El agua:
¿Siempre estuvo, la trajeron los cometas o se formó por oxidación del metano?
El tema del origen del agua terrestre está sujeto a
especulaciones. Tradicionalmente se pensaba que el agua formaba parte de la composición «original»
del
planeta y que su volumen había permanecido relativamente
incambiado.
De acuerdo a ciertos enfoques más recientes (Fred Hoyle y
otros), se sostiene que la cantidad de agua ha aumentado con el tiempo debido al
aporte de cometas y meteoroides.
Thomas Gold va más lejos, argumentando que una parte
importante del agua es el resultado de la oxidación bacteriana del gas metano
ascendente en el proceso
de desgasificación del planeta. El hidrógeno del metano sería
oxidado por las hipertermobacterias que viven en profundidad formándose CO2 y
H2O como resultado de su metabolismo.
Si bien no se ha encontrado aún agua líquida en la
superficie de ningún planeta conocido es probable que exista en volúmenes considerables
en profundidad en muchos planetas y satélites..
De todos modos, el agua en forma de hielo fue identificada
en la superficie de muchos astros del Sistema Solar.
Se sabe que hay hielo de agua en Marte, varios satélites de
Jupiter y Saturno y en los astros más alejados del sistema, por ejemplo, Tritón (un
satélite de Neptuno), Plutón y en la mayoría de los cometas.
A partir del agua traida por cometas, asteroides y meteoritos, y la formada por el proceso metabólico bacteriano y/o debido a otros procesos
de oxidación del hidrógeno, se fueron formando mares y lagos en las
depresiones de la corteza, una parte permaneció o se infiltró dentro de las formaciones
rocosas y el resto se congeló en las zonas más frías cercanas a los polos o
montañosas elevadas.
Las aguas oceánicas quedaron expuestas a la radiación solar
dando lugar a procesos de evaporación generalizados a lo largo de su superficie de
contacto con la atmósfera.
El calentamiento del agua y de las superficies continentales
provocó, y aún provoca, fenómenos de convección de las capas troposféricas
inferiores, elevando el vapor de agua hasta los niveles de condensación, formando
nubes.
La circulación atmosférica generada por las diferencias de
temperatura empuja las nubes hacia los continentes, donde parte del agua cae
bajo la forma de lluvia.
Este proceso, que nos resulta tan familiar, es el producto
de las condiciones térmicas y de presión atmosférica particulares de La Tierra,
que permiten que la mayor parte del agua se encuentre en estado líquido y que
se desarrollen fenómenos de evaporación y condensación, con formación de nubes y su
caida en forma de lluvia.
En los hechos, este proceso ocurrió simultáneamente con la
expansión de la vida.
Ya sea a partir de formas bacterianas subterráneas o
extraterrestres, los mares fueron “colonizados” por innumerables organismos, más tarde
se extendieron a los cuerpos de agua continentales, y finalmente al resto de los
ambientes subaéreos.
El ciclo del agua fue (y aún es) influenciado por la vida.
Los organismos modifican las propiedades físico-químicas de las aguas en donde viven.
No hay parámetro hidrológico que no se vea modificado por la presencia de
seres vivos en el agua: el albedo (reflectividad), la tensión superficial, la
viscosidad, la turbidez, , los
tenores en sales y gases disueltos, la composición química,
etc.
Debido a la complejidad del proceso es muy difícil
reconstruir el proceso que dio lugar a la evolución planetaria, y en particular a los
cambios a nivel de la hidrósfera.
El registro geológico nos presenta una información
fragmentaria. Las dimensiones y forma de los océanos cambiaron. Hubieron épocas en que
parte del agua permaneció congelada en las zonas más frías (épocas
glaciares) descendiendo el nivel y extensión de los océanos, y otras en que todo el
hielo se fundió subiendo
el mar a sus niveles máximos.
La forma de los continentes, y por ende de las cubetas oceánicas,
también varió.
Algunos continentes se dividieron, los fragmentos así
formados migraron lentamente y, en algunos casos, se fusionaron con otros fragmentos
formando nuevas masas continentales de contornos diferentes.
Concomitantemente cambiaron de forma los oceános. Algunas depresiones oceánicas, como el océano
Atlántico,
se formaron en tiempos geológicos relativamente recientes
(hace unos 100 millones de años). Otros son mucho más antiguos (el océano Pacífico,
cuya época de formación se desconoce.
Durante los miles de millones de años transcurridos, las
aguas oceánicas recibieron enormes volúmenes de sales, hasta estabilizarse en la
composición actual.
Parte de estas sales fueron inmovilizadas y sepultadas en el
fondo del mar por mucho tiempo. Algunas reaparecerieron en las nuevas montañas
formadas en las márgenes orogenéticas de los continentes.
También desde el principio, las aguas subterráneas
estuvieron expuestas a las fuentes de gas y calor del interior del planeta. Estas
corrientes ascendentes de origen predominantemente radiactivo1 , fueron un factor
principal en la dinámica terrestre. Muchos procesos geológicos se dan en presencia de
agua. El registro mineralógico incluye numerosos minerales hidratados originados
en ambientes
acuosos subterráneos: las micas, los anfíboles, las arcillas
y yesos, etc. El agua líquida o gaseosa se introduce por las fisuras arrastrando
solutos variados que finalmente van a cristalizar bajo la forma de minerales. Una
gran partee de los minerales de las rocas se originan de esa forma (p.ej. los
feldespatos y el cuarzo).
Los fenómenos volcánicos también se dan en presencia de
agua. Una causa desencadenante de algunas erupciones volcánicas puede ser la vaporización
del agua caliente al descender la presión que la mantenía en estado líquido.
Las “burbujas” de vapor liberadas del agua en ebullición, junto con otros
gases, actúan como “pistón”
que empuja las lavas y clastos volcánicos a lo largo de
fracturas y chimeneas, y termina derramándolas en el exterior. A la vez, la mezcla
de vapor de agua y otros gases con el agua líquida, tiene un efecto lubricante
que facilita el flujo de las lavas. De no ser así, éstas, cuya viscosidad es muy
elevada no podrían escurrirse
por los estrechos conductos de efusión. Las grandes columnas
de “humo” que salen de los cráteres volcánicos, están formadas, entre
otros componentes, por vapor de agua emitido durante los procesos efusivos. Del
mismo modo, los géyseres y fumarolas son eyecciones acuosas y gaseosas
calientes comunes en las zonas volcánicas. El agua es también el factor principal en
la génesis de las rocas
sedimentarias. Con muy pocas excepciones, los sedimentos se
forman debido al arrastre de las partículas y materiales por las
corrientes de agua líquida (ríos, corrientes marinas y lacunares, etc) o sólida (glaciares). Cuando los sedimentos son sepultados, sufren procesos de
compactación y deshidratación. Parte del agua, sometida a condiciones de
elevadas presiones y temperaturas, migra fuera de los sedimentos, reduciendo el
contenido hídrico de
los mismos.
A pesar de ello, el material sedimentario retiene un
contenido importante de agua, parte del cual puede incorporarse a los nuevos minerales que
se forman durante los procesos diagenéticos.
Como se ve, el agua juega un rol fundamental en la dinámica
de la corteza terrestre y en la formación de las rocas. No sólo es el agua el factor
central en el ciclo hidrológico, sino también lo es en el ciclo petrogenético.
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