Los dogmas no son buenos para el avance de la ciencia
Desde hace un tiempo, y como observador imparcial de algunos de los principales paradigmas científicos de las últimas décadas procuré analizar estas concepciones a la luz de mis experiencias y conocimientos.
Desde hace un tiempo, y como observador imparcial de algunos de los principales paradigmas científicos de las últimas décadas procuré analizar estas concepciones a la luz de mis experiencias y conocimientos.
Como todos
sabemos el conocimiento científico es relativo. Lo que hoy se acepta como una
gran verdad, mañana será desmentida por otras “verdades” y lo que es más contundente , por los propios
datos de la realidad.
Un
paradigma que se impuso en los últimos 25 años es que se está produciendo un
calentamiento climático, y que la causa del mismo es la acción humana a través
de la combustión de hidrocarburos, lo que se ha dado en llamar (con un
apelativo por lo menos dudoso) “combustibles fósiles”.
Tiene
lógica. La necesidad o la codicia, ha llevado a utilizar los hidrocarburos
disponibles en la corteza (petróleo, carbón, gas natural, etc) para
proporcionar energía a las industrias, hogares, automóviles, ferrocarriles,
navíos y otros medios tecnológicos característicos de las sociedades
industriales globalizadas.
Debido al
consumo incontrolado se generan enormes cantidades de dióxido de carbono que se
acumula en la atmósfera produciendo un efecto invernadero que aumenta la
temperatura, generando un cambio climático, que, de acuerdo a este enfoque “muy
lógico” es culpa de los seres humanos (o
del “hombre” si usamos la terminología
patriarcal dominante).
Es todo muy
lógico. Sin embargo la realidad es terca. Los datos concretos (crudos, NO
modificados) muestran que este razonamiento falla en varios aspectos.
En primer
lugar, como todos los geólogos sabemos, hablar d4e cambio climático es equivalente
a no decir nada. En La Tierra los climas han cambiado durante toda su historia.
En diferentes épocas y lugares han habido climas cálidos húmedos, áridos,
fríos, edades glaciares, en sucesivos períodos geológicos y hay numerosas
formaciones rocosas que dan testimonio de ellos. Por lo tanto hablar de “cambio
climático” es como no decir nada nuevo.
En cuanto a
la terminología también utilizada, aunque en menor grado, se habla de
calentamiento global, deshielo de la Antártida, ascenso del nivel de los
océanos, tropicalización de climas templados, aumento del número de huracanes y
otros fenomenos análogos producto de ese calentamiento que se afirma.
En cada uno
de estos fenómenos se encuentran datos contradictorios. Para empezar es muy
difícil demostrar el calentamiento con los métodos tradicionales de medir la
temperatura (estaciones meteorológicas de distribución heterogénea que tienden
a medir la influencia de las islas urbanas). La temperatura de los océanos, ha
demostrado tener variaciones periódicas, y en los últimos años NO se ha
apreciado un calentamiento generalizado. Las mediciones de los satélites
tamboco han sido concluyentes. La temperatura de la atmósfera inferior no ha
aumentado significativamente.
En cuanto
al CO2, es de notar que el contenido de la atmósfera es muy pequeño, apenas del
0.04 %. Como las plantas (sustento de toda la vida en el planeta) requieren
imprescindiblemente CO2 para realizar su metabolismo, su aumento, que en la
actualidad es del orden de 0.0001 % por
año, tiene como principal efecto ayudar al crecimiento de los ecosistemas vegetales
(como selvas, praderas o formaciones de algas).
En cuanto
al C02 como gas de “invernadero”, no parece que pueda tener influencia cuando
se le compara con el efecto invernadero del vapor de agua (muchísimo más
abundante y con efecto más intenso) y sobre todo con la influencia de las
variaciones de la radiación solar (que es, absolutamente, y casi única, la
principal fuente de energía de atmósfera).
O sea, que
no es probable que los minúsculos aumentos del CO2 en la atmósfera, puedan
tener efecto en la temperatura global, y que sus principales efectos SON
POSITIVOS, o sea el aumento de la productividad de los ecosistemas vegetales.
Claro, que
esto es irrelevante para los poderes fácticos, que no se interesan en la verdad
científica (verdaderamente, más allá de sus discursos) los datos de la realidad
son irrelevantes.
Esto
incluye por supuesto, a las autoridades académicas (que no pueden apartarse del
paradigma so pena de perder sus subvenciones o cargos), las dirigencias
políticas (que no saben mucho del tema y tratan de acomodar sus afirmaciones a
lo que se espera de ellos desde el punto de vista de la conveniencia) y los
dirigentes de empresas (que en general lograr extraer ganancias de cualquier
paradigma imperante, sea cual sea).
Y por otro
lado están los herejes. Aquellos que
analizan los datos de la realidad sin prejuicios ni preconceptos. En este mundo globalizado hay muchos
científicos (y no científicos) herejes.
Por
supuesto que quienes discrepan con la
absurda idea del cambio climático no tienen buena prensa. Son criticados como acientíficos, procurando
no llevar la discusión al terreno de los argumentos porque los herejes tienen (tenemos)
muchas dudas.
No hay
certeza de que está produciendo un calentamiento global de la atmósfera (lo
datos NO son concluyentes), no hay certeza que se están derritiendo los
inlandsis de Antártida y Groenlandia. Los ascensos de los niveles de los
océanos son muy lentos (un par de milímetros por año) y pueden ser el resultado
de la inercia geológica posterior a la deglaciación reciente.
Las cosas
NO están claras.
Cuando no
hay certeza sobre los procesos, las decisiones políticas (y económicas)
apresuradas pueden ser un arma de doble filo.
No es
razonable dogmatizar los argumentos. No hay que olvidar que en gran medida los
avances científicos de la humanidad fueron el resultado de las ideas y
concepciones de los grandes herejes. Copérnico, Galileo, Newton, Lamark, Darwin
y muchos otros han permitido generar nuevos jalones en el conocimiento humano
que pueden servirnos de antecedente ilustrativos.
Los dogmas
no son buenos para el avance de la ciencia.
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