martes, 10 de noviembre de 2015

Mestizajes ocultos y descendencias verdaderas 
(del libro "Crónicas de la Peripecia Humana" de D.Antón)
El sol brillaba con fuerza inusitada y hacía un raro calor en la costa francesa de Boulogne-sur-mer, en aquel verano europeo de 1850. El Canal de la Mancha, que aquí se ensancha hasta parecer un mar, estaba, como de costumbre, poblado de veleros que hacían la travesía a Dover o a Folkestone. Había gente tomando te en los bistros del puerto y se sentía la sirena de algún barco a vapor que estaba por zarpar. Los hombres trabajaban en los muelles, los niños corrían por la playa y las jóvenes parejas caminaban y reían por las calles de “centre ville”.
En la ciudad activa, y entre los paseantes despreocupados, nadie sospechaba que en ese momento, muy cerca, en esa misma ciudad, se estaba extinguiendo la vida de un exilado del sur de las Américas conocido con el nombre de José de San Martín.
Sus recuerdos lo llevaban a su niñez en Yapeyú con Rosa aquella india cariñosa que lo había concebido y que fuera a visitar por última vez en Arroyo de la China hacía 25 años. También se agolpaba en últimos recuerdos la imagen de aquella hermosa mujer entrerriana y su pequeña hijita Úrsula de quien tampoco tuvo noticias desde entonces.
Rememoraba las guerras europeas de su juventud temprana, su regreso al río de la Plata, las batallas de la independencia, su gestión de gobierno en Mendoza, el cruce de los Andes y la liberación de Chile y Perú.



Finalmente, sus recuerdos se apagaron definitivamente en la tarde del 17 de agosto de 1850. A la edad de 72 años en la costa normanda francesa falleció José de San Martin, uno de los constructores formidables de la independencia de las naciones del Sur.
La noticia de su muerte llegó algunos meses después a la lejana Buenos Aires,
En la ciudad austral hubo pocas expresiones públicas de congoja. El Gobernador de la provincia, Juan Manuel de Rosas, a quien San Martín le había ofrecido su espada por su actitud valiente de enfrentamiento a los imperios europeos, ni siquiera proclamó luto oficial.
Pasarían algunos años antes que la figura de San Martín fuera reivindicada por la sociedad argentina, pero el General San Martín replanteado por la historia oficial resultó bastante diferente del que sufrió y vivió las guerras y penurias de la lucha de liberación de los pueblos sudamericanos.

De Danilo Antón, cap.1 del tomo 1, libro "Crónicas de la Peripecia Humana!

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