Te, café, tabaco, chocolate, azúcar refinada:
sustancias que sirven para aumentar la productividad y la competencia
sustancias que sirven para aumentar la productividad y la competencia
La revolución industrial modificó radicalmente las pautas y
comportamientos de las sociedades humanas. La rutina del trabajo era
antinatural. Los horarios del trabajador industrial comenzaban temprano en la
mañana y culminaban luego de la puesta del sol.
Las jornadas de 10 o 12 horas eran frecuentes.
Por otra parte, el
tipo de organización operativa exigía que el operario estuviera a la orden seis
días a la semana.
Para incrementar
la productividad se promovía la competencia entre los empleados y obreros.
Todas estos
requerimientos son muy difíciles de cumplir. Los seres humanos tienen una
fisiología que les impide mantener la atención por períodos prolongados, no
disfrutan de la competencia permanente, y requieren descansos en forma regular.
Para lograr que
los trabajadores cumplieran al pie de la letra las “obligaciones” industriales
era necesario promover aquellos aspectos de su personalidad y conducta que
facilitaran este tipo de actitud.
Concomitantemente
con el desarrollo de la sociedad industrial, aparecieron, y no por casualidad,
varios compuestos que reunían las condiciones buscadas.
Ellos debían ser
estimulantes, ayudar a mantener la atención por períodos prolongados, crear una
cierta agresividad social controlable, ser económicas, para que su acceso fuera
generalizado, y ser funcionales, es decir que su comercialización debía ser
adaptable a las reglas del mercado, y finalmente, ser moderadamente adictivas..
Los productos industriales
que mejor cumplieron estos requisitos fueron el café, el té, el chocolate, los
cigarrillos y el azúcar refinada.
A ellos se
agregaron los alcoholes destilados, cuyo consumo fue promovido dentro de
ciertos límites por los poderes industriales en desarrollo. Si bien las bebidas alcohólicas fuertes no
son muy útiles para los fines inmediatos del trabajo industrial, son en cambio
estupefacientes que sirven para rebajar la autoestima, y por lo tanto muy apropiados para mantener
bajo dominio a la población trabajadora.
Las otras
sustancias psicoactivas que se consumían desde tiempos históricos como el opio y el cannabis, y otras que se desarrollaron
a fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, como la morfina, la heroina, el LSD y los derivados del cáñamo suelen generar comportamientos
totalmente opuestos a los buscados.
En casi todos ellas hay una disminución de
la agresividad y un apagamiento del ego. Algunas de estas sustancias producen
un adormecimiento agradable. En algunos casos los individuos prefieren
aislarse, en otros se sienten más fraternos y sociables. Otras generan visiones
de integración a la naturaleza, estimulan la imaginación, la solidaridad entre
los seres humanos y la sexualidad no represiva.
Todas estas
conductas van contra el «grano» de la cultura industrial
Cualquiera de
estas limitantes era suficiente para que estas sustancias fuesen prohibidas y
por lo tanto reprimidas, y así ocurrió.
El prohibicionismo se aplica a las sustancias que promueven un apagamiento de la agresividad como opio y cannabis, pero no a las sustnacias estimiulantes que ayudan a trabajar con más ahinco y productividad.
Extraido de "Pueblos, Drogas y Serpientes", D.Antón, Piriguazú Ediciones.
1 comentario:
Cómo siempre muy interesante! Gracias
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