domingo, 13 de diciembre de 2015

La Serpiente Emplumada aún vive en México

Quetzacoatl 

Los cielos de la serpiente emplumada

D.Antón
La Gran Serpiente de los aires apareció en las culturas mesoamericanos en épocas muy tempranas. Si bien no sabemos como se llamaba, se la distingue representada como la serpiente voladora implume en las imágenes olmecas, varios siglos antes de la era común.
Luego, con el tiempo, le crecieron plumas, se extendió al sur, a los países mayas, a los pueblos zapotecos de Monte Albán, y a las tierras altas mexicanas, en Teotihuacán y Tula, donde fue conocida con el nombre nahua de Quetzalcoatl.
Cuando llegaron los aztecas al Valle de Anahuac procuraron desplazarla en beneficio de sus propias deidades, y olvidarse de su existencia.
No lo lograron. La serpiente emplumada sobrevivió todas las catástrofes.
Vieron reaparecer a Quetzalcoatl en las cabezas acorazadas y en las armas que escupían fuego que traían los españoles y se atemorizaron ante su llegada. Esta fue, probablemente, una de las causas de la caida rápida del Imperio Mexicano.
Por su parte, los invasores españoles, también procuraron eliminar a las serpientes sagradas construyendo macizas iglesias sobre los templos antiguos.
En esa época, muchos pensaron que al fin, la serpiente ya no estaba más, que se había esfumado con los años. Que los pueblos la habían olvidado.
Pero no fue así.
De alguna forma, aún hoy, Quetzalcoatl está vivo.
El espíritu de la Serpiente no puede ser destruido.
Porque es mucho más que una entidad mitológica.
Es una fuerza inmaterial que se alberga en la esencia de las plantas.
En las enredaderas, en los hongos, en los cactus.
En las semillas de ololiuhqui, en el teonanacatl y en los botones del peyote.
En las montañas, en los valles y llanuras.
En donde quiera que un pueblo busque encontrar su pasado más allá del tiempo.
De "Pueblos, Drogas y Serpientes" , Danilo Antón, Piriguazú Ediciones

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