sábado, 6 de agosto de 2016

Un genocidio olvidado, la masacre de los nativos tasmanos en Australia
D.Antón
La isla de Tasmania, estado australiano con una superficie de 68,000 kilómetros cuadrados y 500,000 habitantes, es conocida por ser uno de los principales productores de amapola del mundo (para fabricar morfina, codeína y otros derivados del opio). También es conocido porque allí está un observatorio atmosférico que mide los contenidos de CO2 de la atmósfera, el observatorio de Cabo Grim (Cabo de la Desolación).
Hay otra razón por la que el Cabo Grim tiene importancia histórica. No es una razón ni técnica ni científica. Es el lugar donde se produjo la masacre que terminó con la vida de treinta integrantes de la última comunidad sobreviviente de la tribu Pennemukeer de la nación palawa (también conocida como “etnia tasmana”). El 10 de febrero de 1828 cuatro colonos blancos, dedicados a la cría de ovejas, ejecutaron con mosquetes a los miembros de esta comunidad que estaban desarmados e indefensos y los arrojaron por el acantilado cercano.
El relato de la masacre es narrado por George Augustus Robinson:
“En la ocasión de la masacre una tribu de nativos, compuesta por mujeres y niños, había venido a las islas Doughboy. La Providencia los había favorecido con buen tiempo. Nadaron a la isla dejando sus niños en las rocas al cuidado de los mayores. Habían preparado su suministro de aves, las habían atado con pasto, las habían remolcado hacia la orilla, y toda la tribu estaba sentada alrededor del fuego compartiendo los frutos de su viaje esforzado. En ese momento se abalanzaron un grupo de bárbaros feroces sedientos de la sangre de esta gente indefensa e inofensiva. Huyeron dejando sus provisiones. Algunos se arrojaron al mar, otros tambalearon alrededor del acantilado y los que quedaron fueron asesinados por los monstruos. Aquellas pobres criaturas que habían buscado refugio en lo alto de la roca fueron empujados hasta el borde de un horrible precipicio, fueron masacrados y sus cuerpos arrojados hacia abajo. Fui al pie del acantilado donde habían sido arrojados los cuerpos, y ví varios huesos humanos, algunos de los cuales traje conmigo, y un trozo del acantilado sangriento. A medida que la marea subía me apresuré a alejarme de este Golgotha.”La bahía y acantilado donde ocurrieron estos hechos es hoy conocida como Suicide Bay (Bahía del Suicidio). Antes de la llegada de los europeos en 1642, y de la fundación del primer establecimiento británico en Risdon Cove en 1803, la población nativa de la isla de Tasmania se estimaba entre 5,000 y 10,000 personas. 
Desde los primeros años de la ocupación británica los aborígenes fueron esclavizados, sus mujeres violadas, y sus comunidades víctimas de cacerías organizadas con el fin de exterminarlos. En 1830 quedaban menos de 300 individuos (220 o 72 según las diversas fuentes).
La última mujer palawa llamada Truganini murió en 1876 completando uno de los genocidios más eficientes de la historia moderna. Algún tiempo después, se supo que otra aborigen tasmana había sobrevivido a Truganini. Esta mujer, nacida en la isla Flinders ubicada en el Estrecho de Bass, de nombre Fanny Cochrane, logró escapar a la matanza y tuvo 11 hijos que fueron los ancestros de una comunidad tasmana contemporánea que todavía subsiste en esa zona marítima.
Desmintiendo la proclamada desaparición de la etnia tasmana hay en la actualidad todavía 16,000 personas que se declararon descendientes de la antigua nación isleña, reclamando reconocimiento y reivindicando su memoria cultural e histórica. Errol West, un joven que manifiesta su origen tasmano lo expresa así:
“Como el polvo soplado a través de la llanura
son la gente del Pájaro Lunar
Y sin embargo, no hay nadie que me enseñe las canciones
que traen el Pájaro Lunar, el pez
O cualquier otra cosa
Que me hace ser lo que soy”

De Crónicas de la Peripecia Humana, Danilo Antón, Piriguazú Ediciones.

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