domingo, 3 de diciembre de 2017

La domesticación de los animales de trabajo

Es importante hacer notar que la operación agrícola del arado requiere una fuerza de tracción muy grande, que generalmente excede las posibilidades de los seres humanos. Por esa razón, se buscó recurrir a la fuerza de ciertos animales, que a la sazón, y sobre todo como resultado de esta necesidad fueron domesticados para cumplir esa tarea. Es importante recordar, que la revolución agrícola euro-afro-asiática es difícil de comprender si no se tiene en cuenta el rol fundamental que en ella jugaron tanto el arado como los animales de tiro necesarios para su operación.
A los efectos de tirar el arado y otras tareas agrícolas que requieren mucha fuerza, las sociedades euro-afro-asiáticas recurrieron al trabajo de ciertos animales que reunían las condiciones como para ser utilizados al efecto. En general se trataba de animales que ya habían sido semi-domesticados como “ganado” con el fin de proveerse de varios tipos de alimentos (como carne, leche y sangre), cueros y lanas. Entre éstos, los animales domesticados como animales de tiro agrícolas más importantes fueron los vacunos, los caballos y los asnos.
En la India, además de los anteriores, se usaron elefantes con el mismo fin. En menor grado, y en tiempos posteriores, también se usaron los camellos en los oasis de los desiertos medio-orientales y centro- asiáticos.
En el caso de los vacunos, hubo una selección cuidadosa y gradual que permitió generar ciertas razas especialmente adaptadas a tirar del arado.  A tal efecto se utilizaron los machos castrados (bueyes) para lograr máxima potencia y disminuir la agresividad. Una tarea de domesticación similar se llevó a cabo con ciertas razas de caballos y asmos, creándose incluso híbridos especiales como la mula. Estos animales de tiro fueron de gran utilidad para ampliar las áreas cultivadas y cultivadas y culminar lo que se dió en llamar la “revolución agrícola” o “neolítica”.

La esclavitud humana
A medida que se difundió el uso del arado, concomitantemente se expandió el uso de los animales de tiro. Por supuesto que los animales eran utilizados para muchos otros fines, como transporte de cargas y personas, alimentación, obtención de cueros, lanas, etc.
Gradualmente se creó una cultura que utilizaba el trabajo animal para asegurar la producción y la supervivencia humana y de ese modo se fueron dando las condiciones para comenzar a utilizar el trabajo humano en condiciones similares.
En cierto modo, la agricultura del arado aparece como un escalón cultural natural hacia formas esclavistas en los propias sociedades humanas. Primero se “esclavizó” a los animales, luego a los humanos.

La tierra- objeto
A la vez, es de hacer notar que el sistema de arado generalizado implica un cierto relacionamiento con la tierra diferente del que inspira el “palo sembrador”. Ya no hay “Madre Tierra” a ser fecundada por la mano humana, por el sol y la lluvia. A partir de la utilización del arado se corta el suelo a “cuchillo” o “reja” para poder instalar el cultivo. Es difícil imaginar la tierra como un “vientre maternal” cuando se la “tajea” sistemáticamente.
Ya no es un espacio de la naturaleza para cuyo uso se pide permiso a las fuerzas espirituales que en él están contenidas, cada vez más es un trozo de tierra, un objeto que puede ser removido artificialmente para lograr fines utilitarios.
Es cierto, que en la cultura del arado hay aún elementos espirituales y ceremoniales importantes. La agricultura euro-afro-asiática abunda en ejemplos de ceremonias relacionadas con los ciclos agrícolas. Sin embargo, estas fuerzas espirituales tienden a ubicarse por fuera de la tierra misma, y su invocación es muchos menos directa que en el caso de las culturas del ?palo sembrador?.
En definitiva, el arado, gradualmente va creando una cultura que tiende a “cosificar” la tierra. Al principio era un pequeño arado con un buey o caballo. Con el tiempo se construyeron enormes arados que requerían la utilización de varias yuntas de bueyes simultáneamente.
Cuando la tierra empieza a “cosificarse”, se transforme en un “objeto” que puede ser objeto de apropiación y por lo tanto de alienación. Los productos sagrados de la Madre Tierra ya no son elementos espirituales, son cosas que pueden ser alienadas, comercializadas, en suma desnaturalizadas.
En otras palabras, se desencadena un proceso que lleva a transformar la tierra en “mercancía”. Es proceso no fue lineal y tuvo lugar en forma lenta. Sin embargo se fue dando en forma contínua en vastas áreas del continente euro-afro-asiático.
La Madre Tierra dejó de ser la madre para volverse simplemente tierra. Los espíritus de los cultivos pasaron a ser tan solo “productos”. A partir de allí están dadas las condiciones para el surgimiento de la propiedad privada de la tierra y la desacralización de los cultivos y de la naturaleza.

Los sistemas esclavistas y feudales
Luego de estos grandes cambios sociales y tecnológicos que tuvieron lugar en Eurasia y Africa durante varios miles de años, se produjeron otras transformaciones que pueden ser consideradas simplemente derivaciones de la llamada “revolución agrícola”.
Con la aparición de la propiedad privada de la tierra, la cosificación de los productos natruales y la esclavización de animales y humanos, estaban dadas las condiciones para la aparición de los sistemas sociales y políticos esclavistas y feudales.
La Europa del siglo XV, previa a la conquista de América era precisamente eso, una colección de sociedades esclavistas y feudales donde la tierra era propiedad de unos pocos, donde había una limitada variedad de cultivos y estrategias agrícolas, donde las plantas, animales e inclusive hasta los propios seres humanos eran considerados como cosas, como mercancías susceptibles de ser enajenadas y la tierra había perdido su carácter sagrado.
Era un mundo que había cortado gran parte de sus antiguos lazos con el mundo natural, era un mundo en pleno proceso de desnaturalización.
Estas naciones desnaturalizadas lograron ciertos “desarrollos” tecnológicos, entendiendo como “desarrollo” el incremento de la eficacia para la transformación de la naturaleza, el aumento de la capacidad de “artificialización”. Estos cambios tecnológicos produjeron sociedades de gran efectividad militar. Si se compara dichas sociedades con ls sociedades muchos más naturales de Amerrique, las naciones euro-afro-asiáticas tenían una enorme ventaja comparativa en el orden logístico y militar. Sus tecnologías eran adecuadas para talar, para arar, para hacer trabajar a los animales, para reprimir las rebeliones de esclavos y siervos, y en fin para acumular los productos así generados.
Es así que luego de varios milenios de historia, Europa y la zona mediterránea y asiática contiguas habían adquirido el repertorio tecnológico y social adecuado para lanzarse eficazmente a la tarea de conquistar nuevas tierras, hacer cautivos, explotar nuevos siervos y esclavos y saquear todos los recursos naturales que estuvieran a su alcance. (continuarà)

Reproducido de "Amerrique, los huèrfanos del paraìso", Danilo Antòn, Piriguazù Ediciones.

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