Los perros de ataque, una de las principales armas tácticas de los europeos en su invasión de América
Durante la
conquista de América, los perros también acompañaron a los españoles. Fueron adiestrados
para realizar el trabajo de conquista convirtiéndolos en animales entrenados
para atacar a una sola orden de su amo..
Los perros
preferidos fueron grandes ejemplares de mastines, dogos y alanos y la primera
vez que se usaron fue casi de casualidad.
En 1494, en un avituallamiento en una
isla, un grupo de indígenas atacó a los españoles y un único mastín que iba con
ellos puso en fuga a todo los atacantes. Desde entonces, estos animales no
faltaron en ningún viaje.
Hay que tener en cuenta que los únicos perros que
conocían los indígenas eran razas pequeñas, mansas y que no sabían ladrar, por
eso, es fácil imaginar el terror que pudo provocar la visión de estos enormes perros que llevaban collares de clavos al cuello y que iban protegidos con un
chaleco acolchado que les defendía de las cuchilladas.
El uso que se
hizo de estos perros contra los nativos fue cruel y sangriento utilizándolos como vanguardia en los ataques, como verdugos que ejecutaban sentencias
de muerte e incluso se usaron como puro divertimento organizando luchas entre
perros e indígenas. Bartolomé de las Casas lo denunció ante el Consejo de Indias
en varias ocasiones.
Hay que
aclarar por justicia histórica, que el uso que dieron los conquistadores a los
perros siempre ha sido práctica habitual a través de la historia.
Los británicos
entrenaban a sus perros para capturar esclavos alzados en Jamaica. El
entrenamiento consistía en hacer pasar hambre a los perros y darles de comer
con unos monigotes pintados de negro que rellenaban de carne y que tenían que
destrozar. Es decir, les hacían creer que los monigotes, y6 por lo tanto los esclavos fugados, eran comida.
También los
entrenaron para la captura de esclavos y los enseñaron a sujetar el cuello de
la víctima entre sus fauces, pero apretando sólo lo justo para inmovilizarlo.
Jamás apretaban si no se lo ordenaba el dueño.
Varios son los
perros que sus nombres han llegado hasta nosotros. El más famoso de todos fue
"Becerrillo" un enorme Alano propiedad de Alonso de Salazar.
Becerrillo se hizo famoso sobre todo, además de por su fiereza, por su
increíble capacidad de distinguir entre indios aliados y levantiscos. Lo
soltaban entre grupos de indígenas y sin equivocarse cogía con sus dientes el
brazo del rebelde y tiraba de él, si este se resistía no solía vivir. Decían
los indios que preferían enfrentarse a cientos de soldados que a diez hombres
con Becerrillo entre ellos.
Becerrillo murió
en acto de servicio alcanzado por una flecha envenenada. Los españoles
mantuvieron su muerte y lugar de su entierro en secreto pues así siguieron
usando la fama del perro para atemorizar a los indígenas
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