Es sabido que el "descubrimiento" de América tuvo que ver con la búsqueda de un camino comercial al Asia Suroriental, frente a la obstrucción de las vías tradicionales del Medio Oriente que en ese momento habían caído bajo dominio turco. También es conocido que la cultura medieval de la época había generado una mitología de grandes riquezas en países lejanos, de viajeros o caballeros que tras innumerables aventuras lograron hacerse de grandes riquezas y poder. Españoles y portugueses llegaron a este continente, para ellos desconocido, buscando especias y oro pero finalmente la motivación principal de su conquista fue el cultivo de la caña de azúcar.
La caña de azúcar fue domesticada en la India llegando a la península ibérica en el siglo XII para ser introducida en las islas de Madeira y luego Santo Tomé durante el siglo XV por los portugueses, donde se la cultivo intensivamente utilizando mano de obra esclava guanche proveniente de las islas Canarias recientemente ocupadas a sangre y fuego por los reyes castellanos y africana traída de las costas de Guinea. Los mayores rendimientos se lograron en Madeira y Santo Tomé. Al terminar la década de 1450 el azúcar de Madeira se vendía en Londres. En 1493 había ochenta ingenios que producían dieciocho toneladas anuales.
La pingües ganancias obtenidas por la venta del azúcar en Europa permitió a los portugueses y sus socios españoles financiar ulteriores expediciones, entre ellas las que habrían de culminar con la conquista del continente americano.
En todos los lugares apropiados, tanto españoles como portugueses establecieron plantaciones de caña de azúcar utilizando para ello la mano de obra esclava de los nativos que habitan estos países. Los españoles esclavizaron decenas de miles de taínos y caríbes en las islas que controlaban (Haiti, Cuba, Puerto Rico, etc) y los portugueses hicieron lo propio con poblaciones tupinikin, carijo, tupìnambá, caeté y otras en la costa del Brasil.
La eliminación de la población indígena original de estas comarcas azucareras tuvo lugar muy rapidamente. Los taínos de Cuba y Haití fueron reducidos de millones a cientos en menos de medio siglo, algunas de las Antillas Menores fueron vaciadas en tres o cuatro expediciones de secuestro. Los portugueses obraron de modo parecido en sus Adominios@ del Brasil eliminando las Primeras Naciones de toda la costa nordestina desde Ceará hasta Ilheus en poco más de cincuenta años. Igual destino corrieron los carijá y otros grupos de las costas meridionales, alrededor de las colonias de Sao Paulo y Sao Vicente. A principios del siglo XVII españoles y portugueses habían matado directa o indirectamente más de 10 millones de personas despoblando vastas comarcas y dificultando el desarrollo de las mismas actividades productivas que se basaban en el trabajo de dichas poblaciones.
Así se vaciaron las islas del Caribe y las costas de Brasil, comarcas densamente pobladas en tiempos anteriores al influjo invasor. La falta de mano de obra que ellos mismos habían provocado terminó provocando gran preocupación entre los colonos españoles y portugueses que ya no tenían esclavos indígenas a quienes explotar en las plantaciones, ingenios, minas y servicios varios. Como consecuencia de ello, se comenzó a recurrir en forma cada vez más frecuente a esclavos capturados en tierras africanas para cumplir las tareas que los indígenas eliminados ya no podían cumplir.
Los antecedentes de la esclavitud en África
El tráfico de esclavos era una antigua y triste historia en Africa desde tiempos muy antiguos. Los sucesivos reinos marroquíes del Maghreb y los Sultanatos de la península arábica y costas del Océano Indico se dedicaban al comercio de esclavos desde los siglos XI y XII. Este tráfico se destinaba a los Reinos e Imperios mediterráneos y europeos de la época a cambio de metales, telas y otros productos manufacturados. Muchos de los esclavos así incorporados al mercado eran de origen africano, pero no exclusivamente. Las sucesivas guerras permitían capturar esclavos de muchos orígenes geográficos y étnicos. Durante los siglos XII al XV las clases pudientes y «elites» de los países de Europa occidental y de los países musulmanes del mediterráneo se habían «acostumbrado» a utilizar esclavos africanos, generalmente provenientes de los territorios de Africa occidental y de Guinea. De acuerdo a Herbert S. Klein se calcula que entre 5,000 y 10,000 esclavos por año recorrían el trayecto entre Africa Sub-sahariana y los países del Mediterráneo y Europa. Esto implicaba que al cabo de los seis siglos previos a la llegada de los portugueses a Africa occidental no menos de 3.5 millones de africanos fueron «exportados» fuera del continente57 . Las caravanas que transportaban varias mercancías y esclavos utilizaban la vía trans-sahariana. En época en que dichas rutas estaban controladas por los marroquíes, el infame comercio se originaba en ciertas bandas de secuestradores organizadas a partir de ciertas poblaciones del Sahel, especializadas en ese tráfico, incluyendo los tuaregs, los fulani y otros grupos de la orilla sahariana. Varios reinos de esta zona se basaron en gran medida en dicho comercio (como Gana, Mali y el Imperio de Gao en los siglos XII al XIV). Cuando en el siglo XV llegaron los portugueses por la vía marítima (es decir por el sur) la relación se invirtió. A partir de ese momento la tarea de «captura» quedó en manos de las poblaciones costeras y los atacados fueron los pueblos del interior.
Como resultado de estos reajustes de los circuitos comerciales y conquista de bases africanas, Portugal logró apoderarse del tráfico de esclavos. En el siglo XV los portugueses ocuparon las islas del Atlántico (Cabo Verde, Azores y Santo Tomé) y varias bases costeras en el Golfo de Guinea y comenzaron a explotar la caña de azucar utilizando mano de obra esclava
Cuando se establecieron las primeras plantaciones de caña de azúcar en América ya se encontraban los portugueses firmemente establecidos en Guinea (en Sao Jorge de Mina, 1454) y en el Congo a partir de la llegada de la expedición de Diego Cao (1484- 1486).
De a poco, los portugueses fueron creando una cadena de tráfico desde el interior africano a los puertos y luego a las plantaciones, primero isleñas y luego americanas que incluía en primer lugar a los «avanzadores» o «pombeiros» que capturaban los esclavos, los «asentistas» que compraban los esclavos a los pombeiros, los gobernadores locales y traficantes de la isla de Santo Tomé que era principal base de operaciones y las autoridades portuguesas de Portugal y Brasil.
Hasta 1500, la exportación de esclavos desde las colonias portuguesas en Africa no sobrepasaba las 1000 personas anuales. A partir de 1500, debido a la apertura del «mercado» americano este número se incrementó a más de 2000.
A partir de 1576, cuando los portugueses se establecieron en la colonia de Sao Paulo de Luanda el tráfico se desplazó a esta colonia produciéndose un incremento generalizado de los números exportados.El comercio de Angola y de la costa de Mina (Dahomey) se organizó dirigido sobre todo a las zonas azucareras de Brasil y el de Guinea más bien se orientó a Cartagena de Indias y al Perú. Los puertos del río de la Plata, de fundación más tardía recibieron esclavos embarcados de Angola y de Mozambique en la costa oriental del continente.
A pesar de la antiguedad del comercio de esclavos en Africa, cuando llegaron los primeros portugueses muchos pueblos costeros de Africa occidental ignoraban el origen y los propósitos de los recién llegados. Estos hombres pálidos eran simplemente murdele, hombres del mar58 »
Hay versiones tradicionales que dan cuenta de la sorpresa de los africanos ante la llegada de los europeos:
«Vieron una gran embarcación aparecer en el ancho mar. Esta embarcación tenía alas blancas brillando como cuchillos. Hombres blancos salieron del agua y dijeron palabras que nadie pudo entender. Nuestros ancestros tenían miedo, decían que eran Vumbi, fantasmas de los muertos. Los echaron de nuevo al mar con sus flechas. Pero los Vumbi escupieron fuego con un ruido de trueno.»
A partir de ese momento se desencadena el saqueo. Comentaba un Rey del Congo: «Ladrones y hombres sin conciencia llegan en la noche para llevarse los hijos de nuestros nobles y vasallos, tentados por el deseo de poseer los bienes y mercancías de los portugueses.»59 Decía García de Resende en 1554: «hay muchos mercaderes que se especializan en esto y los engañan y los entregan directamente a los traficantes de esclavos».
El tráfico de esclavos portugués que dominó el comercio durante los siglos XVI y XVII estaba basado en una cadena de fuertes que habían sido establecidos en toda la costa africana. A partir del siglo XVII aparecieron los ingleses a través de la English Royal Africa Company y los franceses con su Compagnie du Sénégal que en 1717 fue absorbida por la Compañía de las Indias Francesas.
Los portugueses y sus subordinados locales fueron los primeros en internarse en el continente desde el mar con fines esclavistas. Tenían sus bases de operaciones estaban en las islas del Cabo Verde y Sao Tomé. A fines del siglo XVI, se habían establecido firmemente en la población de San Salvador en el Congo donde llegaban constantemente mercaderes y aventureros involucrados en el comercio esclavista.
Los números de esclavos exportados crecieron regularmente. En el siglo XVIII llegaron a los puertos de Brasil, Rio de Janeiro y Salvador de Bahia aproximadamente 16,000 africanos por año. En la segunda década del siglo siguiente este número se había incrementado a 40,000.
A medida que se fortalecían económica, demográfica y tecnológicamente, otros estados europeos comenzaron a involucrarse en el tráfico de esclavos para nutrir sus propias colonias americanas. Los ingleses para surtir sus plantaciones en el Caribe, Jamaica, Trinidad, Barbados y otras. Para atender ese comercio, los buques ingleses cumplían itinerarios triangulares: dejaban los esclavos en Jamaica, retornaban a Inglaterra llevando azúcar, café, indigo y algodón, y luego volvían a Africa cargados de tejidos, utensilios metálicos, pólvora, armas de fuego y bebidas alcohólicas. Además del tráfico hacia el Caribe, los ingleses también transportaron esclavos a Buenos Aires y Montevideo (en 25 años un total de 16,000), una parte de los cuales fueron transportados al Alto Perú.
La introducción de esclavos africanos en pequeños números en América empezó muy temprano, seguramente antes de 1502 cuando el gobernador Ovando de la Española solicitó sin éxito la supresión de dichos envíos. En 1520 los colonos españoles de Puerto Rico donde los nativos habían sido prácticamente exterminados comenzaron a adquirir esclavos africanos en números considerables para sus plantaciones e ingenios. En los siguientes años los colonos de las otras islas también empezaron a comprar esclavos de ese origen para compensar la falta de indígenas. Por esa época los Oficiales Reales de Santo Domingo le informan al rey Carlos V que había habido un aumento del precio de la mano de obra africana: «Los negros han subido a un crecido precio pues ellos solo trabajan, español ninguno. Suplicamos remedio general para todas las Indias en dicho precio y que los indios del Brasil de Portugal puedan entrar (como esclavos) a esta isla.»
El transporte de esclavos
El transporte de los esclavos se llevaba a cabo en los «tumbeiros», nombre que se daba a las naves negreras por los portugueses. «Van tan apretados- observaba el jesuita Sandoval- tan asquerosos y tan maltratados que me certifican los mismos que los traen, que vienen de seis en seis, con argollas por los cuellos en las corrientes, y estos mismos de dos en dos con grillos en los pies de modo que de pies a cabeza vienen aprisionados, debajo de cubierta, cerrados por de fuera, donde no se ve el sol ni luna, que no hay español que se atreva a poner la cabeza al escotillón sin almadiarse, ni a preservar dentro de una hora sin riesgo de grave enfermedad. Tanta es la hediondez, apretura y miseria de aquel lugar. Y el refugio y consuelo que en él tienen, es comer de veinticuatro en veinticuatro horas, no mas de una mediana escudilla de harina de maíz o de mijo crudo que es como el arroz entre nosotros, y con él un pequeño jarro de agua y no otra cosa sino mucho palo, mucho azote y malas palabras. Esto es lo que comúnmente pasa con los varones y bien pienso que algunos de los armadores los tratan con más benignidad y blandura, principalmente ya en estos tiempos.»60
Un testigo de los tratos que se le daban a los esclavos en Sevilla fue Fray Tomás Mercado quien señalaba: «Los tratan cruelísimamente en el camino cuanto al vestido, comida y bebida. Piensan que ahorran trayéndolos desnudos, matándolos de sed y de hambre, y cierto se engañan, que antes pierden. Embarcar en una nave que a veces no es carraca, cuatrocientos y quinientos de ellos, do el mesmo olor basta matar los más, como en efecto muchos mueren: que maravilla no es mermar a veinte por ciento; y porque nadie piense digo exageraciones, no ha cuatro meses que los mercaderes de gradas sacaron para Nueva España de Cabo Verde en una nao quinientos, y en una sola noche amanecieron muertos ciento veinte, porque los metieron como a lechones, y aún peor debajo de cubierta a todos do su mesmo huelgo y hediondez (que bastaba a corromper los aires y sacarlos a todos de la vida) los mató, y fuera justo castigo de Dios murieran aquellos hombres bestiales que los llevan a su cargo; y no paró en esto el negocio que antes de llegar a México murieron cuasi trescientos. Contar lo que pasa en el tratamiento de los que viven sería un nunca acabar.»61
La mayor parte de los esclavos portugueses estaban destinados a las costas del Brasil y al Caribe, para utilizarlos como trabajadores forzados en las plantaciones azucareras, las mismas en donde pocos años antes habían perecido millones de indígenas americanos. Los esclavos ingleses fueron transportados en su mayor parte a las plantaciones de América del Norte, Jamaica, Trinidad y Barbados y en mucho menor grado al río de la Plata. El destino de los esclavos franceses fueron las colonias del Caribe: Haiti, Martinica, Guadalupe y otras colonias francesas en el continente.
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