viernes, 14 de mayo de 2021

 Isla de Flores, Indonesia

Flores es una isla de Indonesia habitada principalmente por los Lio-Ende de ascendencia austronesia que fue controlada por los portugueses a partir del siglo XVI, luego los holandeses en el siglo XIX y que luego se incorporara (en 1943) al recientemente independizado estado de Indonesia. Con una superficie de 13 540 km² y 2,050,000 habitantes, forma parte de las islas menores de la Sonda, un arco insular con un área estimada de 14 300 km² que se extiende hacia el este de la isla de Java. Se encuentra al este de Sumbawa y Komodo y al oeste de Lembata (o Lomblen) y del archipiélago de Alor. Al sureste se encuentra Timor. Fue colonia portuguesa desde el siglo XVI hasta el XIX, hasta su cesión a los neerlandeses en 1859 junto a la isla de Solor, Pantar y Alor.

A pesar que Indonesia es un estado predominantemente musulmán, la isla de Flores tiene una población mayoritariamente católica debido a la influencia de la colonización portuguesa.

Ende y Maumere son las principales ciudades de Flores. Ende se encuentra en la costa sur de la Isla de Flores. La ciudad tiene una población de 93.894 residentes en 2018, lo que la convierte en la ciudad más grande de la isla. [2]

Maumere se encuentra en la costa norte de la isla y el puerto está en la parte noroeste de la ciudad. Administrativamente, la ciudad no es un solo distrito (kecamatan) dentro de la regencia, sino que está dividida en tres distritos: Alok, Alok Barat (West Alok) y Alok Timur (East Alok). Tiene 85,500 habs aprox.

 

En el año 2004, un pequeño esqueleto fósil (de apenas un metro de estatura) hallado en una cueva en la Isla de Flores, Indonesia, resultó ser una especie humana hasta entonces desconocida. Apodado como el «hobbit» (oficialmente Homo floresiensis), sigue siendo en la actualidad una especie misteriosa y cuyas relaciones con los humanos modernos son desconocidas.

Curiosamente, entre los habitantes actuales de Flores también existe una población de pigmeos que vive en un pueblo cerca de la cueva Liang Bua, donde se encontraron los fósiles. Dos poblaciones pigmeas, pues, en la misma isla tropical, aunque separadas por una distancia de decenas de miles de años. La pregunta es inmediata: ¿Están ambas relacionadas? Una cuestión aparentemente simple, pero cuya respuesta ha necesitado de más de una década de investigación.

El principal problema es que hasta ahora nadie ha conseguido recuperar ADN directamente de los fósiles de Homo floresiensis, así que ha sido necesario crear una herramienta totalmente nueva para encontrar secuencias genéticas arcaicas en el ADN moderno. Una técnica que fue desarrollada por científicos del laboratorio de Joshua Akey, profesor de ecología y biología evolutiva y del Instituto Lewis-Sigler para Genómica Integrativa en la Universidad de Princeton.

Con esa herramienta en sus manos, un equipo internacional de científicos ha secuenciado y analizado los genomas de 32 personas pertenecientes a la población pigmea actual. El análisis reveló cambios evolutivos asociados con la dieta y baja estatura, pero ni una sola evidencia de elementos genéticos que pudieran proceder de H. floresiensis. Los resultados se acaban de publicar en Science.

 la evidencia fósil indica que Homo floresiensis era significativamente más pequeño que los modernos pigmeos de Flores, con una altura de aproximadamente 106 centímetros, mientras que los pigmeos modernos tienen una altura media de 145 centímetros. Según Tucci, Homo floresiensis también se diferenció de Homo sapiens y Homo erectus en sus muñecas y pies, probablemente debido a la necesidad de trepar a los árboles para escapar a la voracidad de los dragones de Komodo.

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