jueves, 26 de enero de 2017

Una palabra antigua, un significado moderno
Danilo Antón
La palabra “paradigma” es muy antigua. Proviene del griego antiguo paradeigma (παράδειγμα) que quiere decir ,  ("modelo", "ejemplo"), deriva de un verbo (paradeiknunai ) que significa ("demostrar", "probar", "comparar" ).  En las principales lenguas latinas se utiliza como sinónimo de “ejemplo” o para hacer referencia en caso de algo que se toma como “modelo digno de seguir”.
A partir de la década de 1960, los alcances de la noción se ampliaron y paradigma comenzó a ser un término común en el vocabulario científico y en expresiones epistemológicas cuando se hacía necesario hablar de modelos de conocimiento aceptados por las comunidades científicas.
El gestor de este nuevo sentido con relevancia contemporánea fue el autor Thomas S. Kuhn en su conocido libro “La estructura de las revoluciones científicas” 
En su trabajo Kuhn propone el nombre de “ciencia normal' a la investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior.
Continúa Kuhn “Voy a llamar, de ahora en adelante, a las realizaciones que comparten esas dos características, 'paradigmas', término que se relaciona estrechamente con 'ciencia normal'."
A partir de esta nueva definición el término “paradigma” se generalizó definiendo “el conjunto de teorías, reglas, procedimientos y conocimientos que impregnan una sociedad determinada en un momento concreto de su historia.  En la actualidad se refiere al “modelo” científico adoptado en forma generalizada en la sociedad globalizada contemporánea.”
Podemos incluir todos los paradigmas (modelos científicos) parciales en una especie de megaparadigma que incluye una serie de teorías científicas que son consideradas verdaderas y/o incontrastables cuya modificación profunda no es posible ni deseable. Los científicos o pensadores independientes que se atrevan a hacerlo arriesgan la indiferencia, la excomunión, el ostracismo o el ridículo. ,  
Entre los modelos parciales que constituyen este megaparadigma se encuentra el tema de la  evolución planetaria, que actualmente está restringida a la generalmente aceptada “teoría de la tectónica de placas”: un planeta de volumen constante cuya corteza está dividida en places que se mueven e interactúan. Otro modelo parcial es el modelo del origen biológico (“fósil”) de los hidrocarburos que da lugar a interpretaciones petrológicas y tectónicas muy definidas. También se ha desarrollado un modelo de ese tipo con relación a la influencia de CO2 producido por acción humana que tendría como consecuencia el calentamiento global, o más prudente y eufemísticamente el “cambio climático”
Estos modelos constituyen ámbitos paradigmáticos establecidos que se resisten a ser modificados a pesar de los numerosos datos que deberían inducir a su revisión radical y profunda.
En esta sociedad “globalizada” se supondría que la construcción científica oficial funcionaría a través de la acumulación de datos científicos que permitirían “avanzar” en el conocimiento, en particular lograr un mayor detalle en la aplicación concreta de los modelos científicos aceptados.
Desafortunadamente, no existe ningún método en este paradigma oficial (ni en ningún otro paradigma dominante)  que permita descartar “todo el modelo”  para poder aceptar otras teorías y aplicar otras reglas o procedimientos que terminen modificándolo radicalmente.
Por esa razón, en el campo de la geología planetaria, resulta muy difícil replantear la validez de muchos conceptos cuya vigencia está siendo desmentida cotidianamente por la realidad.
La dificultad de cambiar el paradigma oficial estriba en que esta modificación también  altera las relaciones de poder.
A nivel político, quienes detentan «el poder paradigmático», son los mismos que controlan los mecanismos decisorios.
Desde el punto de vista  económico ellos son los que se benefician de las decisiones que se toman basadas en los postulados aceptados oficialmente
En la esfera académica son las personas que defienden su prestigio y la seguridad económica que dan las posiciones profesionales o universitarias que ocupan y que eventualmente se  verían amenazadas por un posible cambio de paradigma (Lovelock, 1988).
No tenemos dudas que tarde o temprano el cambio paradigmático se producirá. Cuando la masa crítica de investigadores y científicos y el apoyo de la opinión pública sea suficiente, cuando pasen las décadas y  se disponga de nuevos datos confirmando la nueva visión acerca de la historia y dinámica de nuestro planeta, las estructuras del poder cederán y el nuevo paradigma basado en los datos de la realidad será aceptado oficialmente.
En ese momento se crearán las condiciones para replantear las estrategias políticas y económicas que permitan  desarrollar y establecer un nuevo enfoque de las relaciones humanas con los recursos y ambientes del planeta.

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