domingo, 4 de febrero de 2018

El ololiuhqui

El ololiuhqui fue la planta psicoactiva más importante de las tierras altas y valles mexicanos y seguramente influyó fuertemente en el desarrollo de las mitología de las sociedades otomíes, náhuatl. zapotecas, mixtecas y de otros grupos étnicos del centro y sureste mexicano.
Su primera mención data de 1651, de los escritos de Francisco Hernández, el médico personal del Rey de España que pasó varios años en México estudiando las plantas medicinales que utilizaban los indígenas. En su Historia general de las cosas en la Nueva España, Sahagún describe: "Hay una planta que llaman coatl xoxouhqui [serpiente verde]. Da un grano que lleva el nombre de ololiuqui [cosa redonda]. Embriaga y vuelve loco… es medicinal."
El ololiuhqui  o coatl-xoxouhqui (Turbina corymbosa) también llamado “semillas de la Virgen” es una enredadera con flores acampanadas, que crece en los valles de México Central y sudoriental.
Desde tiempos muy antiguos los pueblos nativos molían y humedecían sus semillas para obtener un preparado con propiedades visionarias. 
El nombre ololiuhqui, que en nahuatl quiere decir “cosa redonda”, se deriva seguramente de la forma de la raíz. La denominación coatl-xoxouhqui, “serpiente verde”, está probablemente relacionada tanto con las visiones serpentinas que provoca,  como  con la configuración de los órganos aéreos de la planta.
Los principios activos más importantes del ololiuqui son una amida y una hidroxietilamida del ácido lisérgico, emparentadas con los alcaloides del cornezuelo o ergot.

El Arbol de la Vida  y Teotihuacán
El consumo del ololiuhqui parece haber sido un elemento esencial en la evolución de los sistemas religiosos y espirituales del México aborigen. Si bien las referencias son relativamente escasas, y las evidencias indirectas, se considera que el rol de esta planta en las sociedades nativas mesoamericanas fue fundamental.
Sabemos que la cultura teotihuacana, que floreció en los primeros siglos de la era común, le atribuía una gran importancia.
Las pinturas de Teotihuacán revelan versiones gráficas simbólicas de la enredadera. En una de ellas se aprecia una deidad central ubicada en la raíz de la planta de donde se elevan los tallos serpenteantes, que culminan en las flores ren forma de campana características del ololiuhqui. De éstas se derraman gran cantidad de semillas que caen en forma de “lluvia” para ser utilizadas por dos sacerdotes que se ubican en ambos flancos de la imagen.
No sabemos quiénes eran los pueblos que habitaban el valle de México en los tiempos del apogeo de la cultura teotihuacana.
El principal testimonio arqueológico constituido por las pirámides y restos de otros edificios de Teotihuacán ha sido insuficiente, hasta ahora, para  reconstruir cabalmente el funcionamiento espiritual de estas antiguas sociedades. Ni siquiera se sabe su nombre original o la composición étnica de su población (López Luján, 20001 )

La censura de la iglesia y el consumo actual.
La censura de la iglesia amparada por la invasión española gradualmente disminuyó su uso y consumo pero no lo eliminó completamente.
En la actualidad el consumo de ololiuhquese concentra en las montañas y valles de Oaxaca, Puebla y el Estado de México. Se sabe que en Oaxaca a las semillas negras de Ipomea violacea se les llama machos y son las que toman los hombres; las mujeres ingieren las semillas de color café de Turbina corymbosa, llamadas hembras. Según los chamanes, las negras son más potentes que las cafés. Tomando como referencia las primeras, ellos calculan la dosis en siete o múltiplos de siete. De esta manera tenemos que las dosis bajas son de 7 semillas, las medias de 14 o 13 (por ser éste el número del espíritu protector) y las altas de 21. Aunque no hay datos concretos al respecto, parece ser que cantidades mayores pueden resultar letales. En el caso de las semillas hembra, las dosis se duplican.


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