El ololiuhqui
fue la planta psicoactiva más importante de las tierras altas y valles mexicanos
y seguramente influyó fuertemente en el desarrollo de las mitología de las
sociedades otomíes, náhuatl. zapotecas, mixtecas y de otros grupos étnicos del
centro y sureste mexicano.
Su primera
mención data de 1651, de los escritos de Francisco Hernández, el médico
personal del Rey de España que pasó varios años en México estudiando las
plantas medicinales que utilizaban los indígenas. En su Historia general
de las cosas en la Nueva España, Sahagún describe: "Hay una planta que
llaman coatl xoxouhqui [serpiente verde]. Da un grano que lleva el nombre de
ololiuqui [cosa redonda]. Embriaga y vuelve loco… es medicinal."
El ololiuhqui
o coatl-xoxouhqui (Turbina corymbosa) también llamado “semillas de la
Virgen” es una enredadera con flores acampanadas, que crece en los valles de
México Central y sudoriental.
Desde tiempos
muy antiguos los pueblos nativos molían y humedecían sus semillas para obtener
un preparado con propiedades visionarias.
El nombre
ololiuhqui, que en nahuatl quiere decir “cosa redonda”, se deriva seguramente
de la forma de la raíz. La denominación coatl-xoxouhqui, “serpiente verde”,
está probablemente relacionada tanto con las visiones serpentinas que
provoca, como con la configuración de los órganos aéreos de
la planta.
Los principios
activos más importantes del ololiuqui son una amida y una hidroxietilamida del
ácido lisérgico, emparentadas con los alcaloides del cornezuelo o ergot.
El Arbol de la
Vida y Teotihuacán
El consumo del
ololiuhqui parece haber sido un elemento esencial en la evolución de los
sistemas religiosos y espirituales del México aborigen. Si bien las referencias
son relativamente escasas, y las evidencias indirectas, se considera que el rol
de esta planta en las sociedades nativas mesoamericanas fue fundamental.
Sabemos que la
cultura teotihuacana, que floreció en los primeros siglos de la era común, le
atribuía una gran importancia.
Las pinturas de
Teotihuacán revelan versiones gráficas simbólicas de la enredadera. En una de
ellas se aprecia una deidad central ubicada en la raíz de la planta de donde se
elevan los tallos serpenteantes, que culminan en las flores ren forma de
campana características del ololiuhqui. De éstas se derraman gran cantidad de
semillas que caen en forma de “lluvia” para ser utilizadas por dos sacerdotes
que se ubican en ambos flancos de la imagen.
No sabemos
quiénes eran los pueblos que habitaban el valle de México en los tiempos del
apogeo de la cultura teotihuacana.
El principal
testimonio arqueológico constituido por las pirámides y restos de otros
edificios de Teotihuacán ha sido insuficiente, hasta ahora, para reconstruir cabalmente el funcionamiento
espiritual de estas antiguas sociedades. Ni siquiera se sabe su nombre original
o la composición étnica de su población (López Luján, 20001 )
La censura de la iglesia y el consumo actual.
La censura de la iglesia y el consumo actual.
La censura de la
iglesia amparada por la invasión española gradualmente disminuyó su uso y
consumo pero no lo eliminó completamente.
En la actualidad
el consumo de ololiuhquese concentra en las montañas y valles de Oaxaca, Puebla
y el Estado de México. Se sabe que en Oaxaca a las semillas negras de Ipomea
violacea se les llama machos y son las que toman los hombres; las mujeres
ingieren las semillas de color café de Turbina corymbosa, llamadas
hembras. Según los chamanes, las negras son más potentes que las cafés. Tomando
como referencia las primeras, ellos calculan la dosis en siete o múltiplos de
siete. De esta manera tenemos que las dosis bajas son de 7 semillas, las medias
de 14 o 13 (por ser éste el número del espíritu protector) y las altas de 21.
Aunque no hay datos concretos al respecto, parece ser que cantidades mayores
pueden resultar letales. En el caso de las semillas hembra, las dosis se
duplican.
No hay comentarios:
Publicar un comentario