sábado, 4 de agosto de 2018


Desastre ecológico en Canadá

En los últimos años la producción  canadiense de petróleo convencional  que era relativamente importante en el pasado ha disminuido y en la actualidad la producción se concentra en fuentes no  convencionales, particularmente en las arenas petrolíferas de Athabasca en Alberta.  Estas arenas petrolíferas, contenidas primariamente en la formación McMurray, de edad cretácica (unos 100 M. años) son areniscas fluviales y estuarinas constituidas por una mezcla de bitumen, arenas silíceas, minerales arcillosos y agua.
El depósito de Athabasca es el más grande de bitumen crudo en el mundo. En la proximidad hay depósitos similares en Peace River y Cold Lake que se extienden a la provincia de Saskatchewan. El procedimiento para su extracción se basa en la explotación a cielo abierto. Implica despejar el suelo superficial y excavar canteras con una profundidad que puede llegar a 50 metros en una superficie de varios miles de kilómetros cuadrados con el consiguiente daño ambiental.
Por otra parte, el procesamiento de bitumen en crudo sintético requiere energía que en la actualidad se logra quemando gas natural. En un año las arenas petrolíferas consumieron 28 millones de m3 de gas natural por día, que es aproximadamente 40% del consumo total de la provincia de Alberta.
Con estos procedimientos se ha logrado estabilizar una producción diaria de aproximadamente 2.4 millones de barriles por día que son mayormente exportados a los Estados Unidos a través de oleoductos cuyo tendido ha generado importantes protestas de los pueblos lakota que habitan en dicha zona.
Para llevar a cabo la explotación se hace necesario modificar completamente la red hidrográfica cambiando de curso los ríos y arroyos, eliminando lagos y extensos ecosistemas forestales.
Es necesario recordar que en la región de las arenas petrolíferas de Atabaska hay 24 comunidades indígenas y metis (pueblo mestizo de familias mixtas de indígenas y colonos, generalmente de origen francés), que han manifestado su oposición a esta explotación que ha provocado la destrucción de los ecosistemas locales de una vasta área en sus tierras tradicionales.
La organización de los Chippewyan (también conocidos como Ojibways) que habitan aguas abajo de la cuenca del Athabasca han denunciado estos daños al ambiente en sus comunidades. Lo mismo ha hecho la ONG “Keepers of the Athabasca Watershed” (Defensores de la Cuenca del Athabasca) solicitando una moratoria de dichas actividades.
Como se ve, Canadá logra mantener su status de potencia petrolera a través de fuertes inversiones, procedimientos extractivos y tecnológicos complejos y considerables daños al ambiente y a las comunidades indígenas locales.
Para que estas modalidades productivas sean social y políticamente sostenibles y económicamente factibles Canadá necesita que los precios del petróleo no se depriman. Probablemente las tendencias al aumento de consumo mundial y consecuentemente al aumento de la cotización del barril se mantengan y la industria petrolera canadiense pueda seguir desarrollándose así como
también aumentando consecuentemente los daños ambientales y sociales que esta industria provoca.
Del libro "Geografía y geopolítica del petróleo y el gas natural", D.Antón, Piriguazú Ediciones

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