lunes, 17 de septiembre de 2018


Los dogmas no son buenos para el avance de la ciencia
Desde hace un tiempo, y como observador imparcial de algunos de los principales paradigmas científicos de las últimas décadas procuré analizar estas concepciones a la luz de mis experiencias y conocimientos.
Como todos sabemos el conocimiento científico es relativo. Lo que hoy se acepta como una gran verdad, mañana será desmentida por otras “verdades”  y lo que es más contundente , por los propios datos de la realidad.
Un paradigma que se impuso en los últimos 25 años es que se está produciendo un calentamiento climático, y que la causa del mismo es la acción humana a través de la combustión de hidrocarburos, lo que se ha dado en llamar (con un apelativo por lo menos dudoso) “combustibles fósiles”.
Tiene lógica. La necesidad o la codicia, ha llevado a utilizar los hidrocarburos disponibles en la corteza (petróleo, carbón, gas natural, etc) para proporcionar energía a las industrias, hogares, automóviles, ferrocarriles, navíos y otros medios tecnológicos característicos de las sociedades industriales globalizadas.
Debido al consumo incontrolado se generan enormes cantidades de dióxido de carbono que se acumula en la atmósfera produciendo un efecto invernadero que aumenta la temperatura, generando un cambio climático, que, de acuerdo a este enfoque “muy lógico”  es culpa de los seres humanos (o del  “hombre” si usamos la terminología patriarcal dominante).
Es todo muy lógico. Sin embargo la realidad es terca. Los datos concretos (crudos, NO modificados) muestran que este razonamiento falla en varios aspectos.
En primer lugar, como todos los geólogos sabemos, hablar d4e cambio climático es equivalente a no decir nada. En La Tierra los climas han cambiado durante toda su historia. En diferentes épocas y lugares han habido climas cálidos húmedos, áridos, fríos, edades glaciares, en sucesivos períodos geológicos y hay numerosas formaciones rocosas que dan testimonio de ellos. Por lo tanto hablar de “cambio climático” es como no decir nada nuevo.
En cuanto a la terminología también utilizada, aunque en menor grado, se habla de calentamiento global, deshielo de la Antártida, ascenso del nivel de los océanos, tropicalización de climas templados, aumento del número de huracanes y otros fenomenos análogos producto de ese calentamiento que se afirma.
En cada uno de estos fenómenos se encuentran datos contradictorios. Para empezar es muy difícil demostrar el calentamiento con los métodos tradicionales de medir la temperatura (estaciones meteorológicas de distribución heterogénea que tienden a medir la influencia de las islas urbanas). La temperatura de los océanos, ha demostrado tener variaciones periódicas, y en los últimos años NO se ha apreciado un calentamiento generalizado. Las mediciones de los satélites tamboco han sido concluyentes. La temperatura de la atmósfera inferior no ha aumentado significativamente.
En cuanto al CO2, es de notar que el contenido de la atmósfera es muy pequeño, apenas del 0.04 %. Como las plantas (sustento de toda la vida en el planeta) requieren imprescindiblemente CO2 para realizar su metabolismo, su aumento, que en la actualidad es del orden de 0.0001 %  por año, tiene como principal efecto ayudar al crecimiento de los ecosistemas vegetales (como selvas, praderas o formaciones de algas).
En cuanto al C02 como gas de “invernadero”, no parece que pueda tener influencia cuando se le compara con el efecto invernadero del vapor de agua (muchísimo más abundante y con efecto más intenso) y sobre todo con la influencia de las variaciones de la radiación solar (que es, absolutamente, y casi única, la principal fuente de energía de atmósfera).
O sea, que no es probable que los minúsculos aumentos del CO2 en la atmósfera, puedan tener efecto en la temperatura global, y que sus principales efectos SON POSITIVOS, o sea el aumento de la productividad de los ecosistemas vegetales.
Claro, que esto es irrelevante para los poderes fácticos, que no se interesan en la verdad científica (verdaderamente, más allá de sus discursos) los datos de la realidad son irrelevantes.
Esto incluye por supuesto, a las autoridades académicas (que no pueden apartarse del paradigma so pena de perder sus subvenciones o cargos), las dirigencias políticas (que no saben mucho del tema y tratan de acomodar sus afirmaciones a lo que se espera de ellos desde el punto de vista de la conveniencia) y los dirigentes de empresas (que en general lograr extraer ganancias de cualquier paradigma imperante, sea cual sea).
Y por otro lado están los herejes.  Aquellos que analizan los datos de la realidad sin prejuicios ni preconceptos.  En este mundo globalizado hay muchos científicos (y no científicos) herejes.
Por supuesto que quienes discrepan con  la absurda idea del cambio climático no tienen buena prensa.  Son criticados como acientíficos, procurando no llevar la discusión al terreno de los argumentos porque los herejes tienen (tenemos) muchas dudas.
No hay certeza de que está produciendo un calentamiento global de la atmósfera (lo datos NO son concluyentes), no hay certeza que se están derritiendo los inlandsis de Antártida y Groenlandia. Los ascensos de los niveles de los océanos son muy lentos (un par de milímetros por año) y pueden ser el resultado de la inercia geológica posterior a la deglaciación reciente.
Las cosas NO están claras.
Cuando no hay certeza sobre los procesos, las decisiones políticas (y económicas) apresuradas pueden ser un arma de doble filo.
No es razonable dogmatizar los argumentos. No hay que olvidar que en gran medida los avances científicos de la humanidad fueron el resultado de las ideas y concepciones de los grandes herejes. Copérnico, Galileo, Newton, Lamark, Darwin y muchos otros han permitido generar nuevos jalones en el conocimiento humano que pueden servirnos de antecedente ilustrativos.
Los dogmas no son buenos para el avance de la ciencia.

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