sábado, 7 de agosto de 2021

La conquista del Chaco, un genocidio que todavía no termina  

Ante la agresión sistemática del gobierno argentino y los abusos experimentados por las comunidades nativas chaqueñas. en 1903 se rebelaron los pueblos chaqueños, esta vez inspirados por un mesianismo religioso basado en una nueva creencia de que Dios había dispuesto que la tierra les fuera devuelta a los indígenas y de que a los blancos los castigaría haciéndoles crecer un rabo de chancho (conviene recordar que los paraguayos denominan popularmente curepa o "cuero de chancho" a los criollos blancos de Argentina) . El movimiento fue nuevamente derrotado.
Sobre este último proceso bélico, la crónica de La Nación de Buenos Aires del 23 de abril de 1904 señalaba lo siguiente:
"Sublevación de indígenas en la provincia de Santa Fe. Choque con la Policía. Varios muertos y heridos. Sometimiento de unos y fuga de otros. San Javier 21. En la refriega fue gravemente herido Juan López, hermano del cacique Mariano López, muriendo esta tarde. Fue herido de un lanzazo en una pierna el vecino D. Félix Lena (muriendo horas después)". El parte oficial reproducido por La Nación decía: "Los indígenas de San Martín Norte, en esta provincia sugestionados por cuatro individuos de la tribu, que se dicen adivinos se han trasladado a San Javier." y luego " La sublevación de indios en San Javier. anoche a las 11.30 llegó el jefe político de Helvacia con fuerzas... Hoy llegó el mayor del Ejército José Pérez....con una pequeña fuerza armada. Cuando se inició el ataque a la policía Juan López fue muerto, venía al frente con un estandarte excitando (sic) a los indígenas."
Las rebeliones chaqueñas continuaron aún por varias décadas. En 1924, en Napalpí, se gestó una nueva sublevación, y otra nueve años más tarde en "El Zapallar". Ambas fueron reprimidas militarmentei.
Con estas derrotas y otras similares en las zonas de los estados criollos del Paraguay y Bolivia se fue allanando el camino para la ocupación del Gran Chaco y la completa aniquilación de sus bravías naciones.
El proceso de ocupación que fue abierto a través de las intervenciones militares criollas fue complejo y se dio a diferentes niveles.
Elmer Millerii comenta: "El enfrentamiento de los nativos (del Chaco) con los europeos no fue en absoluto un proceso coherente y uniforme. Diversos tipos de europeos cada cual con una actitud diferente hacia el indio, penetraron en el Chaco. Hubo exploradores, soldados, empresarios, políticos, sacerdotes y misioneros protestantes. El explorador curioso entró primariamente en el Chaco porque era desconocido. Su actitud hacia el indio era de curiosidad. El soldado fue enviado al Chaco para pacificar el área. Veía al indio como a un individuo fuera de la ley y sus contactos fueron principalmente de naturaleza beligerante. El empresario- maderero, ganadero y agricultor, que solían llegar en este orden- penetró en el Chaco buscando oportunidades económicas. Veía al indio como un trabajador potencial para ser explotado, y su relación patronal subordinó al indio. El político llegó para consolidar un territorio político. Para él, el indio era un ciudadano potencial con voto... El sacerdote fue al Chaco por motivos religiosos, buscaba "reducir" creencias y prácticas "extrañas" a patrones "civilizados."


A principios de 1902, aprovechando la “apertura” de las tierras chaqueñas, un grupo de criollos dedicados a la ganadería solicitaron autorización al gobierno para abrir una colonia pecuaria en la margen del río Pilcomayo.
En 1906 se llevó a cabo una expedición con propósitos colonizadores encabezada por Domingo Estrada, quien dejó un relato detallado e ilustrativo de los propósitos e impresiones que le sugirió su visita a las tierras indígenas del Alto Pilcomayo (sobre todo pobladas por nativos wichi).
“No era en verdad que faltase tierra.... faltaban buenos campos de pastoreo. Los ganados aglomerados por sus dueños, sin orden ni previsión, los habían ido talando por secciones, de tal suerte que los lugares presentaban entonces, como hoy, su aspecto físico demudado por comleto: el campo raso y de excelente engorde, había sido invadido y cubierto en absoluto por grandes bosques de binales. El binal es un árbol espinoso, sin madera, perjudicial y de mayor fecundidad que el guindo; donde cunde, lo que hace con asombrosa rapidez, toda otra vegetación muere y la herbácea la primera”iii
La región resultó excelente para los fines perseguidos por la expedición:
“Así llegamos a praderas hermosísimas que no vacilo en calificar como las han bautizado los exploradores anteriores, de las pampas del Norte. Son treinta leguas de campos espléndidos totalmente cubiertas de pastos tiernos.”
Los pobladores nativos de la zona creían que los ganaderos estaban pidiendo permiso para que los animales pastaran allí por un tiempo.
“Les hablé de la población cristiana que venía y les pedí la tierra necesaria para ubicarla. Se mostraron complacidos y me señalaron la zona que concedían...”
A continuación afirmaba Domingo Estrada:

“En esta campaña he hecho relación con cinco mil indígenas que se han presentado voluntariamente a nosotros, protestando su amistad y manifestando deseos de servirnos. Les hice comprender que el gobierno de la nación, en cuyo nombre les hablaba tiene los más humanitarios propósitos respecto de las tribus que se sometan a la vida pacífica del trabajo y no perjudiquen en absoluto a los pobladores cristianos; que el gobierno velaría por ellos bajo esta sola condición, protegiéndoles contra los avances o abusos de las fuerzas militares, y les proporcionaría, además, algunos útiles de trabajo. Conferencié así con ciento seis caciques y sus respectivas escoltas de las tribus mataguayas (wichis o matacos), chorotes, tobas, nimocaes y pilayas.
Hícele regalos y procuré en todas estas conversaciones traerlos a la idea de la vida civilizada... Son agricultores y pastores. Los hombres se dedican mayormente a la caza y a la pesca. Cosechan con preferencia maíz, zapallos y mandioca; poseen ganado vacuno, yeguarizo, cabrío y lanar. Las mujeres hilan y hacen buenos tejidos de lana y algodón.”
         Los estados criollos se reparten el Chaco
Mientras las naciones chaqueñas eran desplazadas de sus tierras, "reducidas", catequizadas, convertidas a la “civilización”, el gobierno argentino comenzó a promover la colonización del Chaco por inmigrantes extranjeros. La explotación del quebracho, de la madera, la agricultura del algodón y, como se ha visto más arriba, la ganadería, fueron atrayendo interesados desde Buenos Aires y desde Europa. Las tierras nativas se repartieron a los terratenientes y grandes compañías. Los toba, mocoví, wichí, chorote y churupí pasaron a constituir tan solo la mano de obra de los nuevos obrajes. Los remanentes de las poblaciones autóctonas fueron arrinconados en los parajes menos productivos de su territorio en donde aún deben entablar largas y complejas batallas legales para que no se les quiten los últimos pedazos de sus antiguas tierras ancestrales.
En la actualidad, la mayor parte de las naciones chaqueñas ha desaparecido, ya no hay abipón, los mocoví están casi totalmente aculturados. Las naciones sobrevivientes como los toba y los wichi, que por su mayor número y fuerza cultural han logrado subsistir, vegetan en la marginación y la pobreza. Hay vecindarios toba en las “villas” de Rosario, Santa Fe y Buenos Aires, y barrios wichi y chorote en Salta. De las antiguas culturas libertarias chaqueñas queda muy poco. Ignoradas por la elite económica e intelectual porteña, se debaten procurando recuperar algo de su otrora extenso territorio y defender los últimos rescoldos de su cultura

Los tratados incumplidos
Españoles y criollos acordaron numerosos tratados con el liderazgo de las naciones nativas pero rara vez los cumplieron.
Para la mayoría de las culturas aborígenes la palabra empeñada era un valor muy importante, y por lo tanto, repetidas veces llegaron a acuerdos con la creencia de que las autoridades coloniales o criollas habrían de respetarlos.
En los hechos esto no ocurrió casi nunca.
Los toba señalan tres tratados y convenios en que las autoridades les reconocía sus derechos y que luego fueron ignorados.
Ellos son los siguientes:
El Tratado de Paz Matorras- Paikín de 1774, por el que el gobernador español Matorras le reconoce a los caciques Paikín, Quisqui y otros el derecho al territorio “por cuanto ocupan estos territorios que han poseído sus antepasados (y) que les ha de dejar y mantener en posesión, que han tenido sin despojarle de ellos.”
El Tratado entre el Gobernador Pedro Ferré de Corrientes y los indígenas chaqueños de 1825 en donde éste “reconocía a los indios la soberanía y el dominio en todas las tierras del Chaco”
El Convenio entre el Gobierno Nacional y los caciques chaqueños del 29 de febrero de 1868 (apenas 16 años antes de su total aniquilación) que estipulaba que el Gobierno Nacional deja constancia que las “propiedades (de los indígenas) serían respetadas y que se pone bajo su protección y cuidado a todo el territorio comprendido desde el riacho de Oro al este hasta el río Salado.”
Corresponde señalar que ninguno de estos acuerdos fue respetado y que finalmente el Chaco fue conquistado violentamente sin ninguna consideración a los derechos a la tierra o a la integridad física de sus habitantes. Este es el origen de la soberanía de los estados criollos sobre las tierras chaqueñas.
i Tomasini, Alfredo, 1987, obra citada..
ii Miller, Elmer S., 1979, Los Tobas argentinos. Armonía y discordancia en una sociedad. Siglo veintiuno editores. México.

iii Ref. de Carrasco y Briones, 1996, p. 203.
Reproducido de "Los Fantasmas de la Memoria",  Danilo Antón,  Piriguazú Ediciones

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