la oscuridad, y un poco de moral cuentos sobre hombres viejos avaros y ancianas.
La mitología Ache se centra en “berendy” un flamante atronador ser que a veces toma la forma de un meteorito y, a veces tiene un cuerpo de carne y hueso. El hijo de Berendy es el tema de varios mitos, que también incluyen temas sobre el origen de los jaguares, el sol y la luna (como gemelos con el sol que es el niño y la luna de la placenta), los orígenes del fuego y la oscuridad, y un poco de moral cuentos sobre hombres viejos avaros y ancianas.
Descripción del pueblo aché
Pertenece a la familia lingüística Guaraní. Registra un
total de 1.884 habitantes y se encuentran asentados en los departamentos de
Canindeyú, Caazapá, Caaguazú y Alto Paraná.
La lengua propia es Aché y es utilizada por el 90,23% del total de la población. Las lenguas de contactos son el guaraní paraguayo, y escasamente el castellano.
Los Aché eran conocidos también como Guayakí, una denominación externa a su cultura que encierra actitudes despectivas hacia este pueblo indígena, cuyo significado literal sería “ratón del monte”. Ellos se autodenominan Aché (persona, persona verdadera).
Estos indígenas llaman la atención por el color de su piel (blanca), sus ojos claros, la barba en los varones, y otros rasgos fisonómicos que los diferencian de otros grupos étnicos.
Los Aché están organizados en forma de sociedad comunal. Su comunidad consiste en redes de parentesco en que se comparten la comida y el albergue. Las decisiones de la comunidad son tomadas por consenso, entre ellas la de selección de su líder o cacique, quien es elegido según sus habilidades de liderazgo.
La cacería es fundamental para entender el sistema social de los Aché; toda la vida está centrada en la cacería y la recolección, siendo la carne la base de su dieta. Aquellos que proveen la carne -los hombres- son respetados por su habilidad en la cacería. La relación entre los hombres y los animales es fundamental para la cosmovisión de los Aché. De hecho, la génesis de las almas de los niños se atribuye a la carne que comen sus madres estando embarazadas en una ceremonia especial y se le da al niño el nombre de ese animal.
La reencarnación está directamente vinculada a la relación entre el hombre y la naturaleza. El alma Aché vuelve al monte cuando muere (ibid). Así como con otros aspectos de la vida la cacería es comunal. La caza, por lo tanto, es la base de su sistema de creencias y su medio de subsistencia.
La lengua propia es Aché y es utilizada por el 90,23% del total de la población. Las lenguas de contactos son el guaraní paraguayo, y escasamente el castellano.
Los Aché eran conocidos también como Guayakí, una denominación externa a su cultura que encierra actitudes despectivas hacia este pueblo indígena, cuyo significado literal sería “ratón del monte”. Ellos se autodenominan Aché (persona, persona verdadera).
Estos indígenas llaman la atención por el color de su piel (blanca), sus ojos claros, la barba en los varones, y otros rasgos fisonómicos que los diferencian de otros grupos étnicos.
Los Aché están organizados en forma de sociedad comunal. Su comunidad consiste en redes de parentesco en que se comparten la comida y el albergue. Las decisiones de la comunidad son tomadas por consenso, entre ellas la de selección de su líder o cacique, quien es elegido según sus habilidades de liderazgo.
La cacería es fundamental para entender el sistema social de los Aché; toda la vida está centrada en la cacería y la recolección, siendo la carne la base de su dieta. Aquellos que proveen la carne -los hombres- son respetados por su habilidad en la cacería. La relación entre los hombres y los animales es fundamental para la cosmovisión de los Aché. De hecho, la génesis de las almas de los niños se atribuye a la carne que comen sus madres estando embarazadas en una ceremonia especial y se le da al niño el nombre de ese animal.
La reencarnación está directamente vinculada a la relación entre el hombre y la naturaleza. El alma Aché vuelve al monte cuando muere (ibid). Así como con otros aspectos de la vida la cacería es comunal. La caza, por lo tanto, es la base de su sistema de creencias y su medio de subsistencia.
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