El extraño mundo de los dioses aztecas
Coatlicue es una deidad azteca relacionada con
el origen de esta nación mesoamericana.
De acuerdo a las creencias aztecas era la Madre original, que vivía en
Aztlán, un territorio mitológico de donde se suponía que provenía este pueblo y
que habría estado ubicado al norte de la meseta mexicana, en alguna laguna de
la costa del Océano Pacífico.
Coatlicue (en idioma náhuatl quiere decir: ‘la
que tiene su falda de serpientes), que también recibía los nombres de Tonāntzin
o Teteōīnān estaba representada
como una figura femenina de apariencia deformada.
El ícono más conocido es el que se encuentra en
el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México que fue
encontrada en la Plaza Mayor de México en 1792.
Es una estatua de 24 toneladas y 3.50 metros de altura
donde la deidad se muestra con su característica falda de serpientes, sin
embargo se pueden ver serpientes por todo el monumento y sustituyendo partes de
la anatomía. La cabeza es sustituida por dos cabezas de serpientes que se
encuentran, símbolo de la dualidad, intrínseca relación entre la vida y la muerte.
En la base es la estatua está Tlaltecuhtli, sosteniendo dos cráneos en las
plantas de los talones de la diosa. Tlaltecuhtli se identifica como la diosa (o
dios) de la tierra del cual nació el orden, las plantas y la humanidad..
En la mitología nahua, Coatlicue tenía una hija llamada Coyolxauhqui, representación
lunar y líder de los Centzon Huitznáhuac (dioses de estrellas, también
llamados los 400 surianos). La veneración de Coyolxauhqui fue anterior al
establecimiento azteca en el valle de Anahuac (valle de México):
Al llegar los aztecas
al valle de México donde fundarían su ciudad capital de Tenochtitlán procuararon
eliminar a Coyolxauhqui, entidad femenina lunar, introduciendo la figura
mitológica masculina de Huitzilopochtli.
Huitzilopochtli era una deidad guerrera que en la
mitología azteca terminaría matando a su
propia hermana. Este mito mostraría la imposición de una simbología patriarcal de
los invasores sobre las sociedades matriarcales pre-existentes.
El mito del nacimiento de Huitzilopochtli
Coatlicue halló una pluma de colibrí y la puso en su
vientre quedando embarazada.
Coyolxauhqui, furiosa al enterarse de que su madre estaba
embarazada, guió a sus hermanos (los cuatrocientos surianos) hacia Coatepec
donde se encontraba su progenitora, para matarla, y así redimir la ofensa.
Al llegar los hijos a Coatepec, Coatlicue dio a luz a
Huitzilopochtli, quien nació vestido de guerrero y armado, listo para defender
a su madre. Según el mito Huitzilopochtli venció a los surianos, decapitó a su hermana,
mandó su cabeza al cielo para que su madre pudiera verla cada noche y arrojó su
cuerpo montaña abajo, al pie de la cual quedó desmembrado.
La representación material de Coyolyauhqui descuartizada
se puede observar en un monolito que fue encontrado en la base de las escaleras
del Templo Mayor en febrero de 1978, mientras trabajadores de la Compañía
de Luz y Fuerza del Centro realizaban excavaciones para el cableado
subterráneo.
El monolito tiene 320 cm de diámetro y en èl se
observa a la diosa desmembrada, con la cabeza, brazos y piernas separadas
alrededor de su cuerpo, rodeada de serpientes y cráneos.
Al mismo tiempo que “mataban” al mito de Coyolxauhqui los aztecas imponían una
sociedad patriarcal y guerrera que los llevó a construir un imperio que sería
derrotado al producirse la invasión española.
D.A.
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