martes, 28 de noviembre de 2017

El Quilombo de Palmares

Las condiciones de vida y de trabajo de los esclavos africanos que trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar de la costa nordeste de Brasil en el siglo XVII no eran mejores que la que habían tenido de los esclavos indígenas algunas décadas antes. 
Ellos también sufrieron el hambre, la represión y los malos tratos. En su caso, las condiciones se agravaban porque el viaje desde sus lugares de origen era realizado en naves atiborradas y nauseabundas donde los prisioneros sufrían un maltrato feroz, a lo que se agregaba la angustia de viajar hacia tierras desconocidas muy lejos de sus países natales.
Los esclavos africanos fueron despojados de su libertad, de su dignidad, de su identidad y de cultura.
Su situación era insoportable, y cuando el número aumentó, la sujeción forzada se hizo insostenible. Hubo muchas revueltas, fugas y movimientos de resistencia contra los amos portugueses.
Una de las rebeliones más importantes se produjo entre los africanos de la Bahía y de Olinda quienes se refugiaron en el valle del río Macacos, cerca de la Serra da Barriga.
Allí se hicieron fuertes y establecieron un reducto independiente, el Quilombo de Palmares.
Con el tiempo muchos otros esclavos africanos e indígenas se escaparon aumentando la población del naciente Quilombo.
Allí, en medio de la selva, alejados de los crueles plantadores, los habitantes de Palmares fueron construyendo una comunidad diferente. 
Negros, indios, mulatos y mestizos hermanados por un enemigo común: la esclavitud. Se juntaron personas de todas las naciones: angolas, congos, cabindas, ovimbundos, minas, caetés y tupís.
Gradualmente, la comunidad de Palmares creció hasta albergar más de 30,000 personas. 
Su capital, Macacos, se desarrolló hasta transformarse en un floreciente centro comercial y agrícola.
En esas condiciones sobrevivió varias décadas y comenzó a representar una amenaza insoportable para los esclavistas portugueses.
Al cabo de casi un siglo, la corona portuguesa resolvió desplegar toda su fuerza militar para someter a los palmarenses.
La lucha fue dura al cabo de la cual el rey Gunga de Palmares fue derrotado. La resistencia continuó liderada por su hijo Zumbí.
Luego de arduos enfrentamientos, los rebeldes de Palmares, tan sólo armados con arcos, flechas y lanzas debieron ceder ante las armas superiores de los portugueses.
La posición en Macacos fue abandonada y Zumbí y los suyos se refugiaron en la Serra da Barriga. En 1691, en una última batalla en las laderas serranas el lider Zumbí fue muerto y la resistencia derrotada.           
La posición en Macacos fue abandonada y Zumbí y los suyos se refugiaron en la Serra da Barriga. En 1691, en una última batalla en las laderas serranas el lider Zumbí fue muerto y la resistencia derrotada.           
Hoy, en la cima de la Serra da Barriga, lugar del martirilogio, hay una estatua de Zumbí conmemorando la rebeldía de los oprimidos.
Las tierras de la sierra fueron declaradas Parque Nacional y son visitadas esporádicamente por unos pocos turistas o personas interesadas que quieren conocer este célebre sitio

"El 20 de noviembre Brasil ha estado de fiesta, o una parte. Se ha conmemorado la memoria y la gesta del líder del Estado más grande que haya existido de esclavizados africanos alzados en la historia, Zumbi do Palmares y el reino que miles cimentaron, en el siglo XVII. Hoy Brasil tiene 100 millones de afrodescendientes, casi la mitad de su población y es la segunda nación en el mundo con mayor población afro, tras Nigeria. Ayer se celebró el Día de la Conciencia Negra. Esta efeméride hunde su explicación en un aspecto que el racismo siempre le ha negado al africano, su iniciativa, para el caso la posibilidad de resistir a la esclavitud en un país al que entre principios del siglo XVI y hasta 1888, como en muchos otros lugares de América durante el colonialismo (y también tras él), ingresaron unos nueve millones de esclavos." 


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