La Confederación de
Salinas Grandes era un verdadero estado, desde su toldería capital, Kalfukurá
dirigía los asuntos de la gran nación puelche multi-étnica. En las extensas
llanuras y en las sierras vivían varias decenas de miles de personas, pastando
su ganado, labrando la tierra o cazando
guanacos y ñandúes, comerciando, y
llevando una existencia pacífica y próspera. Había comunidades mapuches,
pehuenches, ranquelches, tehuelches, voroganos e incluso algunos winka que
habían preferido el mundo de la toldería a la sociedad impostada y falsa de las
ciudades criollas.
Era el caso de Manuel
Baigorria, antiguo coronel del ejército de José María Paz, que se había ido a vivir entre los ranqueles.
Baigorria, que era aliado de Kalfukurá, llegó a ser un importante lonco
ranquel, que indignado por las agresiones de los cristianos, atacó la propia
ciudad de Córdoba y el oeste de Buenos Aires.
Veinte años después de
la caída de Rosas, en 1872, ya constituida la República Argentina, y en pleno
período sarmientino, se produjo el temido malón de los winkas que en la
historia oficial se conoce como la
batalla de San Carlos, y que al poco tiempo, habría de terminar con la muerte
del anciano toqui de las pampas.
Su hijo, Namunkurá,
continuaría la resistencia por varios años más. Las autoridades centrales,
representadas por el nuevo presidente Nicolás Avellaneda y sus Ministros de
Guerra Adolfo Alsina y Julio Argentino Roca, y la presión inglesa para la
colonización y extensión de las vías férreas, llevó a planificar una estrategia de destrucción y
ocupación del país confederado.
En 1876, Alsina ordenó el
avance de cinco divisiones sobre la “Tierra Adentro” estableciendo una línea de
pueblos) y fortines (Carhué, Guaminí, Puán,
Trenque-Lauquen e Ita-ló), y una zanja de 374 km de largo entre Carhué y
Laguna del Monte.
En 1877 y 1878 las
comunidades indígenas estaban debilitadas por el hambre y la continua agresión
de las fuerzas armadas de los winkas.
Fue en ese momento que
se produjo la estocada final. El ejército encabezado por Julio Argentino Roca,
cada vez más numeroso, y ahora armado con el poderoso fusil Remington, descargó
toda su fuerza contra las naciones del sur. La campaña, que duró algo más de un año, permitió derrotar
completamente a los pueblos confederados y ocupar su tierra en forma
permanente.
De acuerdo con la
Memoria del Departamento de Guerra y
Marina de 1879, los resultados de la campaña
fueron los siguientes:
“5 caciques principales
prisioneros, 1 cacique principal muerto (Baigorrita), 1.271 indios de lanza
prisioneros, 1.313 indios de lanza muertos, 10.513 indios de chusma prisioneros,
1.049 indios reducidos .”
En 1882 una nueva
campaña lograba expandir la frontera a todo Neuquén,
364 indígenas habían
sido muertos y más de 1700 hechos prisioneros. El 5 de mayo de 1883 el General
Villegas informaba: “En el territorio
comprendido entre los ríos Neuquén, Limay, Cordillera de los Andes y Lago
Nahuel Huapi; no ha quedado un solo indio, todos han sido arrojados a
occidente... Al sur del río Limay, queda del salvaje los restos de la tribu del
Cacique Sayhueque, huyendo, pobre, miserable y sin prestigio”
En 1884 el general
Wintter decidió aniquilar a Sayhueque e Inacayal.
Hambriento y agotado,
Namuncurá ya se había visto obligado a rendirse con 330 guerreros.
Los últimos loncos del
Puelmapu, reunidos en asamblea, intentaron organizar una defensa desesperada
con el compromiso de pelear hasta morir.
En una situación de
arrinconamiento insostenible, Sayhueque se entregó el 1º de enero de 1885 con
más de 3000 hombres.
Algunos loncos
continuaron la lucha.
Un gran número de
guerreros murieron en combate y los restantes enfrentaron a los invasores en
una última batalla el 18 de octubre de 1884. Asì se llegò a la consolidaciòn del estado criollo de Argentina en el sur del continente.
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