sábado, 24 de febrero de 2018

Impacto de la colonización europea en las naciones nativas de las praderas del Sur
(adaptado del libro Uruguaypirí de D.A.)


Un elemento clave de la evolución de las praderas del sur durante el periodo de la colonización europea fue la progresiva apropiación del caballo como elemento base de la cultura de los pueblos nativos de la región pampeana y la Banda Oriental. En muy poco tiempo, los indígenas de las varias naciones que habitaban la región se dieron cuenta de que el caballo otorgaba una ventaja muy grande tanto en el combate como en el transporte como en la persecución de animales de caza, y por esa razón se dedicaron a dominarlo con éxito. Como era de esperar en pueblos profundamente conocedores del mundo animal, rápidamente se transformaron en consumados domadores y jinetes, lo cual les habría de permitir más adelante competir con criollos y españoles en el aprovechamiento de los recursos ganaderos que oportunamente ellos habían contribuído a desarrollar.
La proliferación efectiva del ganado en la Banda Oriental se produjo a mediados del siglo XVII. Es de hacer notar que hasta ese momento, las mayores concentraciones de ganado habían estado en la zona de Buenos Aires y por las actuales provincias de Santa Fe y Córdoba hasta Tucumán. Durante ese período, la producción ganadera tendía a utilizarse para surtir las explotaciones mineras de plata del Alto Perú en Potosí en donde había por el 1650 unos 160,000 habitantes. Tucumán era punto de origen de parte del charque consumido en Potosí, e incluso, hubo muchas expediciones de grandes tropas bonaerenses que atravesaron los casi dos mil quilómetros de distancia con el fin de comercializar sus ganados en el Alto Perú[1].
Sin embargo la ganadería bonaerense tenía serios problemas. Uno de ellos era el clima adverso. En efecto, a pesar de que las praderas bonaerenses aparecen como muy aptas para el desarrollo ganadero, las lluvias manifestaron una gran irregularidad durante los siglos XVII y XVIII. Durante estos siglos se experimentaron no menos de 75 años de sequía que llegaron a su máximo en 1791[2], momento en que se tuvieron que importar ganados de la Banda Oriental para el abasto de Buenos Aires[3]. Otro factor que influía en la de desarrollo de la ganadería en Buenos Aires era la competencia por el ganado entre las diferentes parcialidades indígenas y los españoles de Buenos Aires. En efecto, en Buenos Aires, no eran sólo los pueblos nativos de las praderas pampeanas y platenses que "manejaban" el "ecosistema" ganadero. Desde hacía unos años se había producido una invasión gradual de pueblos mapuches con técnicas pastoriles, quien colaboraban o competían con los cazadores pampeanos[4], dificultando las tropeadas y actividades de las estancias de españoles y criollos. Como resultado de ello, en poco tiempo los ganados "cimarrones" fueron prácticamente eliminados.

Al igual que sucedería luego en la Banda Oriental, la implantación ganadera en Buenos Aires determinó la disminución sensible de los demás herbívoros, obligando a los pueblos nativos a depender de los ganados cimarrones. Cuando éstos fueron mermando a fines del siglo XVII y durante prácticamente todo el siglo XVIII, los pueblos de las pampas se vieron obligados a atacar a los pastores y estancias para poder alimentarse. Ante el rechazo militar español, las naciones aborígenes pampeanas fueron gradualmente replegándose hacia las estepas patagónicas y puntanas. Los "malones" (ataques) pampas prosiguieron por mucho tiempo después en las áreas pampeanas periféricas.

En la Banda Oriental y  el Entre Ríos, los pueblos nativos de la pradera se vieron favorecidos en una primera instancia por la menor competencia de otros grupos indígenas. La competencia se limitó al principio, a las "cuereadas" de corambreros que operaban a cuenta de exportadores porteños a partir de la estancia Real del Colla (sitio donde se establecería en tiempos posteriores el pueblo del Rosario Oriental, actualmente la ciudad de Rosario del Colla) y en la posta de San Juan al norte de la actual ciudad de Colonia.
En el norte los pueblos de la pradera, particularmente guenoas y charrúas, sufrieron primero la competencia de los "camiluchos" misioneros que bajaban de Yapeyú en la margen occidental del Uruguay o de alguno de los siete pueblos misioneros orientales. Simultáneamente, comenzó a desarrollarse una comercialización creciente hacia las colonias portuguesas de territorio brasilero (generalmente, hacia los puertos de la zona de Laguna en el actual estado de Santa Catarina, para ser reembarcado a Sao Vicente o Rio de Janeiro). Dicho tráfico se aceleró enormemente a partir de la fundación y establecimiento efectivo de Colonia del Sacramento en 1680, de la población de Laguna en 1690 y de Porto dos Casais (futura Porto Alegre) en 1742-3.

A principios del siglo XVIII, el comercio de ganado se dirigía radialmente en varias direcciones. Hacia el norte, rumbo a las misiones jesuíticas, hacia el este, hacia los dominios portugueses de Laguna, hacia el suroeste rumbo al enclave portugués de Colonia del Sacramento, hacia el sur-suroeste rumbo a la gran estancia española del sur en el Colla y esporádicamente hacia el este-sureste (actual Departamento de Rocha) rumbo a los establecimientos europeos (franceses, holandeses, entre otros) que cada tanto se establecían en las ensenadas de eso que los europeos denominaban la "tierra de nadie" con fines comerciales.

Los pueblos nativos de la pradera participaron activamente en ese comercio. Hay constancia de que los minuanes fueron los principales abastecedores de ganado a Colonia, y de que también transportaron tropas a las tierras portuguesas del este.




    [1] Es de hacer notar que el viaje de estos troperos de Buenos Aires a Jujuy tomaba aproximadamente 5 meses.
  [2] De acuerdo a Alfredo Juan Montoya en "Como evolucionó la ganadería en la epoca del virreinato"; colección Esquemas Históricos, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1984, 391 pp.
    [3] Hay referencias de sequías en Buenos Aires en los años 1611, 1614, 1620, 1621, 1625, 1627, 1630, 1638, 1644, 1648, 1654, 1657, 1659, 1661, 1664, 1674, 1675 y 1677, de 1681 al 1683, de 1691 al 1693, en 1698, en 1699, en las dos primeras décadas del siglo XVIII, en los años 1722, 1725, 1726 y 1729, en las décadas de 1730 y 1740, de 1753 a 1759, en los años 1760, 1764, 1766, 1767 y 1768 y durante las tres últimas décadas del siglo.
    [4] La "invasión" araucana se produjo desde fines del siglo XVII, y continuó durante todo el siglo siguiente.

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