(D.Antón)
Los estudios espectroscópicos de las nubes interestelares de
polvo cósmico llevados a cabo por varios observatorios astronómicos en los
últimos años han permitido comprobar que los hidrocarburos son muy abundantes
en el universo.
En particular, las investigaciones del astrónomo inglés Fred
Hoyle y otros miembros de equipo científico del Instituto de Astrobiofísica de
Cardiff en Gran Bretaña aportaron datos trascendentes acerca de varias
moléculas orgánicas encontradas en estas nubes, incluyendo algunas que
presentaban comportamientos espectrales sorprendentes, similares a los de las
esporas de ciertas bacterias.
En 1968 se realizaron estudios del polvo interestelar donde
fueron detectadas moléculas de aromáticos policíclicos (Donn, 1968 1).
Cuatro años después, en otra investigación (Johnson, 1972),
se obtuvieron elementos que confirmarían la presencia de porfirinas en este
polvo espacial.
En 1974 Wickramasinghe probó la existencia de polímeros
orgánicos complejos en condiciones espaciales, en particular poliformaldehidos3. Se
hace notar que estas moléculas están emparentadas con las celulosas que son muy
abundantes en la bioquímica terrestre.
Finalmente, ya en 1975, Hoyle y Wickramasinghe llegaron a la
conclusión de que los polímeros orgánicos constituían una importante proporción
del material del polvo.
En ese momento las conclusiones de ambos autores fueron
consideradas altamente especulativas.
En la actualidad, aunque con reservas, son en general
aceptadas. Incluso en un trabajo reciente de Wickramasinghe se describe el
hallazgo de polímeros hetero-aromáticos en polvos interestelares por los
instrumentos de la sonda Stardust que de acuerdo a la interpretación de los
autores constituirían fragmentos de paredes celulares rotas luego de impactos a
30 km por segundo contra las superficies de los detectores.
Luego de sus primeros trabajos a mediados de la década de
1970, Hoyle y Wickramasinghe continuaron sus investigaciones y concluyeron que
el espectro de absorción luminosa del polvo interestelar contenía una inflexión
que podía ser explicada si los granos tuvieran un cierto tamaño y fueran
huecos.
En 1979, luego de intentar comparaciones con numerosas substancias estos autores encontraron una gran similitud con esporas bacterianas secas. Estas últimas refractan la luz como esfera huecas irregulares y tienen una gama de tamaño de grano apropiada. En función de estos datos concluyeron que una proporción importante de los granos de polvo interestelar podía estar constituida por esporas de bacterias congeladas.
En 1979, luego de intentar comparaciones con numerosas substancias estos autores encontraron una gran similitud con esporas bacterianas secas. Estas últimas refractan la luz como esfera huecas irregulares y tienen una gama de tamaño de grano apropiada. En función de estos datos concluyeron que una proporción importante de los granos de polvo interestelar podía estar constituida por esporas de bacterias congeladas.
Este hallazgo fue considerado ridículo en su época y aún hoy
es generalmente ignorado. Incluso hubo quienes pensaron que «el pobre Fred
Hoyle había perdido la brújula».
Las investigaciones recientes en Cardiff y otros centros científicos dedicados al tema confirman estos descubrimientos y permitirían concluir que, si el polvo interestelar está constituido en parte por esporas de bacterias, los cometas y asteroides (también los planetas) que se formaron por la agregación de partículas de polvo, también las tienen, confirmando algo que parece lógico de acuerdo a la información disponible, que la vida es un fenómeno común en el universo.
Las investigaciones recientes en Cardiff y otros centros científicos dedicados al tema confirman estos descubrimientos y permitirían concluir que, si el polvo interestelar está constituido en parte por esporas de bacterias, los cometas y asteroides (también los planetas) que se formaron por la agregación de partículas de polvo, también las tienen, confirmando algo que parece lógico de acuerdo a la información disponible, que la vida es un fenómeno común en el universo.
En los últimos 15 años de su vida, hasta su muerte en 2001,
Hoyle se dedicó a estudiar las implicaciones de esta hipótesis. Su alumno y
sucesor, Chandra Wickramasinghe y los discípulos del Centro de Astrobiología de
Cardiff continúan explorando estos aspectos audaces e innovativos de la vida en
el espacio.
Del libro "¿Inagotables? Gas y Petróleo"de Danilo
Antón, Piriguazú Ediciones
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