Los orígenes afro del tango montevideano (Uruguay) Primera parte 1790-1830
La palabra “tango” fue utilizada desde principios del siglo XIX en Montevideo para designar los bailes de los negros que se realizaban tanto dentro de la ciudad amurallada como extramuros.
Eran danzas con un contenido ceremonial y religioso que replicaban tradiciones rituales africanas.
Estos bailes continuaron cambiando su forma, sus ritmos y agregando melodías incorporadas de la sociedad criolla dando lugar a bailes de parejas enlazadas. Estos bailes que también fueron denominados candombes perdieron su carácter religioso, incorporaron el ritmo de la habanera,
que también en gran medida habia tenido origen afro-cubano sincretizándolo en un nuevo tipo de danza que se continuó llamando tango y se extendió primero a Buenos Aires, y luego al resto del mundo. En este video presentamos la primera parte de esa evolución musical, cultural y danzante. En una segunda parte encararemos la continuación de este proceso.
A partir de 1778, la corona española habilitó el puerto de Montevideo para el comercio libre con otros puertos (no solo españoles de la península, sino con otros puertos coloniales o de terceros países neutrales). Parece lógico pensar, y hay varios documentos de la época que tienden a confirmarlo, que a partir de este momento el ingreso de esclavos africanos debió multiplicarse rápidamente.
Para acelerar el proceso el gobierno español en una Real Cédula de 1791 decidió favorecer especialmente a "los buques de cualquier bandera que introdujesen esclavitud en las colonias" (Isidoro de María, op.cit.) lo cual aceleró aún más dicho ingreso. En los tres años siguientes a 1791, se introdujeron 2,689 esclavos tan solo por el puerto de Montevideo.
Los africanos llegados a Montevideo provenían de varias regiones de Africa, pero por las referencias recogidas parecería que provenían fundamentalmente de las colonias portuguesas: congos, bengueles, luandas, melombos, obertoches, mozambiques, y cabindas.
La población negra de Montevideo a principios del siglo XIX (incluyendo la población de extramuros), excedía el 50% de la población. La mayoría de los autores tiende a subestimar el peso demográfico de la población negra, lo cual parece ser el resultado de un intento (¿inconsciente?) de blanquear la historia montevideana de la época. Con todo hace notar Isidoro de María que la masa de esclavos montevideanos... "fuese por el rigor de los amos, o alentada por el crecido número que formaba, empezó (sic) a insubordinarse huyendo una parte de ella al campo y aún cometiendo algunos atentados..."
En su libro "Artigas, Tierra y Revolución", L. Sala, de la Torre y J. Rodríguez (1974)[1] señalan que "según el Cabildo los negros formaban la mayoría de la población montevideana... demostraron una enorme rebeldía..." que llevó a un grupo de ellos a huir "hacia los montes del río Negro, para formar una república de hombres libres, movimiento que fue cruentamente reprimido".
De María trata de minimizar la rebelión de los esclavos de Montevideo de 1803, que dió lugar a batallas aparentemente bastante sangrientas en donde los amotinados fueron reducidos y algunos ejecutados en una horca que el cabildo mandó levantar en la plaza. Es altamente probable que un cierto número de rebeldes se hayan terminado refugiando entre las tolderías charrúas y minuanes y en las partidas de gauchos de las pampas orientales[2].
En 1807, las danzas de los negros aparecen mencionados en documento público del Cabildo del 26 de noviembre de 1807 que reza así: ""Sobre los Tambos bailes de negros" ... "Que rrespecto a que los bailes de negros son por todos motivos perjudiciales, se prohiban absolutamente dentro y fuera de la ciudad, y se imponga al que contravenga el castigo de un mes a las obras públicas"[3]. Al año siguiente, en 1808, los vecinos elevan un petitorio al Cabildo para exigir mayor severidad en la represión de los "tangos de negros" debido a que éstos causan perjuicios "a los amos porque con aquel motivo se relajan enteramente los criados, faltando al cumplimiento de sus obligaciones, cometen varios desórdenes y robos a los mismos amos para pagar la casa donde hacen los bailes y si no se les permite ir a aquella perjudicial diversión viven incómodos, no sirven con voluntad y solicitan luego papel de venta" (L. Ayestarán, op. citada, p.161). En 1809 aparece nuevamente la palabra "tango" aplicada al baile de los negros en un reglamento de policía del cabildo (P.Blanco Acevedo, op.cit. p.224).
Los negros montevideanos festejaron el sitio de Montevideo por las fuerzas artiguistas según lo señala Francisco Acuña de Figueroa en 1813: "En tanto se miraba; la casa de los negros que brillaba; con hogueras y luces, y se oía; allá en sus campamentos; de músicas marciales la armonía; y el rumor de sus gritos de alegría; demostración notoria; de la nueva feliz de una victoria"[4].
Poco años más tarde, en 1816, un bando del Cabildo establece: "Se prohiben dentro de la Ciudad los bayles conocidos por el nombre de Tangos, y sólo se permiten extramuros en las tardes de los días de fiesta, hasta puesto el sol; en los quales, ni en ningún otro día podrán los Negros llevar armas, palo o macana, so pena de sufrir ocho días de prisión en la limpieza de la ciudadela"[5].
Una parte importante de la población negra de la banda oriental se incorporó en el ejército artiguista. Según el informe de Bartolomé Laguardia a la Junta Gubernativa del Paraguay (Archivo Artigas, Tomo VII) describiendo el ejército artiguista señala: "el ejército se compone de 4,000 hombres armados con fusiles...e inclusive la división de Pardos que se ha agregado y consta de 300 plazas y 200 que se han puesto en marcha para este mmismo destino"[6].
Durante el control oriental de Montevideo, los esclavos de la ciudad fueron enrolados en el ejército artiguista por orden de Fernando Otorgués y aunque algunos volvieron más tarde a la ciudad durante la ocupación portuguesa, muchos terminaron agregándose al ejército artiguista en el norte.
En los últimos años de la década artiguista (1811- 1820), el ejército patriota estaba integrado por un cuerpo considerable de varios cientos (tal vez más de mil) negros y pardos que llegado el momento de la derrota acompañaron al líder hacia el Paraguay y terminaron acampados en un sitio cercano a Asunción llamado "Loma Campamento" (Campamento de la Loma). Los descendientes de este grupo de artiguistas se mantienen en ese lugar hasta nuestros días.
Es de hacer notar que las danzas de los negros que se mencionan en casi todos los documentos de la época (generalmente recibiendo el nombre de "tangos" hasta 1830 y a partir de ese entonces "candombes") eran mucho más que simples danzas. A través de referencias posteriores sabemos que "los bailes de los negros" eran ceremonias religiosas tal como las describe un escritor montevideano de origen afro-uruguayo Marcelino Bottaro en trabajo publicado por Nancy Cunard en Londres: "La representación de sus ritos, más comunmente llamados Ceremonias, es muy simple y muy alejada de todo sobrenaturalismo. Los ritos pueden reducirse a ... invocaciones, ruegos, súplicas, ofrecidos de perfecta buena fe a los dioses primitivos y mezclados a veces con lentos cantos guerreros, recordando la vida de las tribus. Estos cantos y oraciones eran siempre acompañados de contorsiones y gritos de admiración o sorpresa...". Había muchos grupos como los Magises[7], los Congos, etc..."todas las reuniones observaban en sus ceremonias los mismos rituales, es decir, cantos, bailes, etc, con el obligado repiquetear de tamboriles"
Ya describí este tema en mi libro Uruguaypirí y para una actualización rigurosa recomiendo las investigaciones del musicólogo Profesor Gustavo Goldman
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