miércoles, 16 de diciembre de 2015

    La mal llamada "guerra del desierto" 
    Expansión argentina sobre los territorios mapuches y tehuelches
   Danilo Antón             
¿Quien podría creer que tantas atrocidades podrían ser cometidas por     un  país civilizado y  cristiano?        Charles Darwin i 

La conquista de los territorios mapuches y tehuelches fue un largo proceso que habían comenzado los españoles al ocupar las tierras querandíes a fines del siglo XVI. Esta expansión continuó en forma incesante a lo largo de los siglos XVII y XVIII, para culminar en las décadas de1870 y 1880 con el aniquilamiento de las confederaciones nativas y la ocupación final de sus territorios.
Las historiadores oficiales argentinos han dado en llamar la “Conquista del Desierto” a esta etapa invasora. Esta denominación que obviamente busca desconocer la existencia de estados y entidades étnicas constituidas y reconocidas en numerosos tratados y acuerdos, incluso a nivel internacional, es una falsificación intencional de los hechos.
El “desierto” no era desierto. Era un lugar poblado por numerosos pueblos organizados que vivían en sus territorios ancestrales desde tiempos inmemoriales.
Cuando los mapuches contemporáneos escriben su propia historia no hablan de “conquista del desierto”, sino de una guerra de agresión que les fue impuesta y que terminó con una cruel masacre, su destierro y la destrucción de su patria.
Al desencadenarse el proceso independentista, los criollos de Buenos Aires estuvieron ocupados enfrentando al imperio español en plena retirada y a las fuerzas portuguesas que procuraban ocupar el lugar abandonado por los españoles. Por esa razón, no pudieron dedicarse a emprender ninguna campaña significativa contra los pueblos del Puelmapu.
La invasión del sur continuó en 1822. En ese año las comunidades mapuches, pampas y ranqueles convocaron una asamblea parlamentaria en Sierra de la Ventana (actual provincia de Buenos Aires) para exigir al gobierno de Bs. As., que respetara el territorio de las naciones nativas y desistiera del avance militar.
El gobierno respondió que buscaba la paz y pareció que no habría enfrentamiento.
A pesar de las promesas del gobierno, apenas un año después (1823, el ejército avanzó en dirección hasta el Río Negro con el propósito infructuoso de fundar un núcleo poblado en lo que luego sería la ciudad de Bahía Blanca.
Nueve años más tarde el proceso expansivo bonaerense habría de continuar cuando Juan Manuel de Rosas, Gobernador de la Provincia, decidió ignorar los tratados que habían permitido preservar una situación de relativa estabilidad en la frontera, y organizó una campaña militar contra las fuerzas aliadas ranqueles y pampas que controlaban las comarcas al sur y oeste de los fortines de San Luis y Buenos Aires.
El ejército rosista aliado con nativos de la etnia boroga avanzó hacia el sur desde Buenos Aires, y el general Ruiz Huidobro lo hizo desde San Luis.
Los grandes “loncos” de la confederación pampa eran Chocorí, Payllerén y Torianoco, secundado por Kalfukurá (“piedra azul” en mapudungún) y su hijo Namunkurá. El enfrentamiento terminó con la victoria del gobernador de Buenos Aires y con la muerte de más de 3,200 nativos, la toma de unos 1,200 prisioneros. Chocorí y Torianoco fueron fusilados y los borogas se dedicaron a perseguir y matar a los vencidos. Tres años después Kalfucurá los derrotó en una sangrienta batalla en que murieron más de 1000 borogas. Las tropas de Rosas siguieron avanzando y lograron derrotar a varios loncos en su avance.
A pesar de que su éxito fue parcial y de corta duración, la campaña de Rosas permitió hacer avanzar el dominio bonaerense varias decenas de quilómetros y rediseñar las cadenas de fortines a lo largo de la frontera, facilitando una nueva expansión de la colonización territorial.
Sin embargo, esta situación no sería duradera.
A esa altura Kalfukurá, que tomó el mando de las fuerzas nativas había logrado organizar una Confederación Araucana con capital en las tolderías de Salinas Grande. A partir de este cuartel general Kalfukurá cultivó el idioma castellano para estar en mejores condiciones de negociar con Buenos Aires.
Luego del derrocamiento de Rosas en Buenos Aires, el nuevo gobierno y los colonos continuaron avanzando, por lo que Kalfucurá decidió atacar nuevamente los establecimientos de los colonos criollos y los fuertes militares que se habían instalado en el territorio pampa.
Estando Urquiza al frente de la Confederación Argentina, los ejércitos de Kalfukurá avanzaron hacia Buenos Aires acercándose hasta Olavarría, derrotando a Bartolomé Mitre en la batalla de Sierra Chica.
Más tarde le tocó el turno al General Hornos quien también fue vencido por las fuerzas de la Confederación Araucana en Tapalqué.
En ese momento se pensó que hasta la propia ciudad de Buenos Aires podía caer en manos de las fuerzas aliadas nativas, pero luego la situación se estabilizó.
Más tarde durante el gobierno de Sarmiento, se produjeron nuevos enfrentamientos, aunque esta vez culminaron con la victoria de las fuerzas del gobierno argentino en la batalla de San Carlos. El lonco Kalfukurá terminó sus días en 1874 recluido en Salinas Grande donde fue sepultado con todos los honores por sus paisanos.
Más tarde, la Confederación Araucana fue atacada por el general Julio Argentino Roca quien invadió el Puelmapu por Carhué, arrasando las
Salinas Grandes para terminar entrando en Choele Choel, lugar secreto por el que la Confederación comerciaba con los mapuches transcordilleranos.
Las versiones habituales de la historia de este período llaman a estos actos de resistencia de Kalfukurá y otros loncos pampas: los “malones indios”. En la realidad se trataba de acciones en defensa propia o de represalia frente al gigantesco malón que significaba el avance incesante criollo sobre los territorios aborígenes.
Para proteger sus establecimientos y defenderse de los ataques araucanos los bonaerenses habían establecido dos líneas principales de fortines. La primera se extendía desde el sur de la actual provincia de Buenos Aires (zona de Fte San Martín, Lamadrid y Libertad) hacia el norte, pasando al oeste de la Laguna Blanca Grande, y de allí a las nacientes del río Salado en donde se curvaba al oeste, extendiéndose luego a lo largo del valle del Río Quinto.
Una segunda línea se estableció a partir de la Sierra Corumatal hasta Trenquelauquen, y de allí, hasta el río Quinto.
Esta situación fronteriza continuó con avances y retrocesos hasta fines de la década de 1870, en que debido al riesgo que representaban las fuerzas confederadas pampeanas, el gobierno central decidió organizar una campaña contra el Puelmapu independiente bajo el liderazgo de Namunkurá (hijo de Calfukurá). Por esa época, a instancias de un aventurero francés llamado Orelie Antoin de Tounens se había formado una suerte de estado transcordillerano que comprendía los territorios mapuches y pampas de ambos lados de los Andes. Este estado cuya duración fue efímera era llamado el “Reino de la Araucania y Patagonia”v y de alguna manera estaba laxamente relacionado con la confederación araucana.
En 1876 comenzó una campaña en gran escala con la invasión de Nicolás Lavalle quien avanzó sobre el territorio mapuche derrotando a Namunkurá en la batalla de Carhué.
Por su parte, el general Lorenzo Wintter lograba reducir a las comunidades Rankulce, mientras Conrado Villegas atacaba las comunidades de Pincen.
La resistencia mapuche se fue haciendo cada vez más decidida pues resultaba claro que el invasor no venía a dialogar y no había otra forma de frenarlo que la guerra.
Al llegar las fuerzas armadas argentinas, las comunidades se replegaban y al retirarse el ejército, volvían a ocupar su territorio de la Cordillera..
A principios de 1879 tuvo lugar el desencadenamiento de una nueva campaña militar ahora sí enfocada a la conquista definitiva del Puelmapu.
Esta vez la iniciativa partió del Ministro de Guerra, el Gral Julio Argentino Roca .
En forma planificada y en estrecha coordinación con el gobierno chileno Roca desató una invasión masiva del territorio mapuche- pampeano.
Las divisiones del ejército de Roca estaban comandadas por el propio Roca (1ª División), el Gral Levalle (2ª División), el Gral Radedo (3ª División), el Gral Uriburu (4ª División) y los Grales Lagos y Godoy (5ª División)
El avance del grueso de las fuerzas argentinas fue en dirección suroeste a partir de Azul, atravesando la 1ª línea de fortines, cruzando los contrafuertes de la Sierra Corumalal y dirigiéndose al Sur (Roca), al oeste (Levalle) y al Norte (Lagos y Godoy).
La 3ª División de Racedo avanzó desde el río Quinto hacia el sur estableciendo su base de operaciones en Poitagué.
El 24 de Mayo de 1879, con apoyo marítimo, el ejército argentino ya había ocupado las regiones de los ríos Limay y Neuquén. El coronel Levalle avanzó desde Carhué hacia la pampa central.
El coronel Uriburu que había salido desde el fuerte San Martín en Mendoza hacia el sur, llegó al río Neuquén y se juntó con Roca. Los Coroneles Hilario Lagos y Enrique Godoy se lanzaron sobre las comunidades mapuches desde Guaminí y Trenque Lauquen hasta Luen Lauquen y Ñiancú..
La guerra terminó con el triunfo total del gobierno de Buenos Aires y la expulsión hacia el sur de los remanentes del ejército confederado pampa- mapuche.
De acuerdo a las cifras oficiales, en el período 1878-1879 murieron 479 guerreros y civiles mapuches, y 7.821 fueron tomados prisioneros. En campañas sucesivas durante los años 1881-84 (en territorios de Neuquén, Chubut y Nahuel Huapí), 399 más fueron muertos y 1,871 hechos prisioneros.
El balance oficial, que probablemente subestima la magnitud de la masacre informó que como resultado de la guerra murieron 878 “indios” y 9,692 más fueron hechos prisioneros.
Como resultado de esta guerra de conquista se incorporaron al territorio argentino más de 400,000 km2.
En los siguientes años los últimos jefes mapuches fueron empujados hacia el sur y oeste, hasta su derrota final y captura en 1886.
A partir de ese momento el gobierno de la República Argentina comenzó a ejercer su autoridad de dominación sobre los territorios ocupados. Los desafortunados sobrevivientes nativos fueron despojados de las mejores tierras y concentrados en áreas restringidas de menor valor. Su cultura, lengua y costumbres fueron proscriptas, y desde entonces se vieron sometido a una situación de extrema pobreza y marginación sin que se reconocieran sus derechos como pueblos o individuos.
A pesar de que el estado araucano- patagónico era reconocido a nivel internacional, e incluso por el propio estado argentino, a través de varios tratados, la ocupación del país mapuche y pampa se hizo permanente. No hubieron protestas internacionales en ese momento, y el mundo llamado civilizado decidió aceptar el despojo como un hecho normal.
Después de todo, estaban ocurriendo fenómenos similares en América del Norte, donde los lakotas y apaches eran masacrados y despojados de sus tierras quedando reducidos a campos de concentración y reservas inadecuadas.
Todavía hoy la invasión del país mapuche es ignorada en los relatos de la historia oficial que se enseñan en las sociedades criollas del continente.
Parece que el mundo ha decidido olvidar a esta antigua nación cuyo territorio aún permanece ocupado por los estados criollos de Argentina y Chile. Nosotros no.

i Darwin, Charles: «Viaje de un naturalista alrededor del mundo»,
Buenos Aires, 1945
ii Puelmapu: del mapudungún (lengua de los mapuches) proveniente de puel= este y mapu= tierra. Se denominaba así al territorio que se encuentra al este de los Andes tradicionalmente por pueblos mapuches, pampas y otras etnias patagónicas. Sus habitantes eran llamados puelches.
iii Un primer intento de crear un centro poblado en el sitio de Buenos Aires fracasó en 1536 cuando Pedro de Mendoza y su numerosa expedición fue rechazado por una coalición armada de guerreros charrúas, querandíes, guaraníes y chanás.
iv Río Salado del Sur.

v A nivel anecdótico se señala que los líderes mapuches acordaron la formación de un reino mapuche aceptando la sugerencia de un aventurero francés llamado Orelie-Antoine de
Tounens que fue inspirado por la lucha mapuche. En 1860 se estableció formalmente el Reino de Araucania y Patagonia constituyéndose una Asamblea Parlamentaria que escogió como rey a Orelie Antoine. Un año después Orelie- Antoine fue secuestrado por las fuerzas armadas del gobierno chileno, declarado insano y deportado a Francia. El francés procuró regresar a la Araucania varias veces, aunque infructuosamente. Murió en Francia en 1878 en extrema pobreza.
Del libro "Los Fantasmas de la Memoria" de Danilo Antón, Piriguazú Ediciones

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