sábado, 22 de septiembre de 2018



El Bomani, la ciudad navegante del Congo

Una extraña embarcación compacta, que consiste de un barco principal de unos cien metros de largo, y varias barcazas adosadas, espera la llegada de pasajeros y carga para comenzar el larguísimo viaje de Kinshasa a Kisangani en una distancia de casi 1,700 kilómetros.
No hay rutas terrestres que atraviesen el territorio congolés y, aparte de la vía aérea, de un costo inalcanzable para la inmensa de la mayoría de la población, la vía fluvial es el único medio de transporte disponible para la empobrecidos habitantes del país.
 Los pasajeros que se suben al Bomani, que así se llama el barco, para la larga travesía, etán constituidos por una multitud desordenada de tripulantes, hombres y mujeres con niños, familias enteras y todo tipo de cargas. De a poco se van subiendo al gran barco hasta llenarlo completamente. Pasan días y semanas antes que el extraño “barco” totalmente colmado de pasajeros pueda zarpar.
Al mes de espera los pasajeros se impacientan. El capitán promete que al otro día el complejo flotante zarpará al fin, cosa que por enésima vez no sucede. 
No llegó el combustible, hay que ajustar detalles, mañana sin falta. Dos meses después el barco (o como se le llame) recibe los miles de litros de combustible requeridos en más de 50 barriles y llega la hora de encender los motores que no responden todavía. Finalmente, luego de numerosos intentos y algunos arreglos improvisados, los motores se encienden y el barco zarpa.
Es una verdadera ciudad flotante, lleva hasta 2,000 pasajeros, no hay prácticamente espacio para moverse o dormir.
En el barco no hay servicios higiénicos, no hay camarotes, solo la planchada heterogénea y llena de todo tipo de personas. Tampoco hay agua potable (solo la contaminada agua del río). Lógicamente a los pocos días muchos pasajeros se enferman. Una sola enfermera prácticamente sin medicamentos, tiene que atender enfermedades intestinales, fiebres, heridas, partos y muchas otros problemas sanitarios de los pasajeros.
La comida les llega a los pasajeros desde las orillas, botes y canoas se acercan ofreciendo sus mercancías, pescado, tortas, frutas, permitiendo que los pasajeros con algún recurso puedan comprarlos.
El motor se rompe, hay que arreglarlo, puede demorar varios días, flotando en el río.
Para ganar tiempo la “ciudad flotante” navega en la noche. Como no se ve nada, finalmente encalla en un banco de arena.
Luego de muchos trabajos y esfuerzos, los tripulantes logran desencallar a la embarcación y continuar la marcha.
Luego de dos meses el extraño cortejo fluvial que avanza  lentamente debe interrumpir la navegación debido a fuertes combates en la zona. El Bomani apenas llegó a mitad de camino. .
Los pasajeros se bajan y esperarán algunos días o semanas hasta que otro barco pase y los lleve a su destino, con sus familias lejanas, o hasta la misma ciudad de Kisangani donde los esperan, posiblemente oportunidades de trabajo que en Kinshasa no existían.

https://www.youtube.com/watch?v=MF2fTlxsv6s&t=4s

No hay comentarios: