Goyahkla, un apache bedonkohe
quien luego sería conocido como Gerónimo, nació en la década de 1820 en una
localidad que los apaches llamaban No-doyon en las cabeceras del río Gila,
actualmente en el sureste del estado de Arizona. Su lugar de nacimiento es hoy
un sitio de reverencia entre los pueblos apaches sobrevivientes.
Su padre se llamaba Taklishim
- “El Hombre Gris”, hijo del jefe Mahko de la tribu Apache- Bedonkohe de quien
heredó las tradiciones. Su madre, le enseñó los míticos orígenes de su pueblo,
le enseñó a rezar a Usen, el ser supremo, también llamado el dador de vida. Le
explicó las leyendas y hazañas de los seres sobrenaturales, la Mujer de Blanco,
el Niño del Agua, entidades que están estrechamente conectados con el origen
del pueblo apache y de los bondadosos espíritus de las montañas, que vivían en
cavernas escondidas y que eran homenajeados en el ceremonial apache.
Cuando Goyahkla y sus
hermanos y hermanas tuvieron suficiente edad ayudaron a sus padres en los campos.
Trabajaron la tierra con palos sembradores y azadas. Plantaron el maíz, los
porotos enredados en los tallos y las calabazas cubriendo el suelo con sus
grandes hojas. En otoño recogían los productos de la cosecha en canastos
transportándolos a sus hogares, utilizando a menudo las cuevas existentes en
las montañas como sitios de almacenamiento.
La vida de Goyahkla
transcurrió sufriendo las luchas, derrotas y tragedias de la nación apache.
Cuando tenía 19 años las tropas mexicanas mataron a su madre, su esposa y tres
hijos. El jefe apache habría de comentar tiempo después: “Mi vida perdió todo
propósito”.
Bajo la jefatura de Cochise
primero y de Victorio y Nana después, los apaches resistieron las invasiones
estadounidense y mexicana. La agresión continuó y a pesar de la lucha fervorosa
gradualmente fueron desplazados de sus territorios hacia zonas más áridas y
menos productivas.
Al ser derrotados y muertos
Victorio y Nana, el liderazgo fue asumido por Goyahkla y Juh. En ese momento,
y para evitar mayores sacrificios a su gente, entraron en tratativas con el
gobierno de los EEUU.
Los representantes del
gobierno estadounidense les ofrecieron una extensión de tierra a cambio que
depusieran las armas. El lugar, llamado San Carlos, era árido y totalmente
inadecuado.
Daklugie, hijo de Juh lo
describió en forma ilustrativa.
“El Creador no hizo San
Carlos. Es un lugar más viejo que El- Simplemente lo dejó como una muestra de
cómo se hacían las cosas antes que El apareciera. Tome piedras y cenizas y
espinas, y arroje algunos escorpiones y serpientes de cascabel, ponga todo eso
arriba de piedras calentadas al rojo, agréguele el ejército de Estados Unidos
persiguiendo a los apaches y así tendrá a San Carlos.”
Los apaches rechazaron el
ofrecimiento y continuaron la lucha. Se replegaron a las sierras para continuar
la resistencia.
Seis años después de la caída
de Victorio, en 1886, murió Juh y Gerónimo quedó como único jefe acompañado
por un puñado de hombres, mujeres y niños en el agreste de la montaña. En ese
momento de su vida Gerónimo tenía 56 años.
El último bastión apache se
enfrentaba con dos poderosos ejércitos a ambos lados de la frontera. Eran sólo
diecisiete guerreros con sus familias. Estaban rodeados por cinco mil soldados
y miles de milicianos civiles del lado de los Estados Unidos y tres mil
soldados mexicanos en el sector de México.
.A pesar de la situación
desigual los apaches continuaron la lucha. Daklugie lo comentó de esta manera:
“En aquél tiempo Gerónimo
tenía también a Lozen, conocida como la Mujer Guerrera, Gerónimo se veía
debilitado, también por la presencia de mujeres y niños que debían ser
defendidos y alimentados. Nadie nunca capturó a Gerónimo. Yo lo sé. Yo estaba
con él. De todas maneras ¿Quién puede capturar al viento?”218
Algún tiempo después el
ejército norteamericano secuestró y trasladó a las mujeres y niños dejando a
los hombres solos en la lucha.
Pocos meses más tarde,
agotados y desalentados por la ausencia de sus familias, Gerónimo y los
guerreros apaches que lo acompañaban se rindieron al General Nelson Miles del
ejército de los EEUU con la promesa de que el jefe apache sería liberado en dos
años y se le permitiría vivir en paz en su reserva.
Otra vez se incumplieron las
promesas. Gerónimo fue mantenido en prisión por veintitrés años. Murió en 1909
todavía cautivo. El resto de los apaches, unos pocos cientos fueron enviados a
Oklahoma y Nuevo México.
En la actualidad los apaches
están concentrados en las reservas de Fort Apache y San Carlos en Arizona. La
mayoría de los apaches chiricahuas, mescaleros y lipan viven en la Reserva
Mescalero del sur de Nuevo México. Los apaches jicarillas tienen una reserva en
la zona centro-norte de Nuevo México.
En todas las reservas
sobreviven unos 60,000 apaches que procuran cicatrizar las heridas que les dejó
la guerra genocida de la que fueron víctimas.
La primera meta ha sido la
recuperación de su cultura y su tierra. Para ello comienzan a contar con la
ayuda de muchos hermanos del continente y de otras partes del mundo. Su lucha
ha sido larga y muy dura pero aún no ha terminado.
Gerónimo no fue dejado en paz
ni aún después de su muerte. A nueve años de su fallecimiento un grupo de
jóvenes pertenecientes a la elite más rancia de la sociedad norteamericana
violaron su sepulcro y se apoderaron de sus restos para encerrarlos en “La Tumba”
de la Universidad de Yale.
Tal vez el cráneo y los
restos de Gerónimo se encuentren hoy en Yale. No lo sabemos con seguridad. En
realidad pueden estar en otro lugar, en cualquier parte.
Lo que sí sabemos es que
desde hace mucho tiempo su espíritu se ha liberado de las ataduras de la
represión, la prisión, el secuestro y el abuso.
A más de un siglo de su
muerte el recuerdo de Goyahkla-Gerónimo permanece vivo en la historia más digna
de las Primeras Naciones de América.
Reproducido de Amerrique, los huérfanos del paraíso”, D.Antón, Piriguazú
Ediciones
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