martes, 30 de agosto de 2016

Las raíces negras del tango 
(Del libro "Uruguaypirí")
por Danilo Antón
Montevideo, ciudad mulata.
Desde muy temprano la ciudad de Montevideo recibió esclavos provenientes de África para uso local o para transferir a Buenos Aires u otras poblaciones del Virreinato del Rio de la Plata. Durante gran parte del siglo XVIII, la mayor cantidad de mano de obra utilizada para los trabajos de fundación era de procedencia misionera (indios  de las Misiones jesuiticas).    En la década de 1750 cuando Montevideo poseía apenas un par de millares de habitantes comenzaron a llegar esclavos de origen africano que gradualmente sustituyeron a los indios tapes en las tareas manuales urbanas. Al principio, los esclavos africanos realizaban meramente tareas domésticas, pero con el tiempo participaron de muchas otras actividades.  La población negra de Montevideo parece haber alcanzado proporciones significativas por 1763. Un viajero, Dom Pernetty, señala que los negros y mulatos de Montevideo, bailan un baile lascivo al que denominan “calenda”. Esta danza habría sido traída, de acuerdo a Dom Pernetty, del reino de Ardra en la costa de Guinea.                            Algunos años más tarde y en relación a los datos de 1778 habían ya más de un millar de negros y pardos en Montevideo sobre una población total de unos 4.000 habitantes. 
Los datos del censo de 1778 dan las siguientes cifras: 
a) esclavos: 700; 
b) negros libres: 312; 
c) pardos: 123; 
d) españoles: 2.903; 
e) indios: 73.
A partir de 1778, el puerto de Montevideo se habilitó para el comercio libre con otros puertos (no solo españoles de la península, sino coloniales o de terceros países neutrales). Parece lógico pensar y hay varios documentos de la época que tienden a confirmarlo, que a partir de este momento el ingreso de esclavos africanos debió multiplicarse rápidamente.                              Los africanos llegados a Montevideo provenían de varias regiones de Africa, fundamentalmente de las colonias portuguesas: congos, bengueles, luandas, melombos, obertoches, mozambiques y cabindas.                         La población negra de Montevideo a principios del siglo XIX excedía el 50% del total de habitantes. Isidoro de María hace notar que la masa de esclavos montevideanos “fuese por el rigor de los amos, o alentada por el crecido número que formaba, empezó a insubordinarse huyendo una parte de ella al campo y aún cometiendo algunos atentados”.
Religión y folklore en el Montevideo del siglo XIX.
En 1807, las danzas de los negros aparecen mencionadas en documento público referidas con el nombre de “tangos” ou “tambos“. Una resolución del Cabildo del 26 de noviembre de 1807 reza así: “sobre los tambos bailes de negros… Que respecto a que los bailes de negros son por todos motivos perjudiciales, se prohiban absolutamente dentro y fuera de la ciudad, y se imponga al que contravenga el castigo de un mes a las obras públicas”. Al año siguiente, en 1808, los vecinos elevan un petitorio al Cabildo para exigir mayor severidad en la represión de los “tangos de negros” debido a que estos causan perjuicios “a los amos porque con aquel motivo se relajan enteramente los criados, faltando al cumplimiento de sus obligaciones, cometen varios desórdenes y robos a los mismos amos para pagar la casa donde hacen los bailes y si no se les permite ir a aquella perjudicial diversión viven incómodos, no sirven con voluntad y solicitan luego papel de venta” (Lauro Ayestarán). En 1809 aparece nuevamente la palabra “TANGO” aplicada al bailde de los negros en un reglamento de policía del cabildo (P. Blanco Acevedo). 
Los negros montevideanos festejaron el sitio de Montevideo por las fuerzas artiguistas según lo señala Francisco Acuña de Figueroa en 1813: ” en tanto se miraba; la casa de los negros que brillaba; con hogueras y luces, y se oía; allá en sus campamentos; de músicas marciales la armonía; y el rumor de sus gritos de alegría; demostración notoria; de la nueva feliz de la victoria”. 
Pocos años más tarde, en 1816, un bando del Cabildo establece: “Se prohiben dentro de la Ciudad los bayles conocidos por el nombre de Tangos, y sólo de permiten extramuros en las tardes de los días de fiesta, hasta puesto el sol; en los quales, ni en ningún otro día podrán los Negros llevar armas, palo o macana, so pena de sufrir ocho días de prisión en la limpieza de la ciudadela”. 
Una parte importante de la población negra de la Banda Oriental se incorporó al ejército artiguista en formación. Cuando Artigas se retiró de la Colonia el 15 de febrero de 1811 desplazándose a la estancia de Quintana, cerca de esa plaza logró formar con un puñado de negros e indios de la zona el primer núcleo del “Ejército de la Patria”. Desde los primeros enfrentamientos en San José y Piedras, los negros representaron una parte significativa de las fuerzas orientales rebeldes.                                            Es de hacer notar que las danzas de los negros que se mencionan en casi todos los documentos de la época (generalmente recibiendo el nombre de “tangos” hasta 1830 y a partir de ese entonces “candombes”) eran mucho más que simples movimientos. A través de referencias posteriores sabemos que “los bailes de los negros” eran ceremonias religiosas tal como las describe un escritor montevideano de origen afro-uruguayo Marcelino Bottaro en un trabajo publicado por Nancy Cunard en Londres: “La representación de sus ritos, más comúnmente llamados ceremonias, es muy simple y muy alejada de todo sobrenaturalismo. Los ritos pueden reducirse a primitivas invocaciones, ruegos, súplicas, ofrecidos de perfecta buena fe a los dioses primitivos y mezclados a veces con lentos cantos guerreros, recordando la vida de las tribus. Estos cantos y oraciones eran siempre acompañados de contorsiones y gritos de admiración y sorpresa…”. Había muchos grupos como los Magises, los Congos, etc… “todas las reuniones observaban en sus ceremonias los mismos rituales, es decir, cantos, bailes, etc., con el obligado repiquetear de tamboriles”.
El tango también es oriental.
Los negros montevideanos desarrollaron su propio lenguaje: el “creole” que comúnmente denominaban “bozal”. Este se encontraba bien desarrollado por 1830.
A partir de entonces aparece la palabra “candombe” para designar las ceremonias religiosas de los negros (aunque la mayoría de los autores soslayen ese elemento religioso central).
En 1839, un edicto policial restinge estas ceremonias a la parte sur de la ciudad los días festivos no autorizándose su prolongación más allá de las nueve de la noche.
Durante la Guerra Grande a mediados de la década de 1840, los negros de Montevideo efectuaban sus ceremonias con danzas y cantos al son de los tamboriles en el local del “Recinto” que estaba ubicado al Sur de la ciudad entre la calle Yerbal y el Río.
Por 1857 las ceremonias y danzas de los negros fueron descriptos por “El Comercio del Plata” (21 de enero de 1857) denominándolos la Chica y la Bámbula. No se describe la Chica en detalle pero se habla de un baile de pareja que “es un bello baile apasionado, novelesco… ese viejo drama de amor en acción que atraviesa todas las generaciones del mundo”. La Bámbula en cambio se aparece como un baile de grupo de imitación guerrera.
Es posible que este baile llamado Chica sea un antecesor directo del futuro Tango. Va a observarse poco tiempo después en algún rancho de Durazno, seguramente llevado por la tropa negra del ejército.
Los bailes llamados tangos sobreviven hasta fin de siglo, como señalan varios documentos de Montevideo y Durazno.
En Montevideo, en 1879, salía una comparsa llamada “La raíz africana” que interpretaba varios tangosEn Durazno, varias letras de tangos de negros son transcriptos en el periódico “el Argos” de 1883. La comparsa estaba constituida por mujeres y se llamaba “Pobres negras lavanderas”. Una de las letras dice así:
Bailemos negras un tango
con mucho gusto y compás
Que si a las niñas agrada
Quisá, no salgamo mal
A ver si hacemos esferzo
de entonar este cantar
Y de bailar este tango
Con gracia particular
Ya, que tu negra no tienes
Ninguna dificultad
Hoy tu buena habilidad
Porque tu sabes que el tango
Precisa aire y nada más
Y así te pide mi negra
Bailá, mi negra bailá”.
En las zonas rurales y periurbanas, los tangos de negros habían llegado modificados. En primer lugar habían perdido su sentido religioso original quedando limitados a la expresión danzante y en segundo lugar perdieron su principal instrumento: el tamboril.
La principal referencia a un tango rural es la que transcribe Cunningham Graham, un escritor escocés que visitó el Uruguay en la década de 1870. Detalla un tango que presenció en un rancho a orillas del rio Yi tocado por un ciego anciano paraguayo en la guitarra y un negro “enorme” acompañando en el acordeón:
Al fin cesó el canto y la orquesta preludió un tango, lento, acompasado y rítmico. Los hombres se alzaron, y quitándose las espuelas, se retiraron al rincón de la pieza, donde las mujeres se habían amontonado como para protegerse las unas de las otras, y con un cumplimiento las trajeron al espacio destinado a la danza. El poncho flotante y el chiripá que hacía oficio de pantalones oscilaba en el aire… A ratos se separaban, volvían a acercarse con aire de gravedad y luego el hombre, adelantándose, tomaba a su pareja por el talle y parecía impulsarla hacia atrás con los ojos cerrados, en una expresión de beatitud.”
Todo parece indicar que a partir de los tangos y candombes religiosos de los negros evolucionó una danza que en algún momento se designó con el nombre de “chica”, pero que nunca perdió completamente el nombre de “tango” tal como se puede apreciar en los múltiples documentos consultados. Esta danza era bailada por la población suburbana de negros, mestizos, mulatos y criollos de Montevideo, y en los alrededores de los cuarteles de las ciudades del interior. Este tango criollo se diferenció del tango de los negros pues no utilizaba el tamboril, sino tan solo la guitarra y el acordeón (los negros orientales eran grandes ejecutantes del acordeón, y abundan referencias que llegan hasta nuestros días acerca del origen étnico de los acordeonistas de estos primeros tangos).
El “tango de negros” evolucionó por su lado, siguió existiendo en el barrio sur montevideano y en las comunidades negras de algunas ciudades del interior uruguayo utilizando la recientemente incorporada "habanera" como ritmo básico (proveniente de La Habana, como lo dice el nombre), mientras que el otro se fue asentando en el suburbio sureño de Montevideo en donde comenzó a practicarse en las “academias” y a fines de la década de 1880 pasó a Buenos Aires donde se estableció y prosperó en un cierto tipo de “academias” bonaerenses que se dieron en llamar “pirigundines” (por Pérez y Guntín propietarios de uno de esos establecimientos).
Debido a la aparición del “tango de gauchos” que luego pasó a ser aceptado como “tango de blancos” los pobladores afro-montevideanos se quedaron sin su sustantivo. El tango de negros siguió existiendo pero perdió su nombre. Se pasó a llamar “milongón”, y allá por década del 30 debido a una ocurrencia de Pintín Castellanos y a la promoción de autores e intérpretes como Mastra y Gavioli se le bautizó “candombe”. Este tiene poco que ver con la ceremonia de candombe del siglo XIX.
Resumiendo: el TANGO nació en Montevideo muy tempranamente a principios del siglo XIX como danza religiosa de los negros, evolucionó durante todo el siglo y por la década del 50 (después de terminada la Guerra Grande), y unidos los ejércitos y los pueblos de Montevideo y del Cardal (La Union) dio lugar a dos danzas diferentes, una que siguió la “línea” africana sobretodo centrado en Montevideo y Durazno (tal vez también en otras ciudades del interior) y otro que se fue por la línea gaucha y criolla, que se extendió a la población mestiza, blanca pobre, mulata y negra de los suburbios de Montevideo y del interior y que incorporó la habanera como compás básico. El tango gaucho se “aquerenció” en la calle Brecha y zona “roja” de Montevideo de fin de siglo y fue en ese momento que se trasladó a Buenos Aires donde prendió fuertemente (sin que dejara en ningún momento de ser también danza montevideana)
Extraido del libro "Uruguay Pirí" de Danilo ANTON. Ed. Rosebud, Montevideo, 1994
Agragamos referencia bibliográfica que actualiza muchos aspectos del tema de Gustavo Goldman, "Lucamba. Herencia africana del tango. 1870-1890"
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716 -27902012000100010




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