En Europa y el
Medio Oriente la escritura o lectura estaba limitada a las autoridades, los
cobradores de impuestos, los administradores de los bienes del estado, los
sacerdotes y unos pocos comerciantes destacados. Ello implicaba que en general
en tiempos antiguos (lo que habitualmente se llama las sociedades clásicas) era
que solo eran alfabetos el 2 o 3% de la poblaciòn, con un analfabetismo
superior al 95%. En algunas sociedades más organizadas como Atenas o Roma (en
sus respectivos apogeos) esa cifra pudo subir al 15-20% en los ambientes urbanos.
Debemos recordar que tanto los evangelios cristianos como el corán fueron escritos varias décadas después de la ocurrencia de los eventos descriptos. La Ilíada y la Odisea, supuestas obras de un autor legendario (Homero) fueron memorizadas a través de decenas de generaciones por varios siglos antes de ser escritas.
Tanto en Palestina como en Arabia, como en la Grecia micénica seguramente el analfabetismo fuera superior al 95%, tal vez el 98% (1). Ello llevaba a que la descripción de los acontecimientos históricos se realizara casi exclusivamente por la vía oral. Las escuelas coránicas islámicas (madrasas) se basaban y aún se basan) en la memorización del corán.
Esa situación perduró en Europa durante el período llamado “medieval” donde el saber leer y escribir estaba reservado a sacerdotes, ciertos funcionarios y el sector más afluente de las respectivas elites. No hay que olvidarse que los materiales escritos eran escasos porque requerían su elaboración manual. Muchas instituciones religiosas (monasterios, por ejemplo) cumplían la función de copiar manuscritos y su difusión era muy limitada. A ello hay que agregar que en Europa medieval la mayoría de los manuscritos estaban escritos en latín que era una lengua ignorada por la inmensa mayoría de la población.
La situación comenzó a cambiar cuando Johannes Gutenberg un alemán nacido en Maguncia y establecido en Estrasburgo inventó un procedimiento para reproducir textos e imágenes (la imprenta) que culminaría con su desarrollo técnico y adopción generalizada. El proceso de alfabetización fue muy lento. El latín siguió siendo la lengua de la iglesia católica que en gran medida impedìa la difusiòn efectiva de los materiales impresos. Recién en el siglo XVI los libros comenzaron a escribirse en las lenguas efectivamente habladas (alemán, italiano, francés, castellano).
Ee el siglo XVII, en época de William Shakespeare el analfabetismo llegaba al 90%. En Francia, durante el siglo XVIII los alfabetos eran apenas un 10%. Por esa razón eran tan importantes, tanto en Inglaterra como en Francia, las representaciones teatrales. Ellas eran la mejor forma de comunicación para una población que mayoritariamente no sabìa leer. En todos estos períodos históricos el porcentaje de analfabetismo de las mujeres era aún mayor al de los varones, oscilando entre el 95% y 98% en la mayoría de los casos.
Esa situación
comenzó a cambiar en el siglo XIX cuando se instaló la sociedad industrial con
una alta productividad en la impresiòn de manuscritos e imágenes. Se observó
una progresión de la tasa de alfabetismo que comenzó en un 10-15% a principios
del siglo (en Europa y ciudades de las colonias americanas) y culminó con un 30
a 50% a fin de siglo XIX.
El siglo XX fue
el período de alfabetización a nivel global. En las sociedades influenciadas
por la cultura y lenguajes europeos principales se difundieron los materiales
escritos, se popularizaron y democratizaron las escuelas, y en los países de
cultura oral, se adoptaron sistemas escritos que permitieron su difusión a
nivel general.
Junto con la difusión de los textos e imágenes se produjo una evolución cultural que incidió en nuevas realidades sociales y políticas. En el siglo XXI se ha agregado la difusión de textos e imágenes en forma remota e instantánea que permitió un acceso aún más rápido a los textos, imágenes, información e ideas.
(1) El porcentaje de alfabetismo se refleja en una de las reglas establecidas para el pueblo judío en tiempos romanos Soferim,111: 2 (ed. Higger, p. 218. “Un pueblo en el que solo hay uno que lee; se pone de pie, lee (el Torá), y se sienta, se pone de pie, lee y se sienta, incluso siete veces.” En otras palabras, en algunas ciudades solo había una persona que podía leer el Torá, que es una lectura religiosa altamente (hebrea) importante y significativa. O sea que en esa época, de acuerdo a ello, la tasa de alfabetización fue aproximadamente del 1 por ciento (si no más baja).
No hay comentarios:
Publicar un comentario