Juancito
Sosa, quien más tarde sería conocido
como Juan Domingo Perón
La vieja raíz tehuelche estaba presente en sus rasgos inconfundibles y en su manera de enfrentar al mundo, sin hacerle asco al sacrificio ni a los rigores de la vida.
La vieja raíz tehuelche estaba presente en sus rasgos inconfundibles y en su manera de enfrentar al mundo, sin hacerle asco al sacrificio ni a los rigores de la vida.
Los
antepasados indios de Juana Sosa, madre de Juancito, habían llegado al pago de Lobos desplazados de sus
tierras ancestrales por las guerras de conquista que les habían impuesto los
winkas durante los gobiernos de Sarmiento, Avellaneda y Roca, e incluso antes,
en los tiempos de Juan Manuel de Rosas.
Tanto la
abuela materna de Juana, de nombre Victoria, como su madre, Mercedes, y su
padre Juan Irineu Sosa, provenían de familias refugiadas a raíz del avance
invasor del ejército argentino sobre los territorios de las naciones pampas y
chaqueñas
Juancito
Sosa, luego reinscripto en el registro civil como Juan Domingo Perón, nacido
el 7 de octubre de 1893, fue el segundo hijo de Juana con Mario Tomás Perón, un
joven educado y apacible, de frágil salud, que había ido a la campaña a
restablecerse de una enfermedad pulmonar.
Allí,
mientras Mario Tomás se desempeñaba como alguacil en los parajes de Roque
Pérez, cerca de Lobos, Juana se ocupaba de cuidar una pequeña parcela, atender
a los dos hijos, esquilar las ovejas y, preparar y vender pasteles en el
vecindario. En eso del trabajo duro, Juana había salido a su madre, la “india”
Mercedes.
Mucho
tiempo después, Juan Perón describiría a su abuela Mercedes como un ser
inmemorial, “una mujer machaza, que conocía todos los secretos de la vida del
campo… y muchas cosas más.”
Continuaba
Perón: “La recuerdo sentada en un banquito frente a su rancho, descalza y con
sus chancletas al costado…. Siempre con las manos ocupadas, haciendo algo: o
cuereando un capón, o bien limpiando un par de gallinas para alimentar a su
numerosa prole… rodeada de sus perros y sus gallinas batarazas… tan diestra y
rápida que podía desplumar una gallina sin hacerla gritar.”,
Mario y Juana
vivieron en su campito de Roque Pérez por algunos años más, hasta que se
mudaron al lejano sur, a una estancia en Chank Aike, sobre las márgenes del río
Coyle, en lo que luego se llamaría “Provincia de Santa Cruz”.
El
territorio del Coyle había sido arrebatado a los pueblos nativos en tiempos muy
recientes, y el trabajo de la estancia lo llevaban a cabo peones indígenas, más
o menos acriollados, de las etnias tehuelche aonikenk, alakaluf, ona y mapuche
del sur.
Allí Juan
Perón conoció aún más el mundo aborigen de donde provenían su madre y abuelos
maternos.
Recordará
más tarde; “Con un tordillo manso salía al campo con la peonada, después de
tomar mate en la cocina. Esta fue mi primera escuela…. Aprendí a conocer los
valores enormes de la humildad y al mismo tiempo la vacuidad de la soberbia…”
El tema
indígena le siguió interesando toda su vida. En 1935, ya con el grado militar
de mayor, escribió un libro sobre la Toponimia Patagónica de Etimología
Araucana (publicado por el Ministerio de Agricultura de la Nación en Buenos
Aires, 1935), y al tomar la presidencia impulsó numerosas leyes y resoluciones
para defender a las comunidades indígenas a lo largo y a lo ancho del país.
Estas leyes fueron derogadas inmediatamente después del golpe militar que lo
derrocó en 1955.
De todas
maneras, las ideas y comportamientos de Juan Domingo Perón excedieron sus
modestos orígenes indígenas rurales y sureños. En momentos de la confrontación
europea contra el expansionismo nazi y el fascismo el Presidente Perón prefirió
mantenerse neutral y mantuvo relaciones amistosas con algunas de las peores
dictaduras del continente. También se desarrollaron conductas personalistas
bautizando con su propio nombre y el de su esposa ciudades, provincias y
estaciones ferroviarias. Estos excesos fortalecieron a sus enemigos políticos y
facilitaron su derrocamiento.
A pesar de
su derrota política y militar en 1955 el peronismo logró sobrevivir, e incluso
habría de volver al poder en 1973. Algunos años más tarde, ya muerto el
general, aunque completamente desnaturalizado por una elite corrupta, ocuparía
el gobierno nuevamente en 1989. Para entonces algunos de los principales
postulados del movimiento peronista original habían sido escamoteados u
olvidados.
Como tantos
otros elementos de su identidad histórica y cultural, los grupos dominantes
procuraron esconder el origen tehuelche de Perón, que, en gran medida, explica
algunos aspectos de su sensibilidad, su carisma y su trascendencia más allá de
la muerte física.
Del libro "Crónicas de la Peripecia Humana", D.Antón, Piriguazú Ediciones
Del libro "Crónicas de la Peripecia Humana", D.Antón, Piriguazú Ediciones
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