sábado, 12 de mayo de 2018

Los guerreros charrúas de Artigas

La incorporación de los charrúas a la rebelión artiguista ocurrió desde los primeros momentos del alzamiento de 1811. En ese momento fue fundamental la participación de uno de los principales jefes charrúas: el Caciquillo. La incorporación de este cacique pampa a la revolución fue bien descripta por Carlos Maggi en su libro «Artigas y su hijo el Caciquillo» quien sostiene que la relación entre José Artigas y el Caciquillo Manuel Artigas era de padre a hijo. Hay varias referencias sobre estas primeras intervenciones de los guerreros del Caciquillo en las luchas artiguistas que resultan muy ilustrativas.
En una carta del 2 de noviembre de 1811 Artigas le escribe a Carranza: «Reunida la gente en Sandú, conservará usted dicho punto, precisamente hasta mi llegada, procurando... reunir cuantas armas se pueda. Auxiliará usted a la mayor brevedad a mi Caciquillo dándole orden de partir para los indios bravos, a fin de que estos nos auxilien con sus brazos en una causa que también es la suya; para ello aconsejará usted de mi parte al Caciquillo. Emplee cuantos medios razonables estén a su alcance.»
Doce días después, envió Artigas a Elías Galván la siguiente misiva: «Los indios infieles abandonando sus tolderías, inundan la campaña presentándome sus bravos esfuerzos para cooperar a la consolidación de nuestro gran sistema.»
En diciembre de 1811 las tropas gauchas y charrúas unidas derrotaron a los portugueses en las cercanías de Belén. El propio Artigas describe las fuerzas criollas como compuestas de. «una división de... 500 hombres» (gauchos) «a la que uní 452 indios» (charrúas).
Los enfrentamientos de 1811 y 1812 en donde los charrúas y minuanes lucharon aliados con las fuerzas artiguistas han sido descriptos por los portugueses en varios documentos. De acuerdo a un informe que el oficial portugués Tomás da Costa le envía al su superior Diego de Souza: «Los charrúas se establecieron de este lado, abajo de Salto, con alguna partida del mismo Artigas y si no paran allí, repasarán el Uruguay que da paso en muchas partes y harán mil hostilidades robando lo que puedan y matando a todo portugués o español que esté por refugiarse al abrigo de nuestras tropas... Estos charrúas y aún aquellos que estaban bajo nuestra protección, fueron los más atrevidos en el último choque contra la partida del sargento mayor Manoel dos Santos. Son enemigos más temibles que los españoles y por consiguiente es necesario que no existan en esta margen oriental...» (Ref. de Carlos Maggi).
Poco tiempo después (abril de 1812) algunos cientos de charrúas, unidos a varios centenares de negros, mulatos y gauchos artiguistas provenientes del Quilombo de Tres Arboles atacaron a las tropas portuguesas en las cercanías de Cerro Largo completando el cuadro de la gran rebelión multiétnica de los uruguayos que estallara en 1811.
Dos meses más tarde, del otro lado del país, el 12 de junio de 1812, las tropas portuguesas al mando del Coronel Joaquín d´Oliveira atacaron a los charrúas cerca de Salto. La batalla fue descripta por este jefe portugués: «... al romper el día comenzó el ataque. Duró desde las 6 hasta las 8 horas de la mañana quedando 60 valerosos indios muertos y 2 o 3,000 yeguas mansas, potros y caballos en nuestro poder....tenemos 66 individuos de ambos sexos prisioneros a saber: 23 mujeres... 22 niños y 23 niñas; se quemaron casi todos los ranchos existentes. Nuestro perjuicio fue considerable.... el número de los muertos y heridos que tal vez no hubiera sido tan grande a no ser excesivo el calor de nuestra tropa que no tenía idea del valor, la destreza y la desesperación con que pelearon los charrúas.»
«Ahora, mi modo de pensar con respecto a los indios, es diferente a lo que se presume vulgarmente. Tenía una idea equivocada, por eso no participé personalmente, en la acción a pesar de estar tan cerca. Las noticias que ahora me dieron quienes pelearon en ese ataque me hicieron cambiar de opinión. Según cuentan nuestros soldados más valientes, si los indios hubieran tenido tiempo de llegar a sus caballos, pocos de nosotros hubiéramos escapado de esta batalla.»
A pesar de esta derrota, las numerosas tolderías charrúas y minuanes continuaron la lucha hostigando al enemigo portugués y forzándolo a retirarse. Ya en agosto de 1812 los portugueses se habían visto obligados a evacuar el territorio oriental. La lucha artiguista habría de proseguir durante varios años más durante los cuales los pueblos nativos rebeldes continuaron su alianza con el jefe oriental. Cuando Artigas fue traicionado, y se vió obligado a replegarse al Paraguay, los charrúas y minuanes permanecieron en la antigua Banda de los Charrúas enfrentando a las fuerzas imperiales de Portugal y Brasil.
Durante la rebelión que comenzara con los combatientes de la Graseada en 1825, los charrúas se volvieron a incorporar a la lucha, participando como guerreros hasta la completa expulsión de los portugueses en 1828. Dos años después se juraría la primera constitución de la república oriental sin su participación. Ni los charrúas, ni los minuanes, ni los gauchos, ni los afro-uruguayos fueron invitados a la fiesta del 18 de julio de 1830.
Al año siguiente de la jura de la constitución de la nueva república, las fuerzas militares del nuevo estado uruguayo atacaron las tolderías charrúas a traición matando a mansalva varios cientos de hombres, mujeres y niños y haciendo prisioneros a muchos de los sobrevivientes.
Extraido de "Los Pueblos del Jaguar",  Danilo Antón, Piriguazú Ediciones

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