martes, 11 de septiembre de 2018

Resistencia guaraní frente a la invasión colonial: visiones proféticas y desbautismos
Texto de Bartomeu Meliá
“En la época de sus primeros contactos con los europeos, la población guaraní alcanzaba cifras considerables. La hipótesis de una población de 1.500.000 y hasta 2.000.000 (dos millones), aunque parezca "fuerte" y sobreestimada, tiene fundamento serio en la documentación histórica y gana verosimilitud considerando la buena productividad que alcanzan las sociedades neolíticas con sus economías de reciprocidad; un asunto al que volveremos porque está íntimamente ligado con la vida religiosa. Durante el proceso colonial, el descenso demográfico alarmó a los propios gobernantes. Provincias enteras, especialmente las que cayeron bajo el dominio de los encomenderos y las que sufrieron los periódicos ataques de los "bandeirantes" paulistas en busca de esclavos, fueron destruídas. La provincia del Guairá, por ìejemplo, que contó con más de 200.000 indios (y tal vez hasta 800.000), fue reducida a prácticamente ningún habitante. "La mayor parte de esta gente se ha muerto de pestilencia, malos tratamientos y guerra..." (BarzanaT394, in: Monumenta Peruana V, 1970:590-91). Guerras, malos trGuerras, malos tratos, epidemias y cautiverios fueron los cuatro jinetes de aquel apocalipsis colonial que se abatió sobre el pueblo guaraní (cf. Meliá 1988:89). Unos pocos millares de indios Guaraní fueron absorbidos por el mestizaje biológico y social, mientras otros eran "reducidos a pueblos" en la misiones franciscanas (desde 1580) y jesuíticas (desde 1609). Cuando esos pueblos fueron desintegrándose como comunidades a lo largo del siglo XIX, sus pobladores tornáronse miembros del nuevo Estado paraguayo que los asimilaba y les imponía, una vez más, otro proceso de "reducción" hacia la condición de campesino pobre. La opresión colonial, especialmente sentida desde que se instauran los repartimientos de indios a los encomenderos (1556), hizo estallar numerosas rebeliones contra los "cristianos". Entre 1537 y 1616 se registran no menos de veinticinco revueltas, y lo llamativo del caso es que la mayoría de ellas presentan una manifiesta estructura profética. La rebelión arranca de la tradición religiosa que los indios sienten amenaza-da y se manifiesta a través de gestos y palabras también religiosas. Una de las más significativas respuestas proféticas contra la opresión colonial fue la de Oberá, por el año 1579. Los Guaraní que seguían a Oberá cantaban y danzaban ininterrumpidamente durante días. Desbautizaban a los que habían sido bautizados y les conferían nuevos nombres conforme a la tradición indígena. Este y otros levantamientos son movimientos de liberación contra la servidumbre colonial, al mismo tiempo que una confirmación del modo de ser tradicional, que en la religión encuentra su expresión más auténtica. Si en las épocas anteriores a la colonización los Guaraní pueden haber sentido a veces la tierra que habitaban preñada de males -cataclismos naturales, inundaciones y sequías, enfermedades, disensiones internas, ataques de tribus enemigas-, no hay duda de que la crisis de éstos y más terribles males es la dominación colonial que como sistema les quita la libertad. Incluso las reducciones jesuíticas, con su declarado intento de librarlos de la encomienda y del servicio personal, no eran sino espacios de libertad reducida donde el "modo de ser religioso" tradicional se veía desacreditado, ridiculizado y hasta físicamente perseguido. La entrada de los jesuitas en el mundo guaraní estuvo acompañado durante años por una verdadera "guerra de mesías", en la expresión de un antropólogo moderno. Si bien los jesuitas entraron en un relativo diálogo con el pueblo guaraní cuando se trataba de comunicación lingüística y de ciertas concepciones de la vida económica y política, el antagonismo en el campo religioso, tanto en el campo de las creencias como en el de la expresión ritual, fue total. "El antiguo Paraguay habitado por los indios Guaraní fue durante dos siglos la tierra de elección de mesías y profetas indígenas. Ninguna otra región cuenta con tantos movimientos de liberación mística... Su multiplicación en el momento en que los conquistadores y jesuitas establecen su dominación y se esfuerzan por destruir la antigua civilización, se explicaría por la desesperación que se apoderó de los Tupinambá y de los Guaraní.”
Del libro "El Guarani, experiencia religiosa", de Bartomeu Meliá

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