martes, 20 de noviembre de 2018


El concepto de recurso natural

El concepto de recurso, en tanto que instrumento de la producción, es de aparición relativamente reciente. Su origen se relaciona con el desarrollo de las primeras sociedades industriales, y más en particular, con el proceso de industrialización experimentado por Inglaterra a fines del siglo XVIII. 
Los recursos naturales, a diferencia de los recursos humanos o los “de capital”, como las instalaciones y máquinas, son aquellos que no han sido generados en forma directa por la acción humana. 
En este marco conceptual, el agua, las plantas, los animales y los otros elementos de la naturaleza, pasan a ser considerados como “recursos naturales” y por lo tanto simples componentes de las cadenas productivas. Esta visión se desarrolló tan sólo durante los últimos siglos como resultado del proceso histórico de la “revolución industrial”1
En las sociedades tradicionales los componentes de la naturaleza eran considerados2 en forma diferente. En ellas, todo lo natural estaba intrínsecamente conectado a los sistemas espirituales y religiosos. El agua, en particular, era considerada un elemento sagrado que debía ser tratada de forma reverente. El carácter productivo era soslayado en beneficio de su rol espiritual como sustento de la vida. 
En muchas sociedades agro-urbanas pre-industriales (por ejemplo, en la Roma republicana e imperial, en Fez, Marruecos3, a principios del milenio, y en muchas otras urbes antiguas), se construyeron redes de abastecimiento urbano, a la vez que se establecían complejos sistemas de irrigación. Estos desarrollos llevaron a que se fuera perdiendo gradualmente la visión del agua como sustancia esencial, y que cada vez más, se la considerara como un producto. 
Cuando se instauró la revolución industrial en Europa y América del Norte, a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, estos enfoques utilitarios de los recursos naturales comenzaron a ser racionalizados, en cierto modo, como una forma de explicar los dramáticos cambios sociales y productivos que estaban teniendo lugar en esa época. 
Las primeras corrientes del pensamiento económico prosperaron en este marco filosófico industrialista: la escuela de economistas denominados los fisiócratas en Francia y Adam Smith en Gran Bretaña durante el siglo XVIII, y más tarde David Ricardo o Thomas Robert Malthus. 
Señala Martínez Alier4 que todos estos autores escribieron antes que se definieran las leyes de la termodinámica, y que por lo tanto se explica su particular análisis de la realidad económica. 
A ello hay que agregar el hecho de que en los siglos XVIII y primera mitad del siglo XIX no se experimentaba aún en forma intensa la presión antrópica sobre la naturaleza. 
En la segunda mitad del siglo XIX y durante todo el siglo XX, cuando ya se habían establecido los principios e instrumentos básicos de la física moderna, y era posible pensar las disciplinas económicas en nuevos términos, muchos economistas continuaron ignorando la naturaleza degradable del ambiente y el carácter finito de los recursos.  (continúa)
Del libro "Sequìa en un mundo de agua", D.Antón, Piriguazú Ediciones

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