Los terenas, sobrevivientes de invasiones y guerras logran preservar su cultura tradicional
Mato Grosso
do Sul, en sus 357,000 km2, alberga una de las mayores poblaciones indígenas de Brasil. Los terena,
por contar con una población bastante numerosa y mantener un contacto intenso
con la población regional, son el pueblo indígena cuya presencia en el estado
se revela de forma más explícita, ya sea a través de las mujeres vendedoras en
las calles de Campo Grande o de las legiones de cortadores de caña de azúcar
que periódicamente se desplazan a las destilerías para changa, el trabajo
temporal en las haciendas y usinas de azúcar y alcohol. Esta intensa
participación en el cotidiano sur-matogrossense favorece la atribución a los
Terena de estereotipos tales como "aculturados" e "indios urbanos".
Estas declaraciones sirven para enmascarar la resistencia de un pueblo que, a
través de los siglos, lucha por mantener viva su cultura, sabiendo positivizar
situaciones adversas ligadas al antiguo contacto, además de cambios bruscos en
el paisaje, ecológico y social, que el poder colonial y, a continuación, el
Estado brasileño los reservó.
Los últimos
remanentes de la nación Guaná en Brasil, los Terena hablan una lengua Aruak y
poseen características culturales esencialmente chaqueñas (de pueblos
provenientes de la región del Chaco). El dominio de los grupos de lengua Aruak
entre los diversos pueblos indígenas del Chaco, se debió al hecho de que esos
grupos eran, de larga data, predominantemente agricultores - y sobre esta base
económica se organizan socialmente en grupos locales (aldeas) más populosos,
expansionistas y guerreros.
Los
estudiosos de los pueblos chaqueños afirman que los Chané o Guaná disponían de
una base social mucho más sofisticada que sus vecinos Mbayá. Se estaban estratificados
en capas jerárquicas: los "nobles" o "capitanes" (los Naati
o "los que mandan") y la "plebe" o "soldados"
(Wahêrê-xané, o "los que obedecen"). Las relaciones de alianza
Guaná-Mbayá estaban basadas en el matrimonio: los jefes Guaná cedían a mujeres
de su casta para casarse con los "mayorales" Mbayá. Las relaciones
entre los dos grupos, por esa vía, consolidar a lo largo del tiempo una
estructura social compleja: por un lado, un segmento social autónomo en la
posición de proveedor de mujeres y alimentos; de otro, una casta guerrera
tomadora de mujeres y responsable de la seguridad de los grupos locales y
suplidores de instrumentos de hierro y caballos.
En la década
de 1760, la presión creciente de los españoles sobre los territorios Mbayá
ubicados en las márgenes occidentales de Paraguay, sumada a disputas internas
por prestigio guerrero, forzarían la migración de innumerables subgrupos Mbayá
y Guaná hacia el lado oriental del río. Esta migración probablemente se
extendió hasta las primeras décadas del siglo XIX. Los subgrupos Guanja -
Terena, Echoaladi, Layana y Kinikinau - que se establecieron al este del Chaco,
mantuvieron sin embargo en el nuevo territorio la forma tradicional de
organización en mitades y estratos sociales endógamos, sus rozas y también la
alianza con los Mbayá-Guaykuru.
Los terena
actuales todavía guardan la memoria de esta migración y de la travesía del río
Paraguay:
Tengo la historia conmigo, historia de mi
padre. Aquí en Cachoeirinha no había nadie ... Mi padre es de aquí mismo. El
bisabuelo de él vino del Ejexiwa [región comprendida entre la margen derecha
del río Paraguay y la llamada "morrería" de Albuquerque - hoy Corumbá
- en la margen izquierda del mismo río], mi padre contaba. Ellos habían sido
atacados por otros indios diferentes allá del Ejexiwa. Luego vinieron desde
allí, cruzaron el río Paraguay a Port Hope, atraz de Morraria ... Eran algo
cerca de Corumbá y luego hicieron pueblo aquí en Miranda ... En ese tiempo no
había purutuyé [blancos, portugués], de la misma manera el indio Terena,
Laiana, Kiniquinao, Echoaladi, Caduveo ... (Felix, anciano morador de la
aldea Cachoeirinha).
Otro aún
describe el modo como se hizo la travesía del río Paraguay:
Mi abuela, mi abuelo vinieron de Ejexiwa. (...)
(...) (...) (...) (...) (...) (...) (...).
La
resistencia de los Mbayá-Guaykuru frente al avance de los paulistas que se
dirigían a la región de Cuiabá mantuvo los Guaná distantes de relaciones con
europeos. Esta situación se mantuvo hasta la última década del siglo XVIII,
cuando, en 1791, se firmó el tratado de paz entre Portugal y Mbayá-guaicurú.
Este tratado
permitió el dominio portugués, aunque incipiente, en la orilla derecha del
Paraguay, al mismo tiempo significaría el desgaste de la alianza guaná-mbayá.
Uno de los pilares de esta asociación, como hemos visto, fue el suministro de
herramientas de hierro a los guana por
los mbayá - y que la primera comenzaría a obtener de forma independiente a
través del comercio con los portugueses.
Nuevos socios: los purutuyé (portugueses)
Lejos de la
amenaza de los constantes ataques de los 'indios jinetes, "pequeñas
colonias portuguesas / Sao Paulo comienzan a asentarse alrededor de las
fortificaciones avanzadas que se habían construido en la región en las dos
décadas anteriores a la firma del tratado, debido a la disputa límites con
España: Forte Coimbra (1775), Fuerte de Príncipe de la Beira (1776) y Presidio
de Miranda (1778).
Estas
relaciones de amistad entre purutuyé (portugués) y guanás se verían reforzados
por los agentes de la Corona: en 1797, uno de los principales líderes guaná
recibió una carta del gobernador general de la capitanía de Mato Grosso, a
cambio de su lealtad y fidelidad a la corona portuguesa . El documento
recomienda que los agentes oficiales portugueses (el "capitán" y
"todo su")" ... tratar y ayudar en todas las declaraciones de
amigos y vasallos de la corona portuguesa, dejando a disfrutar de todas las
libertades, privilegios y exenciones de que gozan los demás vasallos de la
misma Corona ... "(documento original depositado en el Archivo Público del
Estado de Mato Grosso, in Carvalho & Carvalho, 1998).
Los terena actualmente
Con una
población estimada en 16 mil personas en 2001, los terena, pueblo de lengua arawak,
viven actualmente en un territorio discontinuo, fragmentado en pequeñas
"islas" rodeadas por granjas y esparcidas por siete municipios
sur-matogrossenses: Miranda, Aquidauana, Anastácio, Dos Hermanos del Buriti,
Sidrolândia, Nioaque y Rochedo. También hay familias terenas viviendo en Porto
Murtinho (en la Tierra Indígena kadiweu), Dorados (TI Guarani) y en el estado
de São Paulo (TI Araribá). En estas dos últimas localidades, varias familias
terena fueron llevadas por el Servicio de Protección a los Indios (SPI) para
servir de "ejemplo" a los indios locales (con el fin de afinación de las
prácticas agrícolas y también de "obediencia" al sistema de control
impuesto por los funcionarios de aquel extinto órgano pública ...).
Las Tierras
Indígenas terena actuales fueron "requeridas" al Estado de Mato
Grosso por el SPI en las décadas de 1920 y 1930; dos de ellas sin embargo
(Cachoeirinha y Taunay / Ipegue) fueron "concedidas" por el gobierno
estatal a principios del siglo XX.
Del total de
la población terena, datos de la Funasa de 2001 estiman que 13.629 individuos
habitan las TIs arriba relacionadas, o cerca de 2.400 familias.
La lengua
De la
familia Arawak, la lengua terena es hablada por la mayoría de las personas que
se reconocen hoy como terena. Pero su uso -y frecuencia- es desigual en las
varias aldeas y Tierras Indígenas. Por ejemplo, en Buriti y Nioaque, son muy
pocas personas que la utilizan. En otros, como Cachoeirinha, hay casos de
jóvenes que apenas hablan portugués.
En general,
podemos definir a los terena como un pueblo estrictamente bilingüe -
entendiendo por ello una realidad social en la que la distinción entre una
lengua "madre" (por supuesto, indígena) y una lengua "de
contacto" o "de adopción" los portugueses en este caso) no tiene
sentido sociológico. La lengua materna para los terena no tiene importancia
socializadora, en el sentido de integrar al individuo en un mundo propio,
conceptualmente diferente del 'mundo de los blancos'. Podemos afirmar que su
uso está ligado a una socialidad afectiva. En otras palabras, la lengua terena
no se utiliza en estas sociedades como señal diacrítica para afirmar su
diferencia frente a los "blancos". (...) los terena tienen orgullo de
dominar, incluso a través del uso de la lengua del purutuya, la situación de
contacto con la sociedad nacional, y es este dominio que les permite seguir
existiendo mientras un pueblo político y administrativamente autónomo (a la
vez, Ladeira, 2001: 130-2).
Las relaciones
con portugueses y brasileños
, después de
1791, tenían variaciones entre los diferentes subgrupos guaná. Hercules
Florence describió, en la década de 1820, un grupo al que denominó
"guanás" - probablemente los echoaladi, cuya aldea era "un poco
por encima de Miranda" - de la siguiente manera:
"De cuántas tribus tiene el [río]
Paraguay, es ésta que más en contacto está con los brasileños. Son labradores,
cultivan el maíz, el aipim y la mandioca, la caña de azúcar, el algodón, el
tabaco y otras plantas del país. Son también industriosos, poseen algunos
ingenios de moler caña y hacen grandes piezas de tela de algodón con que se
visten, además de redes y cintas. Industriales, van, en canoas suyas o en las
de los brasileños, hasta Cuiabá para vender sus prendas, cintas, suspensiones,
cintas de sillín y tabaco.”0
La guerra de Paraguay y la pérdida de los
territorios
La eclosión
del conflicto entre Paraguay y la Triple Alianza, a finales de 1864, vendría a
cambiar de forma dramática la vida de toda la nación guaná, inaugurando un
nuevo tiempo. Uno de los escenarios del conflicto fue justamente en territorio
de estos pueblos que, aliado de los brasileños, sufrieron ataques y represalias
por parte de las tropas invasoras. Es cierto que todas las aldeas entonces
existentes en la región de los ríos Miranda y Aquidauana se dispersaron, con
sus habitantes buscando refugio en matorrales inaccesibles en la región (como
el lugar llamado Pulôwô'titi, hacia donde fueron los moradores de Cachoeirinha)
o en las sierras de Maracajú (donde Taunay estuvo en 1866, cerca del arroyo
Piranhinha y utilizado como refugio por los Kiniquinau).
En el
informe sobre el "estado de la catequesis" en 1866, el Director de
Indios informaba que "... no puedo
informarle sobre el estado de las aldeas ... como consecuencia de hallarse
aquella parte de la provincia ocupada por los paraguayos desde enero del año
pasado ... ". En 1870, el mismo Director informaba al Presidente de la
Provincia que el director de las aldeas de Miranda, fray Mariano, había sido
capturado y hecho prisionero por las fuerzas invasoras. La aldea del Ipegue fue
destruida por las tropas invasoras en 1866.
A pesar de
la intensa participación de los guaná en favor de las fuerzas imperiales y en
la defensa de sus tierras -cuyos episodios de esta participación fueron
descritos por Alfredo Taunay (en las obras "Entre los Índios" y
"La Retirada de la Laguna") - el gobierno del Imperio no reconocería
estos esfuerzos, no consignando un palmo siquiera de tierras para los guaná -
como lo haría, en 1880, para los kadiweu en la concesión de cerca de 500 mil
hectáreas de tierras en la región del Nabileque / Bodoquena.
Los impactos
de la posguerra: "tiempos de servidumbre"
Al fin del
conflicto con Paraguay, el antiguo territorio de las aldeas ya era disputado
por nuevos "propietarios", en general oficiales desmovilizados del
ejército brasileño y comerciantes que lucraron con la guerra y permanecieron en
la región. En las memorias de Taunay (1931: 35), queda claro el modo como
ocurrió este proceso de "fijación de los desmovilizados" y el proceso
de expropiación de sus tierras y su agregación como peones en las haciendas que
comenzarían a implantarse de la región:
"En los diversos campamentos de la sierra de Maracaju
se construyeron ranchos vastos y cómodos y poco a poco se regularizó el modo de
vivir de aquellas colonias híbridas de brasileños civilizados y indios, sobre
todo kiniquinaus, a las que se habían agregado guanás, terénas y laicos
".
De hecho, el
conflicto con Paraguay acarreó un cambio radical en el modus vivendi de los guaná
con la población brasileña local. Si antes la relación era de mutua
dependencia, basada en el intercambio recíproco entre los indios y las tropas
regulares que formaban la población dominante en los "presidios" de
Miranda y Albuquerque, después de la guerra las poblaciones indígenas pasaron a
relacionarse con un grupo humano heterogéneo y, oportunista - y que pasaría a
recibir apoyo oficial para la "colonización" de la región
conflictiva. En estos nuevos tiempos, la antigua relación de respeto y
solidaridad sería alterada.
Los recién
llegados, desmovilizados de una tropa que participó en una guerra violenta y
casi sin mando (Taunay, 1935) eran en general personas aventureras y
ambiciosas, listas para luchar para iniciar la ocupación de una región
devastada desde el punto de vista político y social - como indica el documento
oficial antes citado. Estos nuevos colonizadores -la mayoría llegada de
regiones de Brasil donde la relación con los indios era fundada en la
prepotencia y en el desprecio al "bugre" - desconocían completamente
cuál había sido el papel de los guaná en la conquista y mantenimiento de la
región en manos brasileñas. Y los indios se sorprendieron con el carácter
eminentemente predador de estos nuevos porutuya, recurriendo como podían a las
autoridades de Cuiabá -que antes los trataban con el respeto debido a aliados-
para defender sus tierras.
En cuanto a
esta situación, así se pronunciaba el Director General de los Indios, en
noviembre de 1871: "Sobre el indio
de la Tribu Terena, de nombre José Caetano, de quien trata el oficio de V. de 7
de la corriente, cuya recepción tengo el honor de acusar, lo que sé y puedo
afirmar es que el dicho indio con algunos de su tribu, en número de 17 [y]
Pedro Tavares, capitán de la aldea del Ipegue, en el distrito de Miranda
[contaron] que en la ocasión de la invasión paraguaya no sólo su tribu como
todas las demás, y más habitantes del distrito, abandonaron sus hogares y se
retiraron a los montes y bosques, donde permanecieron por seis años, que
últimamente volviendo a sus habitantes a reubicar sus domicilios, esos Terenas
encontraron su propia la aldea del Ipegue ocupada por Simplicio Tavares, por su
autonomía Piché, el cual les impide repoblar y labrar sus antiguas tierras y de
sus antepasados, por lo que venían a pedir providencias para no ser burlados de
sus propiedades de las cuales no lo podían desprenderse. Otro indio de la misma
tribu, de nombre Victorino, que se fía como alferes, y pertenece a la aldea del
Nachedache, lejos de Ipegue una legua, me hizo igual queja ".
A
continuación, en el mismo documento, ese funcionario consideraba - teniendo en
vista la ausencia de un misionero para dirigir las aldeas de Miranda y que allí
se había establecido un "cuerpo de tropas" - ser "...
conveniente que usted recomiende al comandante militar ya las autoridades del
lugar toda protección a los indios y que los mantengan en sus tierras, ya que
serán precisos aún años para que Miranda vuelva a su antiguo estado y tenga
autoridades propias de una Villa.
En 1871 era
nombrado el teniente coronel José Vicente Vieira Couto como director de las
aldeas y en esta calidad, según un informe del Director General de fecha 02 de
mayo de 1872
El
advenimiento de la República -y las concesiones político-administrativas
descentralizadoras hechas a los Estados federados y, consecuentemente, a los
jefes políticos regionales- sólo hizo agravar la situación de los Terena. En
este sentido, los testimonios de Rondon son esclarecedores:
"Es común encontrar a un camarada terena que
no deba a su jefe los cabellos de la cabeza ... Ningún" camarada de
cuenta "podrá dejar a su jefe sin
que el nuevo señor se responsabilice. Y, si tiene osadía de huir, corre casi
siempre el peligro de sufrir vejámenes, golpes y no raras veces la muerte, en
todo figurando la policía como co-participante de tales atentados "(1949:
83-84).
Los Terena y el SPI (Servicio de
Protección al Indio)
En las
décadas de 1910 y 1920, dos hechos significativos marcaría la historia terena:
la creación del Servicio de Protección al Indio (SPI) y la construcción del
Ferrocarril Noroeste de Brasil (NOB), esta última responsable directo por el
aumento de la población no- indígena de la región sulmatogrossense en cinco
veces a lo largo de dos décadas.
El SPI
instalaría sus puestos en la década de 1920, con el objetivo de llevar a los
Terena los objetivos de la "protección fraternal" preconizada por
Rondon - lo que, al menos en los primeros años, fue de hecho tentado. Pero
luego esa "protección", que debería ser de derechos, fue siendo
gradualmente transformada en imposición ideológica, culminando en la pérdida de
lo que aún quedaba de la autonomía política de los terena.
El
"encargado del puesto", en poco tiempo, pasaría a interferir en
prácticamente todos los aspectos de la vida social terena: de la mediación de
conflictos internos entre familias a la labranza - y guardia de los registros -
de los sucesos civiles (nacimiento, matrimonio y muertes) hasta la gestión de
los contratos de trabajo y establecimiento de una "guardia indígena"
para el mantenimiento del "orden": en cada detalle y momento, quedaba
marcado que los terena, allí, vivían por concesión. Como veremos más adelante,
en el caso de Buriti, un jefe del puesto - en la década de 1920 - fue el
responsable directo por la "autorización" para que un granjero vecino
se apropiara de una gleba de tierras de los indios, contribuyendo aún a la
expulsión de la aldea allí establecida.
Un agente
subalterno local de un sistema verdaderamente colonial de poder, este
funcionario pasaría a decidir el futuro del pueblo terena. Y ese futuro, ahora
"orientado legítimamente" por un purutuyé, se dirigiría a marcar
todas las reservas terena como reservas de mano de obra para las empresas
agropecuarias de la región - y él, el gerente de esta acción. En la historia
oral de los terena, son pocos los funcionarios del SPI (o de la Funai,
posteriormente) recordados por intentar realizar una gestión que privilegia el
trabajo interno.
El
"puesto" era un lugar de la estructura de poder colonial qie se
imponía para inmovilizar la fuerza de trabajo interna con miras a hacerla
disponible externamente. De hecho, ya en los años 1950 los datos recogidos por
Cardoso de Oliveira en Cachoeirinha impresionaban: de los 127 grupos domésticos
que constituían la aldea en 1957, sólo 19 (17%) vivían exclusivamente de la
agricultura interna y de la artesanía, mientras que el 46% del trabajo externo
y otro 37% combinaban el trabajo en sus rozas con el trabajo esporádico
externo. La población en la época era de cerca de 900 personas (Cardoso de
Oliveira, 1968).
Estas cifras
no se modificaron en los años siguientes; con la implantación de plantas de
azúcar y alcohol en la región, a finales de los años 70, los números, en
términos absolutos, con certeza aumentaron - así como la población indígena
residente en las "reservas" terena, que sobrepasaría los diez mil a
mediados de la década de 1980.
El fenómeno
de la urbanización de individuos terena en los centros regionales (sobre todo
Campo Grande y, en menor medida, Aquidauana y Dourados), creciente a partir de
finales de los años 50, estaría directamente ligado a la superpoblación de las
"reservas" y poca perspectiva de futuro que presentaban (Cardoso de
Oliveira, 1968). En 1960, este autor registró 418 individuos terena viviendo en
Campo Grande; hoy ciertamente esa cifra pasa de los 2 mil individuos - gran
parte manteniendo aún vínculos con sus aldeas de origen.
La mayoría
de estos migrantes salieron de la "reserva" de Taunay / Ipegue y
sobrevive como prestadores de servicios (empleados domésticos, proveedores de
mano de obra para servicios generales, dueños de pequeño comercio, funcionarios
públicos o de la antigua NOB, etc.). Las razones alegadas por la primera
generación de migrantes urbanos para dejar las reservas fueron los conflictos
internos (por diferencias sobre todo religiosas, a la llegada de los misioneros
protestantes a las dos reservas citadas). En comparación a las demás reservas,
son pocos los terena urbanizados egresados de Cachoeirinha (los cuales
todavía mantienen lazos permanentes con sus familias de origen en la reserva).
Podemos
inferir de los análisis de Cardoso de Oliveira (1968 y 1976) que las
condiciones adversas que fueron impuestas a los terena por la sociedad regional
dominante, en las cuatro décadas inmediatas al final de la guerra del Paraguay,
Las reservas
indígenas terena, consolidadas a partir de la década de 1920, servirían de punto
de apoyo vital para el reagrupamiento de las familias dispersas por la guerra y
que aún se encontraban bajo la servidumbre en los barracones de las haciendas.
Pasaron a representar, para los terena, no sólo el espacio necesario para la
reafirmación del ethos tribal, sino también de cierta libertad. Para los
residentes de las reservas, el trabajo externo volvería a ganar su
característica de trabajo facultativo, recuperando la libertad de elegir el
tipo de servicio y hasta el patrón. Este período de relativa libertad, al
parecer, duraría poco, exactamente hasta que el SPI cambiar su política en las
reservas.
La necesidad
de la imposición de los límites de las Reservas porque en realidad los terena
no los respetaban, es decir, continuaron usando y ocupando las áreas vecinas
para sus necesidades, cazando, pescando y recogiendo sus hierbas medicinales o
miel, siempre y cuando les satisfacía. Y es sólo a partir de 1960 que los terena
comenzarían a ser perseguidos y reprimidos, por los granjeros y por los encargados
del SPI, en sus expediciones. Y aun después, cuando se configuró una situación
de verdadera clandestinidad, jamás interrumpieron sus incursiones.
Del SPI a la Funai
Poco
cambiaría en esta estructura de poder con la sustitución del SPI por la Funai:
el jefe del puesto de este nuevo órgano heredaría de su antecesor del SPI las
mismas prerrogativas de poder. Sin embargo, el aumento de la demanda en
"escala" de la mano de obra para las usinas de caña daría motivo para
que aquel funcionario público (con el beneplácito del "capitán" y la
autorización de Campo Grande), pasara a cobrar una tasa, por indio contratado,
de los intermediarios ("gatos") de las usinas. El dinero así
recaudado debería ser utilizado en el "mantenimiento" de algunas
actividades del puesto. Este recurso pasaría a ser, en los años 80, el
principal atractivo para la disputa de la "capitanía" ... y fuente
importante de ganancias para el Puesto Indígena - cuya rendición de cuentas es
en general un secreto, apenas compartido por el jefe del PI y el
"capitán".
La
administración de la changa (como es llamado regionalmente el trabajo temporal
en las haciendas y hoy en las usinas de azúcar y alcohol) pasaría a ser uno de
los principales - si no el principal - papel desempeñado por el núcleo de poder
en la reserva (jefe PI, capitán y miembros privilegiados del Consejo). Así,
para sostener la posición de poder, actualmente, ese núcleo es responsable de
la indicación exclusiva de los "cabezas" - figuras de la aldea,
necesariamente alfabetizadas, que son los encargados de las "clases"
de trabajadores contratados por el contratista de las usinas. Estos
"cabezantes" reciben un salario diferenciado y se responsabilizan
íntegramente por "su" clase (compuesta por 20/30 trabajadores)
distribuyendo (y anotando) las tareas realizadas en el día a día del corte de
caña. La elección de estos individuos es básicamente determinada por las
relaciones de parentela y, sobre todo, por el alineamiento de lealtades, que
ocurren durante el proceso electoral, hecha por los candidatos a
"capitán". Un buen "cabezador" trae dividendos políticos
para su "padrino".
La extinción del extractivismo
El extractivismo,
que era una actividad complementaria hasta la década de 1970, pòr las
restricciones impuestas por los propietarios y por oposición de los líderes
locales, preocupados por la predación de los bosques de la Reserva. También
hubo el estímulo de un jefe de puesto para la plantación de café, de inicio con
buenos resultados; pero, sin acompañamiento técnico adecuado, fueron siendo
atacados por plagas hasta ser totalmente erradicados 8/10 años después.
A excepción
de este brote extractivista y de intento de implantación de cultivos
comerciales permanentes, otra iniciativa destinada a contemplar el trabajo
interno en las aldeas tuvo lugar a finales de los años 1970 y principios de los
80. Favorecida por un presupuesto pródigo administrado por los militares
presidentes, la Funai de, entonces, durante cinco años, benefició a los pocos
productores locales de Cachoeirinha por medio de "proyectos de desarrollo
comunitario". En realidad, tales proyectos (a los que se destinaban
anualmente fondos presupuestarios, fuera de los que se envían con la rúbrica
"mantenimiento del PI") sirvieron como una especie de capital inicial
gratuito para la introducción de la "revolución verde" en el universo
de las Reservas Terena. Los efectos sobre el ambiente natural de este proceso
de "modernización" del trabajo agrícola se analizarán a continuación.
Pero es a partir de este brote modernizante que nuevas áreas de rozas serían
abiertas en las "reservas" Terena, privilegiando culturas no más de
mera subsistencia, pero claramente buscando la generación de excedentes
comercializables.
Mientras
duró la abundancia de los recursos a fondo perdido de la Funai, de hecho
algunos productores locales se beneficiaron, trayendo alguna esperanza para los
que vivían exclusivamente de las rozas. Se adquirieron pequeños tractores,
máquinas de beneficiamiento, además del suministro de abonos y semillas
seleccionadas y del aceite para la preparación y plantación - a veces el PI
cobrando la restitución de la semilla y del aceite, otras no, dependiendo del
acierto con el "capitán" y de la caja del PI. Y también trayendo
invasoras resistentes, compactación del suelo y el estímulo a la apertura de
nuevas áreas. Se contrataron técnicos agrícolas y agrónomos para dar soporte a
la agricultura comercial Terena. La jefatura del PI pasó a gestionar entonces,
además de la changa, un emprendimiento agrícola más sofisticado - y de poca
duración
El patrón de
localización de las aldeas (oneó) guaná o chané se alteró a lo largo de los
años en función de la limitación territorial impuesta a estos grupos después de
la guerra con Paraguay. Antes de la guerra, cuando la disponibilidad de tierras
era aún grande, la distribución de las aldeas guaná no difería mucho del
patrón, digamos "clásico", descrito por Sanches Labrador (El Paraguay
Catolico: 275-276). Este patrón combinaba -como ya indicaban los primeros
cronistas, aún en el siglo XVII, para los guaná del Chaco meridional - una
agricultura bien desarrollada con la caza, la pesca y, ya en Brasil, la cría de
ganado vacuno y caballería - con los cuales, aprendieron a lidiar en el largo
período de convivencia que mantuvieron con los mbayá-guaicuru.
Este modo de
ocupación -con la fijación de la aldea en un punto privilegiado del territorio-
exigía un área de extensión considerable, puesto que las rozas (cawané),
pertenecientes a un mismo grupo de parentesco liderado por un
"capitán" o jefe de la familia y se distribuían en matas de
"galería" contiguas, a lo largo de los años.
Históricamente,
aldeas guaná poseían, en promedio, de 30 a 40 casas (ovocuti) y, según Sanches
Labrador, cada casa media "de 16 a
20 yardas de longitud por 8 de ancho" y en la que vivían un "capitán ... junto con sus hermanos y sus
parientes ... [y] cada casa tiene cinco puertas. Si consideramos que casas
en estas dimensiones (15 x 7 metros como mínimo!) Considerando que albergaban
entre 20-30 personas (cinco grupos domésticos, delimitados por sus
"puertas"), entonces podemos estimar la población de las aldeas en
Ejexiva en cerca de 600 a 1.200 personas - cifras que, como vimos en el tópico
anterior, se mantendrían en Brasil hasta la primera mitad del siglo XIX.
Los grupos
domésticos (compuestos por marido, mujer, hijos, yemas y, eventualmente,
cautivos de otros grupos indígenas, los llamados cauti) de cada casa poseían
áreas contiguas 0e rozas. Ninguno de los cronistas, del Chaco o de Brasil,
menciona las dimensiones de las rozas terena antes de la guerra del Paraguay.
Sin embargo, los terena actuales afirman que las rozas "de toco" de
sus abuelos poseían, en promedio, seis "tareas" (una
"tarea" es igual a 30 "brazas" cuadradas o cerca de 3.600
m²) por grupo doméstico (es decir, , alrededor de 2,16 ha). Esta cifra es
perfectamente compatible con los instrumentos entonces utilizados por los guaná
para sus lides agrícolas - equipamientos mucho más desarrollados que, por
ejemplo, aquellos utilizados por los guaraní, sus vecinos meridionales y
también dependientes de la agricultura.
La elección
del lugar para el establecimiento de las aldeas guaná debería tener en cuenta
la disponibilidad de bosques que denunciaban suelos propicios para la formación
de las zonas de caza, recolección y pesca (lagunas o ríos de porte), necesarios
para el período de sequía y de entrecosecha de los productos cultivados). Al lado
de eso, el territorio de ese grupo debe poseer un área necesaria para la cría
de bueyes y caballos en régimen extensivo.
Estos
criterios -y limitaciones impuestas por las condiciones ecológicas de la meseta
pre-pantanal brasileña-, la única región propicia al establecimiento de las
aldeas guaná sería aquella del interflúvio Miranda-Aquidauana-Taquari. Además,
barreras y límites sociales impusieron la fijación de la mayoría de los grupos guaná en aquella región. En el sur (en las cabeceras del Miranda y sierra de
Maracajú) y al este (los llamados "campos de Vacaria", además de
Aquidauana), los límites para la expansión de los Guaná serían dados, por un
lado, por los indios "Coronados" (Ofayé-Xavante, y, por otro lado,
por los Kaiowá-Guaraní (interflúvio Brillante-Dorados-Apa). En el norte, la
barrera era dada por el Pantanal y los indios guató, enemigos históricos de los
guaná - como mencionan varios cronistas (por ejemplo, Castelnau, 1949) y
estudiosos clásicos (como Metraux, 1946).
En todas las
tierras terena, hoy, el "sector" (como los propios indios llaman y es
sinónimo de "aldea") es la unidad social más inclusiva, dotada de
autonomía política propia, o sea, posee un "cacique" y un
"cacique" consejo tribal "que responde por las relaciones
políticas de cada sector. Menos en Cachoeirinha, donde la figura del
"cacique general" aún permanece en vigor. Vinculado estrictamente a
la aldea sede (del Puesto Indígena), por lo tanto, el control político de la
Reserva pasa aún por los liderazgos de esta aldea; en los demás sectores, el
"cacique general" administra la elección y proceso de elección del
"cacique" local. Este arreglo político todavía es fuente de muchas
disputas y tensiones entre los sectores y el "cacique general" (y el
Puesto Indígena de la Funai, consecuentemente). En suma, contrariamente a lo
que ocurre en la mayoría de las demás Reservas, en la de Cachoeirinha los
sectores tienen una autonomía político-administrativa apenas relativa (a los
intereses estrictos de sus áreas jurisdiccionales y sus habitantes).
Cada sector
o aldea resuelve, dentro de ciertos marcos normativos, las pendencias
jurídico-políticas entre sus miembros. Los asuntos que se refieren al conjunto
de los sectores de la Reserva son tratados en reuniones grandes, con la
presencia necesaria de todos los líderes de los sectores. En Cachoeirinha,
estas reuniones tienen lugar en un área en las vecindades de la sede del Puesto
Indígena.
La aldea (o
sector) está compuesta por un conjunto de residencias situadas dentro de sus
límites, establecidos por ciertos marcos (accidentes geográficos, carreteras,
azudes, etc.) y después de discutidos con los liderazgos del conjunto de la
Reserva en el contexto del proceso de concesión de la autonomía de determinada
aldea, ya que las aldeas fueron establecidas a lo largo de la historia de la
Reserva. Los intereses comunes, y que constituyen su unidad, son estrictamente
políticos: no está en juego aquí el acceso a lotes para los caminos (veremos
que esta cuestión está ligada a la parentela agnática); lo que se cobra del
residente de determinado sector es el respeto a ciertas reglas de conducta. Hay
una cierta cantidad de libertad para el establecimiento de residencia en
cualquier sector.
Este cuadro
de libertad está condicionado por la propia situación de Reserva: pues, dada la
exigencia territorial, su espacio no se constituye en una base indispensable y
exclusiva para la producción que posibilite la generación de ingresos y la
subsistencia para todos sus habitantes; antes y sobre todo, la Reserva de
Cachoeirinha es, para la mayoría de sus habitantes, el lugar de la vivienda y
de referencia para la actualización de la identidad Terena (Cardoso de
Oliveira, 1968).
No se vive
de la Reserva, sino en la Reserva: en Cachoeirinha por ejemplo, de las 484
familias nucleares (padre-madre-hijos menores) censadas por nosotros en 1999,
cerca de 87 vivían exclusivamente del trabajo interno en las rozas (alrededor
del 18%); otras 268 combinaban el trabajo en las rozas y el trabajo externo
eventual (55%); las restantes 129 (cerca del 27%) por lo tanto vivían solamente
del trabajo externo. De ahí la constatación hecha por Cardoso de Oliveira, ya
en los años 1950, de que "la Reserva Indígena, en el área Terena, tiene
una significación definida en la conciencia regional: representa una reserva
natural de mano de obra".
Por lo
tanto, las Reservas Terena no se parecen como un territorio indígena, en el
sentido que este término adquiere cuando, por ejemplo, nos referimos a los
grupos indígenas amazónicos, es decir, como locus fundamental para la
reproducción social de una sociedad, en sentido amplio. Por el contrario, la
situación de Reserva fue determinante para el proceso de integración de los
terena a la economía regional.
Las viviendas
Las
residencias se establecen en determinado sector teniendo por foco aglutinador
las parenteslas agnáticas (ienõchapá, o "mis parientes") - que se
constituyen en la unidad social de mayor densidad, política y social, en la
sociedad Terena contemporánea, sea en situación de Reserva o de ciudad. Esta
parentela está constituida por grupos domésticos ligados por lazos agnáticos
(línea de germanos masculinos), sus familias de procreación (esposas, hijos y
nietos) y sus agregados eventuales (hijos adoptivos, "primos", o
"tíos"), centrado (y organizado) en la figura de un jefe - el padre o
(con la muerte de éste) el hermano mayor.
Las casas de
estos grupos de hermanos, en general, se ubican próximas unas de otras. Sus
lotes de rozas son contiguos, habiendo cooperación económica y reparto de
alimentos entre las casas, constituyendo, por lo tanto, una unidad de
producción real que se superpone a los grupos domésticos que la componen. El
apoyo mutuo, incluso político, es la regla -lo que no quiere decir que no
ocurran problemas y escisiones. Aparentemente, lo que garantiza la unidad, el
crecimiento y el peso político de la parentela agnática es la capacidad de
liderazgo y aglutinación de su jefe -es decir, su capacidad de ampliar y
mantener solidario al grupo de hermanos. Se resalta sin embargo que, mientras
la composición de la parentela agnática se da de forma natural (de ahí su
"cierre"), su unidad es construida por la capacidad de su líder en
efectivizar la solidaridad política y la cooperación económica entre los
hermanos (y sus respectivas) familias conyugales).
La
residencia, por otro lado, alberga el grupo doméstico, compuesto en su límite
mínimo por dos generaciones (padre e hijos) - y, en el límite máximo, por
cuatro (abuelo, padre, hijos y nietos). Desde el punto de vista técnico, el
grupo doméstico puede estar constituido por una familia nuclear (compuesta por
la pareja y sus hijos solteros) o por una familia extensa (padres e hijos y
nuera o hija y el yerno) s), o por dos hermanos y sus esposas o dos hermanas y
sus maridos, caso muy raro en el universo terena). En la Reserva de
Cachoeirinha por ejemplo, cerca del 13% de los domicilios albergan familias
elementales; el 87% restante de las viviendas alberga familias extensas,
variables en su composición.
La regla
general en la sociedad terena para la residencia post-matrimonio es la
patrilocalidad (es decir, la joven esposa que va a morar en la casa del suegro)
- al menos durante los primeros años del matrimonio, hasta su consolidación con
el nacimiento del hijo (s), cuando la pareja establece una nueva residencia.
Esta nueva casa puede ser levantada en el grupo de vecindad del suegro o de sus
hermanos, dependiendo del papel más o menos aglutinador desempeñado por la
parentela agnática. Por otro lado, el número de casos de uxorilocalidad (el
joven esposo que va a residir en la casa de la esposa, que en general es la
casa del padre de ésta) verificados es alto - y es el factor que
"apresura" la construcción de una nueva casa por el el marido, por
regla general junto al grupo de vecindario agnático de donde viene - puesto
que, en una sociedad marcadamente patrilineal y que no impone la obligación
social o moral de prestar servicios al suegro - el joven esposo se siente
incómodo en allí permanecer por mucho tiempo (cf. Cardoso de Oliveira, 1968).
Así, la
localización de las aldeas está determinada por la distribución de estos grupos
de vecindad, cuya unidad, vimos, es consecuencia del proceso de constitución de
la parentela agnática. Pero este aparente equilibrio en la situación social y
política en las Reservas se mantiene sobre todo gracias a las reglas de
solidaridad del grupo de hermanos, que hoy se ven afectadas por la división
entre "católicos" y "creyentes" (y en estos, entre las
diversas iglesias hoy presentes en las Reservas). Esta división
"ideológica", en el pasado reciente, llegó a contaminar el propio
núcleo de poder en las Reservas (Cf. Altenfelder para Taunay-Ipegue y Cardoso
de Oliveira [1968] para Cachoeirinha).
La
distribución de las residencias en las Reservas y en los respectivos sectores,
junto con la localización de los lotes de rozas, de pastos y la cobertura
vegetal remanente, ilustran bien que el espacio para la instalación de nuevos
grupos domésticos en las Reservas llegó, hace años, a su límite crítico. Se
constata en la situación de Reserva un proceso donde, cada vez más a lo largo
del tiempo, determinadas condicionantes externas imponen las condiciones de
vida allí reinantes.
De este
cuadro resulta la necesaria demanda por el trabajo externo. Y su contrapartida
perversa, que es la relativamente alta oferta de mano de obra y el consiguiente
desalentamiento de su remuneración. Por eso no interesa a las elites regionales
exploradoras de esta mano de obra la alteración de ese status quo - pues son
raras, en la región, haciendas que no contaron (o cuentan) con los brazos
(baratos) de los Terena para su apertura y / o mantenimiento . Para cualquier
observador exento, es patente, hoy, el eslabón causal entre la situación de
Reserva (falta de condiciones de vida más dignas, traducidas en la alta tasa de
ocupación y en la migración), las dificultades de obtener mejores condiciones
de vida
de obtener
condiciones de vida mejores en el medio urbano y la emergencia de acciones
reivindicatorias inusitadas en la historia Terena reciente: la ocupación de
tierras contiguas a las Reservas, lo que ocurrió recientemente en el Buriti.
Así, los
cambios en los patrones históricos de la ocupación Terena a lo largo de los
años y en el modo de producción tradicional fueron determinados
fundamentalmente por la situación de confinamiento en Reservas. Está claro que
no se puede esperar un retorno idílico y totalmente irreal a las bases socioculturales
de antes de la guerra con el Paraguay; pero es muy posible esperar que las
áreas eventualmente recuperadas por los Terena en Mato Grosso do Sul serán
ocupadas según sus usos, costumbres y tradiciones - considerando algunos
conceptos más o menos obvios para cualquier antropólogo: que los patrones
socioculturales son dinámicos y que se alteran necesariamente frente a las
vicisitudes de la historia y que "tradición" aquí (es decir, desde el
punto de vista antropológico) no quiere decir "salvaguardia de
reliquias" y mucho menos "rescate cultural" (pues los Terena
permanecerán Terena en cualquier situación).
Con eso
queremos decir que, ampliadas las Reservas, es muy probable que se desarrollen,
a partir de ahí, una serie de nuevos eventos que alterarán irremediablemente el
paisaje de aquellas áreas - tales como la vuelta de la cobertura arbórea en las
áreas de pastizales; la reestructuración de los bosques secundarios existentes;
la apertura de nuevas áreas de rozas que aliviarán la presión sobre los
remanentes vegetales en las áreas actualmente ocupadas; el surgimiento de
puntos de recolección y una recomposición de la fauna - haciéndola indígena por
su modo de uso y apropiación.
Grupos estratificados y mitades
En el pasado
(pero en ciertas aldeas y dadas ciertas circunstancias esto prevele aún hoy) la
sociedad terena dividía a sus miembros en "capas", según la expresión
de Cardoso de Oliveira (1976) y cuya filiación era (y se da todavía) por la
línea paterna. Estas capas se denominan naati ("gente de jefes"),
wahêrê ("gente que pide" o "guerreros", o aún modernamente
"soldados") y cauti (corrupción de "cautivo", otrora
aplicada a individuos de otras etnias capturados en las familias luego de las guerras
e incorporados en la sociedad terena como trabajadores y sirvientes). A pesar
de la condición filiativa patrilineal, el segundo podía (o puede) acceder a la
primera condición dependiendo de su desempeño, otrora básicamente guerrero. Son
capas endogámicas y aún hoy (en Cachoeirinha, al menos) clasifican un matrimonio
como "bueno" (aquel que respetó la regla endogámica) o
"malo" (que no observó la regla).
Además de
esta estratificación en capas, los individuos terena están divididos en dos
mitades, cuya filiación también es dada patrilinearmente: las mitades
sukirikionó ("serios" y "mansos") y xumonó
("gozadores" y "bravos"). A pesar de su estatus sólo
ceremonial, ese par de mitades es ligeramente desigual, con los terena
prestando un valor más positivo a los miembros de la primera en relación a la
segunda (Cardoso de Oliveira, 1976: 49).
A pesar del
largo tiempo de contacto, los terena, sobre todo aquellos residentes en las
aldeas más "tradicionales", como Cachoeirinha y Bananal, utilizan los
poderes de sus "porangueiros", como dicen, o curadores (chamanes, en
terena: koixomuneti). En el caso de las curas de las enfermedades,
interpretadas como "males del espíritu" que afectan al cuerpo del
individuo (no hay separación entre el cuerpo y el espíritu en la concepción de
los curadores terena). También poseen el poder de descubrir hechizo que
terceros pueden haber colocado en el enfermo, causando su muerte. Estas
acusaciones son una constante fuente de
conflictos, que generan crisis políticas internas en las aldeas de
Cachoeirinha, por ejemplo. El koixomuneti actúa por medio de un "espíritu
compañero" (koipihapati) que en verdad es quien "descubre" las
cosas encubiertas y le orienta en la curación.
En
Cachoeirinha, en el mes de mayo, cuando las pléyades vuelven a aparecer en el
horizonte, realizan una fiesta (oheokoti) en la que los varios koixomuneti, pintados,
utilizando sus instrumentos básicos de trabajo (el "porango" o maracá
– itaaká.
El mito de
origen del pueblo Terena, un largo relato de cómo el héroe civilizador doble
(tiene una parte "gemela" que actúa como un antihéroe) Yurikoyuvakái
los sacó de debajo de la tierra y les enseñó el uso del fuego y de las las
herramientas agrícolas, es aún pasado de generación a generación, al menos en
Cachoeirinha. Es esta doble cara del héroe que fundamenta el comportamiento de
los miembros de las mitades xumonó (gozadores, "bravos") y
sukirikionó (serios, "mansos"), todavía presentes en muchos aspectos
de la vida social y ceremonial de Terena.
La
agricultura hoy practicada por los terena es diferente de la que se practicaba
antes de la Guerra del Paraguay. Anteriormente poseían un territorio suficiente
para desarrollar una agricultura itinerante, de corte y quema y posterior
barbecho, por tiempo suficiente para la regeneración de la fertilidad natural
del suelo.
En la
actualidad, confinados en las Reservas - factor fundamental para las
transformaciones ocurridas en su agricultura tradicional - los terena poseen
campos de cultivo permanentes, utilizando la mecanización (tractores) para
gradación, preparación de la tierra para plantío y eventualmente para la
apertura de nuevas áreas permanentes de cultivo. Las prácticas actualmente
utilizadas son adaptaciones posteriores a esta "modernización" forzada.
De las actividades productivas practicadas por los terena en las Reservas, la
agricultura sigue siendo su principal actividad.
El año
agrícola en todas las Reservas Terena se inicia en agosto, teniendo su término
en marzo / abril, con la plantación de frijol de la "sequía". La
producción agrícola obtenida en las zonas de roza Terena es destinada y para el
consumo familiar y, cuando es posible, para la venta - lo que es cada vez más
raro, debido al deterioro de los precios agrícolas. En la Reserva Buriti, el
arroz, el frijol, la mandioca y el maíz son los principales productos plantados
para el consumo. Cultivan aún para la subsistencia el frijol
"cabrito", la calabaza, la sandía, el maxixe, entre otros.
Las rozas,
por regla general, pertenecen al grupo doméstico (que engloba eventualmente más
de una familia elemental). Debido a la dinámica de sucesión por la línea
paterna, los terrenos ya desbravados por la parentela tienden a quedarse en el
dominio de hermanos consanguíneos, acentuando la patrilinearidad del sistema de
parentesco terena - y la virilidad de la residencia post-matrimonial
En virtud de
esta composición, las rozas de un mismo grupo de hermanos se distribuyen en
áreas contiguas. Este grupo -con la autoridad del más viejo- decide sobre
cuándo y qué plantar y trabajar colectivamente en su "trecho", a
pesar del reconocimiento de la propiedad individual de cada integrante para
cada "trecho". Esta descripción sirve para los grupos más antiguos de
la Reserva, descendientes de los formadores de las aldeas o de los primeros
migrantes. Los migrantes - sin base o apoyo en la parentela - tienden a abrir
(y fue así en el pasado) nuevas rocas en áreas concedidas por la jefatura.
Considerando
el hecho de que las Reservas tienen áreas claramente delimitadas e
insuficientes para asegurar la seguridad alimentaria mínima de toda su
población, la práctica de la agricultura se da en terrenos ya abiertos, y con
tractor. Hasta el inicio de los años 1990, todavía se produjo un pequeño avance
hacia las áreas de "capoeirão" (vegetación en etapa de regeneración
de 15 a 20 años) presentes en el entorno de las rozas abiertas, a través de una
técnica denominada "destoca": a partir de un área ya abierta, ellos
adentran la capoeira retirando los troncos más gruesos, de forma que queden los
troncos finos y los tocones de los árboles. Después del corte de los árboles
con hacha se efectúa la desgaja, retirando las ramas más gruesas para ser
aprovechadas como leña. Se realiza la limpieza de los troncos, estos son
removidos del interior de las áreas de roza y destinados a los más variados
tipos de uso: confección de caibros, moros e incluso venta (madera noble con
valor comercial). El material restante en las áreas de roza (leñoso y no
leñoso) era agregado junto a los cepos arbóreos y quemados. Esta
"destoca" gradual puede todavía ser utilizada hoy, dependiendo de la
disponibilidad de insumos (aceite, tractor y dinero para el tractorista).
Las áreas
nuevas para agricultura, recién preparadas, se destinan básicamente a las rozas
de maíz, arroz (éste en las pocas áreas naturalmente irrigadas y de tierra
negra) y frijoles. Las áreas destinadas a la siembra de estos cereales exigen
una condición de fertilidad de suelo diferenciado de otros cultivos. Junto a
las rozas de maíz y frijol (en las áreas más altas) se observa una gran
diversidad de cultivos consorciados, como calabaza, sandía, patata dulce,
maxixe, entre otros. Estos cultivos secundarios tienen la función de cubrir las
áreas de suelo entre los pies de la cultura principal, reduciendo así el
"maldecimiento" de la roza. Cuando la productividad de los géneros
principales comienza a disminuir en las áreas de roza, estas mismas áreas, al
año siguiente, se destinan a la siembra de los tubérculos (mandioca, patata dulce,
maxixe) y demás cultivos menos exigentes en fertilidad del suelo - por cierto,
período, hasta la recuperación de parte de la fertilidad del suelo.
Las familias terena que viven de la agricultura no logran obtener de ella la renta mínima
necesaria para mantener durante todo el año su grupo doméstico. Para que las
rozas sean exitosas, los liderazgos deben garantizar junto a los órganos
gubernamentales (alcaldías, órganos estatales y Funai, en este orden) el
suministro necesario de diesel y semillas y contar aún con que los tractores
estén en perfectas condiciones de uso. Sin embargo, esta situación coloca a los
cuidadores terena de las Reservas en la dependencia casi absoluta de los
insumos externos (aceite y semillas) - dependencia esta que acaba por someter a
los líderes indígenas al más descarado "clientelismo", sobre todo por
parte de las autoridades municipales, ávidas de los votos indígenas . Dado este
cuadro, los cultivadores indígenas sólo tienen el control sobre "qué
plantar", pero no sobre "cuánto y cuándo plantar". De ahí las
diferencias, año a año, verificadas en las áreas efectivamente plantadas en las
Reservas.
Otro punto
que merece ser destacado es la constatación de que la desigualdad en la
distribución de los lotes de rozas, sumada a las diferencias en el desempeño de
los líderes de las parenteslas familiares, se refleja en la existencia de
grupos domésticos más bien "exitosos" que otros, en términos de su
"condición de vida" (y los equipos domésticos y la ropa son la señal
exterior de estas diferencias).
Ganadería
A pesar de
la "vocación" terena para la agricultura, este pueblo jamás dejó de
ejercer la actividad de crianza de ganado, vacuno y equino, ocupación que
heredaron, para luego asumir como propia, en su prolongada convivencia con los mbayá-guaicuru.
Este conocimiento fue fundamental en los años subsiguientes a la guerra con
Paraguay, para la inserción de muchos terena como colonos y peones
preferenciales de las haciendas de la región.
En el
pasado, el acceso a las reses parecía estar restringido a los nativos de grupos
locales que tenían la prerrogativa de recibir, a través del intercambio de sus
mujeres con los "mayorales" mbayá, bueyes y caballos. Hoy, este
acceso se restringe a los Terena "exitosos", es decir, que
consiguieron dinero suficiente para comprar algunas reses, sea a través de los
largos años gastados en la changa o sea por medio de otro empleo cualquiera en
el mundo de los purutuyé. Pero la creación sigue siendo una señal de alto
estatus dentro de las reservas de Terena.
Por otro
lado, la cría de ganado, dada las limitaciones de las Reservas, se ha
convertido en una de las principales fuentes de conflictos internos. Y ya lo
era también en tiempos pasados, visto la división propuesta por el entonces
mayor Rondon cuando de la delimitación de las Reservas de Cachoeirinha y
Taunay-Ipegue, entre las áreas de roza y aquellas destinadas a la creación. El
"cierre" de las áreas de pastoreo en el interior de las Reservas fue
siempre causa de problemas políticos, pues sustrae del área común una parte
mayor que aquellas requeridas por las rozas - y para fines estrictamente
particulares, ya que los rebaños de la "comunidad" introducidos por
el SPI se han extendido desde hace muchos años.
Algunas
familias todavía crean cerdos confinados. Y prácticamente todas mantienen una
pequeña crianza de gallinas, que, junto con la carne de alguna caza y pescado,
son las principales fuentes propias (es decir, no adquiridas externamente) de
proteína de origen animal en las Reservas.
Sólo en
Cachoeirinha y Taunay-Ipegue observamos que la artesanía desempeña un papel
significativo como actividad económica - y es una de las fuentes de ingresos de
las mujeres, además de la cerámica.
Trabajos temporales
La modalidad
de trabajo externo temporal más antigua entre los Terena es la
"emprendida" en las haciendas vecinas. En la región del antiguo
territorio de Terena, es muy difícil encontrar una propiedad rural que no haya
contado con los brazos Terena para "abrirla" (es decir, sustituir la
selva nativa por los pastizales) o mantenerla. Y su modalidad (permanente o
temporal) variaron a lo largo de la historia Terena de la posguerra (del
Paraguay): la historia Terena registra el paso del "permanente
obligatorio" (o "tiempo de la servidumbre", en la definición de
los Terena de Cachoeirinha), al "temporal autónomo", pasando por la
"situación de colonia".
Hoy la
modalidad dominante (y casi exclusiva) del trabajo indígena en las haciendas es
aquella que llamamos "temporal autónomo". En general, la mano de obra
indígena es requerida "voluntariamente" para los servicios
instalación de cercas, corte de postes, carpina en pastizales y en el auxilio
al aparte de terneros y en la cosecha del frijol. Para este tipo de trabajo son
preferentemente aceptados los indios más viejos (grupo de edad de los 35-50
años) - y su contratación depende en gran parte de las relaciones de amistad
que cultivan, o cultivan, con los capataces de esas haciendas. En general, los
hombres maduros que ejercen eventualmente este tipo de trabajo externo ya
tienen su hacienda "preferencial" (o su "patrón", como
dicen).
La
administración de la changa, como hoy es llamada, regionalmente, el trabajo
temporal en las haciendas y hoy en las usinas de azúcar y alcohol, pasaría a
ser uno de los principales - si no el principal - papel desempeñado por el
núcleo de poder en las Reservas: jefe del PI , capitán y miembros privilegiados
del "Consejo". Así, para sostener la posición de poder, actualmente
ese núcleo es responsable de la indicación exclusiva de los "cabezantes"
- habitantes de la Reserva, necesariamente alfabetizados y que son los
encargados de las "clases" de trabajadores contratados por el
contratista de las usinas. Estos "cabezantes" reciben un salario
diferenciado y se responsabilizan íntegramente por la "su" clase
(compuesta por 40 a 60 trabajadores) distribuyendo (y anotando) las tareas
realizadas en el día a día del corte de caña. La elección de estos individuos
es básicamente determinada por las relaciones de parentela y, sobre todo, por
el aliciamiento de lealtades, que ocurren durante el proceso electoral, hecho
por los candidatos a "capitán". Un buen "cabezador" trae
dividendos políticos para su "padrino".
En lo que se
refiere al trabajo en el medio urbano, a partir de finales de los años 1950, la
creciente urbanización de grupos familiares Terena está ligada a la
superpoblación de las Reservas ya la ausencia de perspectiva en ellas. Cardoso
de Oliveira, que analizó exhaustivamente este fenómeno (1968, capítulo VI)
registraría, ya en 1960, 418 individuos Terena viviendo en Campo Grande. Por
esa época, las profesiones "liberales" (albañil, sirviente, auxiliar
de oficina, etc.) y el empleo fijo en la extinta NOB (Ferrocarril Noroeste de
Brasil) eran las principales actividades ejercidas por los Terena en el medio
urbano.
No
inventariamos exhaustivamente cuál es el tipo de trabajo que los Terena
egresados de las Reservas están ejerciendo en los núcleos urbanos. En las
entrevistas realizadas, las mencionadas con mayor frecuencia son la de
"empleada doméstica", "seguridad" y "vendedor".
Los Terena "en situación de ciudad" se concentran principalmente en
Campo Grande. Sin embargo, la mayor parte de esos indios todavía mantiene
fuertes vínculos con las Reservas
Caza, pesca y recolección
Esas
actividades tienen todavía importancia para la subsistencia de muchos grupos
domésticos, particularmente para aquellos más "pobres" - y que tienen
pocos recursos para adquirir proteína animal en las carnicerías de los
purutuyé. Pero estas actividades, por ser clandestinas (las áreas de caza y
pesca aún disponibles quedan hoy en granjas vecinas), no pueden
"aparecer" (en las cacerías, el arma es siempre escondida y el animal
abatido es rehogado y "disfrazado" en una bolsa , con material
vegetal) - ni siquiera para los demás "patricios".
Estas
actividades se ejercieron con más intensidad hasta mediados de los años 1970,
cuando los bosques y bosques de galería de la región todavía eran abundantes.
En los cerrados y pantanales (vaciantes) vecinos a las Reservas, todavía es
abundante la oferta de caitetus, antas, ciervos y ciervos (mateiro y
catingueiro). Como los granjeros nunca permanecían (o permanecen) en las
haciendas, y como eran patrices o conocidos los "encargados" por
ellas, el permiso para las cacerías estaba garantizado. Con la
"apertura" de áreas continuas para la formación de pastos
artificiales, en las áreas vecinas a la Reserva - intensificadas a partir de
los años 1970- se redujeron al mismo tiempo las áreas de caza y aumentaron la
represión y vigilancia de los "propietarios".
La caza en
las haciendas de la región fue reprimida desde la época del SPI, incluso con
castigos siendo reservados a los indios que cazar en esas haciendas. Por ser
clandestina, esta actividad implica un alto riesgo - y recursos, como la
escopeta y la munición, además de una disposición para arcar con las
consecuencias, pues si es flagrado por un funcionario de la hacienda, tendrá su
arma y la pieza de caza incautados, además de la posible amonestación por parte
del agente federal de la Funai, sin dejar de ejercerla. Actualmente las áreas
más buscadas son aquellas donde la vigilancia de los gerentes es más floja. La
utilización de perros en estas incursiones es vital, pero conlleva un riesgo
mayor. Los poseedores actuales de los inmuebles vecinos reclaman que esas
expediciones asustan al ganado, poniendo en riesgo la "integridad" de
sus reses (sic).
La pesca hoy
es otra actividad que los terena practican o buscan practicar con ahínco, a
pesar de acarrear casi los mismos riesgos de la caza. En los tiempos de sequía,
en las Reservas de Cachoeirinha, Taunay-Ipegue y Buriti, esa actividad
involucra un número sorprendentemente grande de personas de la nación terena.
La
recolección de miel y frutas, bastante importante en el pasado reciente, ya no
tiene la misma significación. Otras actividades extractivistas dignas de
mención presentes en las Reservas de Cachoeirinha y Taunay-Ipegue hoy son la
leña (para la cocina y también para la cocción de la cerámica) y las plantas
medicinales. La dependencia de muchas familias de la madera como fuente de
energía (cosa que ya no ocurre, por ejemplo, en la Reserva Buriti) es, además
de la cerámica, la responsable por el mantenimiento del monto de matas
significativas en las Reservas citadas.
Traducido y adaptado de:
https://pib.socioambiental.org/pt/Povo:Terena
Traducido y adaptado de:
https://pib.socioambiental.org/pt/Povo:Terena
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