miércoles, 19 de abril de 2017

El origen nativo-americano de la utopía marxista

Danilo Antón

Carlos Marx utilizó en gran medida los desarrollos filosóficos que lo precedieron. En particular dedicó años al estudio de la organización social de los indios de América (tal como está señalado en el trabajo de Engels, “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”). En este trabajo se toma como base los estudios de Lewis Henry Morgan “Ancient Society, or Researches in the Lines of Human Progress from Savagery through Barbarism to Civilization” basado en un trabajo anterior sobre la Liga de los Iroqueses escrito como resultado de sus experiencias en las comunidades Seneca43  del estado de Nueva York. Dicho trabajo fue escrito conjuntamente con un joven iroqués seneca de nombre Hasanoasda (cuyo nombre inglés era Ely Parker) quien proporcionó gran parte de la información y su propio punto de vista.
Los trabajos de Marx en este tema quedaron inconclusos debido a su muerte. El propio Engels señala en su prefacio a la edición de 188444 : “Las siguientes páginas vienen a ser, en cierto sentido, la ejecución de un testamento. Carlos Marx se disponía a exponer personalmente los resultados de las investigaciones de Morgan...” y luego señalaba: “El gran mérito de Morgan consiste en haber encontrado en las uniones gentilicias de los indios norteamericanos la clave para descifrar importantísimos enigmas, no resueltos aún de la historia antigua de Grecia, Roma y Alemania.”. Al comenzar “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, Engels continúa: “Morgan fue el primero que con conocimiento de causa trató de introducir un orden preciso en la prehistoria de la humanidad, y su clasificación permanecerá sin duda en vigor hasta que una riqueza de datos mucho más considerable no obligue a modificarla.”
El enfoque de Engels divide la evolución del género humano en tres estadios:
1) el salvajismo
En su primer momento (estadio inferior) los seres humanos todavía no había culminado su evolución como especie, en esta época se alimentaban de frutos, nueces y raíces y no utilizaban el fuego. En un segundo momento aprendieron a usar el fuego y se incorporó el pescado en la dieta alimenticia. De acuerdo a Engels, no hubo pueblos exclusivamente cazadores debido al carácter problemático de esta fuente de alimentación. El estadio superior del salvajismo comienza con la invención del arco y la flecha que permite depender mucho más de la caza. La época de la barbarie comenzó con la introducción de la alfarería y la domesticación de plantas y animales. Siempre de acuerdo a Engels, “el continente oriental, el llamado mundo antiguo, poseía casi todos los animales domesticables y todos los cereales propios para el cultivo,menos uno; el continente occidental, América, no tenia más mamiferos domesticables que la llama, y aún asi, nada más que en una parte del Sur, y uno solo de los cereales cultivables, pero el mejor, el maiz.”.  Los estadios medio y superior de la barbarie se corresponden con un aumento de la complejidad social y tecnológica. El estadio superior fue el “período en que todos los pueblos civilizados pasan su época heroica: la edad de la espada de hierro, pero también del arado y del hacha de hierro. Al poner este metal a su servicio, el hombre se hizo dueño de la última y más importante de las materias primas que representaron en la historia un papel revolucionario, la última sin contar la patata. El hierro hizo posible la agricultura en grandes áreas, el desmonte de las más extensas comarcas selváticas”
La culminación de la barbarie es la civilización. Con el aumento de la producción aparecen las ciudades incrementándose la división del trabajo, aparecen oficios diferenciados de la agricultura, aumenta la producción y la productividad del trabajo, y simultáneamente el valor de la fuerza de trabajo del hombre. Esto dió nacimiento a un sistema “civilizado” en donde los “auxiliares” del trabajo “cedieron” su lugar a los esclavos apareciendo al mismo tiempo y gradualmente la producción mercantil y las redes de comercio asociadas. “La diferencia entre ricos y pobres se sumó a la existente entre libres y esclavos; de la nueva división del trabajo resultó una nueva escisión de la sociedad de clases... se puso fin al trabajo en común de la tierra... El suelo cultivable se distribuyó entre las familias particulares; al principio de un modo temporal, y más tarde para siempre; el paso a la propiedad privada completa se realizó poco a poco...”. “Junto a la riqueza en mercancías y en esclavos, junto a la fortuna en dinero, apareció también la riqueza territorial.”  Estas riquezas pasaron a ser hereditarias, y con el tiempo, todas ellas susceptibles de ser enajenadas (hipotecadas, vendidas).
El enfoque de Engels es claramente evolutivo: las sociedades “avanzan” naturalmente desde niveles “salvajes” a niveles “bárbaros”, culminando en las “civilizaciones”. Desde cierto punto de vista esta evolución es evaluada en forma negativa. Dice Engels: “Cada progreso en la producción es al mismo tiempo un retroceso en la situación de la clase oprimida, es decir, de la inmensa mayoría. Cada beneficio para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por una clase es un nuevo elemento de opresión para la otra.” Pero al mismo tiempo es planteada como el inevitable desarrollo de un proceso histórico ineluctable que solo puede ser resuelto a través del avance hacia un estadio superior. Ese estadio es definido por Engels a través de una cita del propio Morgan:
“La democracia en la administración, la fraternidad en la sociedad, la igualdad de derechos y la instrucción general, harán vislumbrar la próxima etapa superior de la sociedad, a la cual tienden constantemente la experiencia, la ciencia y el entendimiento. Será una reviviscencia de la libertad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gens, pero bajo una forma superior? (Morgan, La Sociedad Antigua, pag. 552).”
Como pie de página, de lo anteriormente transcripto es de hacer notar que cuando Engels se refiere al maiz lo evalúa como el mejor cereal y a la patata, la última materia prima revolucionaria después del hierro, reconociendo el rol impresionante de los conocimientos agrícolas americanos en el desarrollo del mundo contemporáneo.

De Amerrique, los Huérfanos del Paraiso, Danilo Antón, Piriguazú Ediciones.