Hace mucho tiempo cuando tenía algunas veleidades de
dramaturgo escribí una obrita de teatro que representamos con estudiantes del
IPA en algún teatrito de Montevideo y que lo habría de repetir algunos años más
tarde en Chilpancingo, México y en Toronto con compatriotas exilados. La obra ya no existe más, es apenas
un recuerdo. Pero hay algo que me quedó en la memoria, el nombre de los
principales personajes del argumento: los buenos y los malos, a los que puse los nombres de alicantos y esperpentos. No sé
de donde saqué esas dos palabras, ni sabía bien que querían decir exactamente.
Ahora, 50 años después, me picó la curiosidad de saber que
son o que eran los alicantos y los esperpentos, y de donde salieron estas
expresiones. Acá va lo que acabo de descubrir.
Los alicantos
Los alicantos son personajes mitológicos de los
indígenas del norte de Chile donde se cree que hay yacimientos minerales y
metales preciosos, de los cuales se alimenta el ave, por lo que el avistamiento
del Alicanto resulta ser algo de muy buena fortuna, porque si logras seguirlo
hasta su refugio, encontrarás oro, plata u otros metales preciosos.
Aunque no siempre resulta ser una buena señal para todos los
que lo observan, porque el Alicanto se da cuenta de las intenciones de quien lo
que lo sigue, por lo que si dicha persona es avariciosa, el Alicanto hará que
se pierda llevándolo por distintos caminos peligrosos y desconocidos, donde no
podrá volver, ni mucho menos encontrar su refugio. Debido a las tradiciones del
norte de Chile,
las personas que se pierden suelen rezarle a la virgen de Punta Negra para
poder encontrar el camino de vuelta y regresar a sus hogares. Se dice que el Alicanto puede llegar a cegar
con su brillo a quienes lo observan, puesto que la mayor parte del tiempo su
pelaje es de un brillante color dorado, debido a que se alimenta de oro, por
ende, si se alimenta de plata, su pelaje sería de un brillante color plateado.
Por otra parte, si el Alicanto come, no podrá volar por un tiempo debido a su
excesivo peso adquirido por el metal, lo que no es peligroso para el ave, ya
que no deja huellas al caminar y no podrán seguirlo.
Los esperpentos
El término esperpento o esperpentos aparece como concepto estético en la novela Luces de Bohemia que es una obra teatral de Ramón María del Valle-Inclán publicada en una primera versión por entregas semanales entre el 31 de julio y el 23 de octubre de 1920 en el semanario España. El esperpento es un nuevo género teatral y sería el primero de los cuatro textos que el propio autor consideraría de ese género. En la escena duodécima de la obra antes mencionada, el propio protagonista lo considera como una manera de mirar el mundo, explicitando los mecanismos de la deformación a través de un ciego y su lazarillo que deambulan por las calles de un Madrid absurdo, brillante y hambriento durante las horas que preceden a la muerte del poeta ciego. A través de ella Valle parece querer apuntar la idea de que la realidad española de la época es ridícula, absurda, una deformación grotesca de Europa, de modo que para expresarla literariamente no se pueden utilizar los recursos propios de la tragedia clásica, que es, por definición, sublime y sus protagonistas héroes. ¿Cómo mostrar, hacer comprensible el sentido trágico de la grotesca realidad española? ¿Cómo denunciarla? La respuesta también la ofrece Max Estrella en la citada escena XII: con una estética sistemáticamente deformada. Para explicarlo plásticamente apela Valle a la imagen de los espejos cóncavos del Callejón del Gato, en alusión a un popular local comercial de la madrileña calle Álvarez Gato, próxima al antiguo teatro del Príncipe, que lucía en su fachada estos espejos deformantes.
Los esperpentos
El término esperpento o esperpentos aparece como concepto estético en la novela Luces de Bohemia que es una obra teatral de Ramón María del Valle-Inclán publicada en una primera versión por entregas semanales entre el 31 de julio y el 23 de octubre de 1920 en el semanario España. El esperpento es un nuevo género teatral y sería el primero de los cuatro textos que el propio autor consideraría de ese género. En la escena duodécima de la obra antes mencionada, el propio protagonista lo considera como una manera de mirar el mundo, explicitando los mecanismos de la deformación a través de un ciego y su lazarillo que deambulan por las calles de un Madrid absurdo, brillante y hambriento durante las horas que preceden a la muerte del poeta ciego. A través de ella Valle parece querer apuntar la idea de que la realidad española de la época es ridícula, absurda, una deformación grotesca de Europa, de modo que para expresarla literariamente no se pueden utilizar los recursos propios de la tragedia clásica, que es, por definición, sublime y sus protagonistas héroes. ¿Cómo mostrar, hacer comprensible el sentido trágico de la grotesca realidad española? ¿Cómo denunciarla? La respuesta también la ofrece Max Estrella en la citada escena XII: con una estética sistemáticamente deformada. Para explicarlo plásticamente apela Valle a la imagen de los espejos cóncavos del Callejón del Gato, en alusión a un popular local comercial de la madrileña calle Álvarez Gato, próxima al antiguo teatro del Príncipe, que lucía en su fachada estos espejos deformantes.
Ahora bien, detrás de lo bufo, lo grotesco, lo cómico y lo absurdo se vislumbra siempre una situación dramática. Esa frontera indecisa entre tragedia y farsa es el armazón sobre el que se construye el esperpento. De este modo, la tragedia de España se convierte en espectáculo inquietante pero cómico. Todos los elementos del esperpento -personajes, ambientes, palabras y gestos- sirven para proyectar toda la vida miserable de España (Luces de Bohemia, escena XII). El furor de Valle llega a todos los rincones y casi nada escapa a ese proceso esperpentizados. El esperpento es entonces una ridiculización de la realidad a través de su deformación voluntaria y programada teatralmente.
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