¿Que son las "drogas"?
Cuestiones de terminología
Afirmar que la droga mata es tan necio como
declarar
que el agua ahoga o que las drogas iluminan
Uno de los principales problemas del tema de las drogas
es la inadecuada y arbitraria utilización de la terminología,
demostrativa de la ignorancia generalizada que existe en la materia.
En la cultura contemporánea hay
costumbre de hablar de “alucinógenos” refiriéndose a todas
las plantas psicoactivas. En realidad, la mayoría de los compuestos
catalogados como drogas o declarados ilegales no son alucinógenos.
También se usa frecuentemente la expresión
“narcóticos”. Contradictoriamentre, la palabra se aplica a
muchas sustancias cuyo efecto es precisamente el contrario, como es
el caso de la cocaína, que como se sabe es un estimulante del
sistema nervioso central y de narcótico no tiene nada. Las palabras
derivadas, como “narco” o “narcotraficantes” referidas a los
traficantes o a la comercialización de cocaína, son igualmente
inadecuadas.
Otro término utilizado comúnmente, de significado
bastante impreciso, es “estupefacientes” (sustancias que producen
estupor). El vocablo “estupor” tiene dos sentidos principales: a)
asombro y b) adormecimiento, insensibilidad. Desde ese punto de
vista puede decirse que hay numerosos fármacos que producen
“estupor” en cualquiera de los dos sentidos, la mayoría de los
cuales pueden ser utilizados legalmente.
La propia expresión “droga” es
también muy general e inadecuada para designar los compuestos
ilegales. En farmacología botánica se llama droga simplemente a la
parte de la planta que se usa.
En sentido genérico se utiliza droga como sinónimo de “fármaco”,
una sustancia con efectos biológicos sobre el cuerpo cuyas
características e intensidad varían con las dosis. En el primer
caso podría ser también llamada “medicina” y en el segundo caso
“veneno”. En los hechos, ninguna sustancia es medicina o veneno,
tan sólo las dosis lo son.
En cuanto a la calidad de “adictivas” atribuida a
ciertas sustancias prohibidas, es totalmente inapropiado. Muchas de
las “drogas” ilícitas no son adictivas, mientras que existe un
gran número de productos legales que producen fuertes adicciones.
En definitiva, el vocabulario del prohibicionismo es
sistemáticamente impreciso y contradictorio. Las únicas razones que
determinan la designación de una sustancia como droga ilícita son
de tipo histórico-cultural y se refieren a calificaciones
irracionales promovidas por sectores dogmáticos más allá de toda
lógica científica.
En los hechos, para poder referirse al tema en forma
objetiva, se requiere tener en cuenta la relatividad de los usos y
efectos de las diversas sustancia psicoactivas. Solamente de esa
manera se logrará la precisión conceptual necesaria para enfocar el
tema en forma dialogada y razonable.
Las plantas de riesgo
Existen varias plantas sicoactivas cuyo consumo moderado
es relativamente inocuo, pero hay muchas otras cuya utilización
inadecuada puede entrañar riesgos de efectos secundarios negativos.
De todos modos, aún las plantas más riesgosas pueden
ser utilizadas con relativa seguridad si existe un marco tradicional,
generalmente ceremonial, armónico y apropiado.
Desafortunadamente, la sociedad de dominación imperante
eliminó la utilización ceremonial equilibrada de muchas plantas
psicoactivas y en su lugar desarrolló formas de desnaturalización,
tanto a nivel de la preparación de las sustancias psicoactivas como
de las condiciones sociales en que se las utiliza.
Con el tiempo estas sustancias se
transformaron en vicios globales promovidos a nivel económico,
político e institucional..
Muchas plantas psicoactivas, paradójicamente las más
trascendentes , aquellas cuyo uso era un pilar fundamental de las
sociedades humanas, fueron gradualmente erradicadas de la cultura
global, prohibidas, estigmatizadas.
En la realidad diaria, los seres humanos contemporáneos,
descendientes de los primates que se alimentaban de sustancias
psicoactivas, todavía necesitan alimentos psicoactivos para nutrir
su mente, pero carecen de ellos pues el sistema los ha ilegalizado.
De "Pueblos, Drogas y Serpientes", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones
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