América, la mayor biodiversidad natural y cultural del planeta
D.Antón
América es un gigantesco territorio de 42 millones de kilómetros cuadrados. Es además la masa terrestre más húmeda del
planeta. En él cae un volumen de precipitaciones mayor que en
cualquier otro continente.
Por esa razón, su territorio era, y en gran medida aún
es, el más boscoso. En tiempos anteriores a la invasión colonial,
las formaciones arbóreas naturales cubrían más de 10 millones de kilómetros cuadrados, una cantidad superior a las áreas sumadas de
los bosques europeos y africanos. En él los desiertos sólo abarcan
un 15% de su superficie, unos 5 millones de kilómetros cuadrados,
bastante menor que los 10 millones de los desiertos africanos, y los
8 millones de las zonas áridas asiáticas.
América se extiende latitudinalmente desde el Artico a
los bosques australes, pasando por extensísimas selvas tropicales.
Abarca alternadamente zonas húmedas y secas, llanuras, cordilleras,
glaciares y ríos. Es en ese marco de variaciones ambientales
extremas que se ha desarrollado su enorme biodiversidad. Sus
ecosistemas albergaban, y aún albergan, más de la mitad de todas
las especies vegetales y animales del planeta, y en ellos,
probablemente, está contenida la mayor biomasa.
Debido a esa gran biodiversidad y
productividad, América estaba llamada a transformarse en un hábitat
ideal para los primeros grupos humanos que llegaron a sus costas, tal
vez hace más de 30,000 años1 .
Los recién llegados comenzaron a
familiarizarse con los ambientes nuevos. Gradualmente
se fueron multiplicando y extendiendo en todas direcciones.
Mientras exploraban y descubrían nuevas áreas se
fueron adaptando a los ecosistemas locales. Seguramente, en algunos
casos, esta adaptación habrá sido traumática tanto para los
humanos como para las especies nativas que sufrieron su influencia.
Muchos animales, sobre todo grandes mamíferos, que no estaban
acostumbrados genéticamente a los seres humanos, esos nuevos
predadorestan efectivos, se extinguieron al ser cazadas o explotadas
más allá de sus posibilidades de recuperación.
Así desaparecieron los gliptodontes, los megaterios,
los toxodontes, los caballos americanos y los mastodontes, entre
otros. Ello ocurrió en el período que va desde las primeras
migraciones (30,000 o 40,000 años) a la definitiva ocupación de
todas las áreas habitables del continente (8,000 a 10,000 años
antes del presente).
En los siglos y milenios que siguieron, las adaptaciones
culturales se profundizaron, disminuyendo poco a poco su impacto
destructivo. Las nuevas sociedades aprendieron acerca de las extrañas
especies de plantas y animales, que pronto habrían de dejar de ser
extrañas, y encontraron las Plantas Maestras que les habrían de
ayudar, con el tiempo, a desarrollar sus sistemas espirituales,
sociales y productivos.
Gradualmente crearon sistemas de relacionamiento con la
naturaleza de carácter sostenible, prácticas agricolas selectivas,
la pesca, la recolección y la caza, y finalmente lograron conocer en
forma detallada y precisa las utilidades de las diferentes variedades
de animales y plantas.
A la vez adoptaron sistemas ideológicos y espirituales
profundamente combinados con los sistemas naturales asegurando la
interrelación entre los comportamientos sociales y los procesos de
la naturaleza. Algunos pueblos tuvieron dificultades para lograr
dicha armonización y desaparecieron. Los que sobrevivieron, lo
hicieron porque lograron establecer cosmovisiones y sistemas
productivos equilibrados.
Visiones
de luces en el Gran Continente
Durante su exploración de la naturaleza, los pueblos
nativos encontraron plantas psicoactivas similares o incluso más
poderosas de las que existían más allá de los mares.
La búsqueda chamánica les permitió avanzar más
rápido y así encontrar las principales Plantas Maestras que había
en la nueva tierra.
No sabemos cuántas ni cuáles.
Tan sólo conocemos unas pocas, aquellas que continuaron
utilizándose luego de la invasión europea.
Hoy, algunas de ellas han sido desnaturalizadas y su uso
perdió la fuerza positiva que tenía otrora. Debido al avance de la
sociedad de dominación, su consumo o el de ciertas sustancias
obtenidas a partir de ellas, terminó transformándose en vicio. Los
habitantes de las sociedades industriales urbanas americanas
desguarnecidas y empobrecidas, sufren su carencia de contactos con
el vegetal.
Sin embargo, aún hoy, en muchas sociedades
tradicionales del continente, se encuentran pueblos que
periódicamente recrean las viejas visiones de formas y de luces. Y
en todas partes, incluso en las sociedades más urbanizadas, tal vez
por eso mismo, hay miles de personas que tratan de recorrer los
antiguos caminos, buscando las visiones necesarias para que la vida
valga la pena ser vivida.
Una
diversidad de plantas cultivadas
Los pueblos americanos utilizaron y cultivaron muchas
plantas. Gran parte de los cultivos que existen en el mundo provienen
de plantas domesticadas en América: el maíz, los zapallos y
calabazas, los frijoles, la papa, la mandioca o yuca, el boñato o
camote, la quinoa, el cacao, el chile, la piña, el tomate, la piña,
la guayaba, la fresa, el maní o cacahuate, el algodón, el caucho y
muchas otras.
Además de las plantas de alimentación o de utilización
habitual en la vida diaria, las sociedades de América identificaron
y desarrollaron el cultivo, recolección y/o el consumo de numerosos
vegetales psicoactivos. Algunos de los más conocidos son el tabaco,
utilizado en todo el continente, la ayahuasca, la coca y la aguacolla
en América del Sur, y el ololiuhqui, el teonanacatl y el peyote en
Mesoamérica y América del Norte.
(continúa)
De "Pueblos, Drogas y Serpientes", Danilo Antón, Piriguazú Ediciones.
Blog en inglés:
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