Texto de Bartomeu Meliá
“En la época de sus primeros contactos con los europeos, la
población guaraní alcanzaba cifras considerables. La hipótesis de una población
de 1.500.000 y hasta 2.000.000 (dos millones), aunque parezca
"fuerte" y sobreestimada, tiene fundamento serio en la documentación
histórica y gana verosimilitud considerando la buena productividad que alcanzan
las sociedades neolíticas con sus economías de reciprocidad; un asunto al que
volveremos porque está íntimamente ligado con la vida religiosa. Durante el
proceso colonial, el descenso demográfico alarmó a los propios gobernantes.
Provincias enteras, especialmente las que cayeron bajo el dominio de los
encomenderos y las que sufrieron los periódicos ataques de los
"bandeirantes" paulistas en busca de esclavos, fueron destruídas. La
provincia del Guairá, por ìejemplo, que contó con más de 200.000 indios (y tal
vez hasta 800.000), fue reducida a prácticamente ningún habitante. "La
mayor parte de esta gente se ha muerto de pestilencia, malos tratamientos y
guerra..." (BarzanaT394, in: Monumenta Peruana V, 1970:590-91). Guerras,
malos trGuerras, malos tratos, epidemias y cautiverios fueron los cuatro
jinetes de aquel apocalipsis colonial que se abatió sobre el pueblo guaraní
(cf. Meliá 1988:89). Unos pocos millares de indios Guaraní fueron absorbidos
por el mestizaje biológico y social, mientras otros eran "reducidos a
pueblos" en la misiones franciscanas (desde 1580) y jesuíticas (desde
1609). Cuando esos pueblos fueron desintegrándose como comunidades a lo largo
del siglo XIX, sus pobladores tornáronse miembros del nuevo Estado paraguayo
que los asimilaba y les imponía, una vez más, otro proceso de
"reducción" hacia la condición de campesino pobre. La opresión
colonial, especialmente sentida desde que se instauran los repartimientos de
indios a los encomenderos (1556), hizo estallar numerosas rebeliones contra los
"cristianos". Entre 1537 y 1616 se registran no menos de veinticinco
revueltas, y lo llamativo del caso es que la mayoría de ellas presentan una
manifiesta estructura profética. La rebelión arranca de la tradición religiosa
que los indios sienten amenaza-da y se manifiesta a través de gestos y palabras
también religiosas. Una de las más significativas respuestas proféticas contra
la opresión colonial fue la de Oberá, por el año 1579. Los Guaraní que seguían
a Oberá cantaban y danzaban ininterrumpidamente durante días. Desbautizaban a
los que habían sido bautizados y les conferían nuevos nombres conforme a la
tradición indígena. Este y otros levantamientos son movimientos de liberación
contra la servidumbre colonial, al mismo tiempo que una confirmación del modo
de ser tradicional, que en la religión encuentra su expresión más auténtica. Si
en las épocas anteriores a la colonización los Guaraní pueden haber sentido a
veces la tierra que habitaban preñada de males -cataclismos naturales,
inundaciones y sequías, enfermedades, disensiones internas, ataques de tribus
enemigas-, no hay duda de que la crisis de éstos y más terribles males es la
dominación colonial que como sistema les quita la libertad. Incluso las
reducciones jesuíticas, con su declarado intento de librarlos de la encomienda
y del servicio personal, no eran sino espacios de libertad reducida donde el
"modo de ser religioso" tradicional se veía desacreditado, ridiculizado
y hasta físicamente perseguido. La entrada de los jesuitas en el mundo guaraní
estuvo acompañado durante años por una verdadera "guerra de mesías",
en la expresión de un antropólogo moderno. Si bien los jesuitas entraron en un
relativo diálogo con el pueblo guaraní cuando se trataba de comunicación
lingüística y de ciertas concepciones de la vida económica y política, el
antagonismo en el campo religioso, tanto en el campo de las creencias como en
el de la expresión ritual, fue total. "El antiguo Paraguay habitado por
los indios Guaraní fue durante dos siglos la tierra de elección de mesías y
profetas indígenas. Ninguna otra región cuenta con tantos movimientos de
liberación mística... Su multiplicación en el momento en que los conquistadores
y jesuitas establecen su dominación y se esfuerzan por destruir la antigua
civilización, se explicaría por la desesperación que se apoderó de los
Tupinambá y de los Guaraní.”
Del libro "El Guarani, experiencia religiosa", de Bartomeu Meliá
Del libro "El Guarani, experiencia religiosa", de Bartomeu Meliá
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