Los dogmas científicos contemporáneos y la "excomunión" de
los herejes
Danilo Antón
Danilo Antón
En
cada momento histórico existen modelos conceptuales y/o científicos
que son en gran medida el sustento ideológico de los sistemas de
poder imperantes. Los estados y sus estructuras políticas,
académicas y religiosas se basan, en gran medida, en dichos modelos.
Estos
modelos cambian a medida que pasa el tiempo. Se obtienen nuevos
datos, se desarrollan otros enfoques conceptuales, y finalmente, se
produce el cambio de modelo, lo que Kuhn llamaba “el cambio
paradigmático”. Generalmente las autoridades y poderes políticos,
religiosos y académicos, se resisten a este cambio, pero al final, la
acumulación de información y la difusión de las nuevas ideas
imponen la sustitución de las antiguas visiones por otras nuevas más
adaptadas al estado de la sociedad en ese momento.
A
pesar que este proceso ha sido sistemático a través de la historia,
las elites de cada período actúan como si sus concepciones fueran
inmutables, a veces verdaderos dogmas.
Esto
también ocurre en la edad contemporánea.
Las
sociedades humanas organizan su conocimiento a través de los
sistemas simbólicos de sus culturas.
En
cada época existen modelos dominantes que se relacionan con las
estructuras de poder sociales y políticas en cada región
considerada. Estos modelos, que fueron durante mucho tiempo de
carácter religioso, a menudo dogmáticos, permitieron el dominio de
los grupos dominantes a nivel político o sacerdotal.
Al
mismo tiempo que las elites imponían un sistema de conocimientos,
aseguraban su control político y el disfrute de privilegios
económicos y sociales.
Historia
moderna del dogmatismo
El
proceso de sustitución de los sistemas religiosos dogmáticos
europeos comenzó tempranamente en la llamada “Edad Media”
cobijándose en las “Universidades” medievales y centros urbanos
“burgos” que se desarrollaron
a través de la expansión demográfica y comercial de los regiones ecuménicas.
a través de la expansión demográfica y comercial de los regiones ecuménicas.
Los
discrepantes con los dogmas fueron declarados “herejes”. Algunos,
como Giordano Bruno y Tomás Moro fueron ejecutados por sus ideas o
comportamientos que contrariaban las postulados y normas establecidas
por las castas políticas y religiosas. Otros, como Nicolás
Copernico o Galileo Galilei, fueron criticados agriamente, obligados
a desdecirse, destituidos o perseguidos por sus ideas.
Los
nuevos sistemas ideológicos dejaron de lado las estructuras
filosóficas basadas en influencias bíblicas, canónicas y
greco-romanas.
A
partir del triunfo de la revolución industrialista europea se
impusieron definitivamente los nuevos sistemas de conocimiento,
dejando de lado los enfoques geocéntricos religiosos y dogmáticos.
Las
nuevas estructuras económicas y políticas engendraron un sistema de
generación de conocimientos basado en una red de instituciones
académicas, corporativas y gubernamentales.
Es
en el marco de esta “red” que se han definido los conocimientos
“oficiales”, las investigaciones y proyectos válidos y/o
“financiables”, así como los artículos publicables en las
llamadas revistas científicas llamadas “referidas” (referees
journals).
De
acuerdo al trabajo de Thomas S. Kuhn “La estructura de las
revoluciones científicas” (edición aumentada de 1970), la
investigación científica “normal” (oficial) se preocupa muy
poco de buscar novedades de importancia capital, tanto en el dominio
de los conceptos como en el de los fenómenos. De lo que se trata es
de desarrollar con más precisión las tramas conceptuales aceptadas,
así como obtener datos que “confirmen” lo ya conocido.
Señala
James Lovelock en su trabajo “Las Edades de Gaia” (1988) que los
científicos académicos pueden pensar que tienen libertad pero en
realidad la mayoría de ellos “han cambiado libertad de
pensamiento por buenas condiciones de trabajo, un ingreso
regular, un cargo y una pensión. Están también limitados por un
ejército de fuerzas burocráticas, desde las agencias financiadoras
a las organizaciones sanitarias y de seguridad. Los científicos
están también limitados por las reglas tribales de la disciplina a
la que pertenecen Un físico tendría dificultades para hacer
química, y un biólogo encontraría que es poco menos que imposible
hacer física. Para completar lo anterior, en los últimos años la
“pureza” de la ciencia está más estrechamente custodiada por
una inquisición auto impuesta llamada la revisión de los pares”.
El
modelo o sistema científico vigente es denominado ciencia normal o
“paradigma”. El paradigma de la ciencia normal
en la visión de Kuhn es el conjunto de teorías, reglas,
procedimientos y conocimientos que impregnan una sociedad determinada
en un momento concreto de su historia. En la actualidad se refiere al
“modelo” científico adoptado en forma generalizada en la
sociedad globalizada contemporánea.
En
dicha sociedad “globalizada” la construcción científica oficial
funciona a través de la acumulación de datos científicos que
permiten (supuestamente) “avanzar” en el conocimiento, en
particular lograr un mayor detalle en la aplicación concreta de los
modelos científicos aceptados.
No
existe ningún método en este paradigma oficial (ni en ningún otro
paradigma dominante, dicho sea de paso) que permita descartar “todo
el modelo” y comenzar a aceptar otras teorías y aplicar otras
reglas o procedimientos que terminen modificando radicalmente el
modelo reconocido.
En
gran medida la dificultad de cambiar el paradigma oficial estriba en
que la modificación radical del paradigma implica alterar las
relaciones de poder.
A
nivel político, los detentadores del poder paradigmático, son los
que ocupan las posiciones decisorias. A nivel económico, son ellos
que se benefician de su posición privilegiada en la estructura de
conocimiento. A nivel académico, defienden el prestigio y la
seguridad económica que dan las posiciones universitarias y
profesionales que ocupan.
En
resumen, la lucha por la preservación del paradigma por parte de sus
principales defensores se plantea en términos de poder.
D.Antón.
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