miércoles, 22 de enero de 2020

Cometas y asteroides, la clave del origen y expansión de la vida en el Universo
D.Antón
No es fácil distinguir entre asteroides y cometas. Cuando están relativamente lejos del sol, digamos a más de 500 millones de kilómetros, a la distancia ambos aparece tan solo como débiles puntos luminosos. Cuando se acercan a distancias menores los cometas pueden aparecer como manchas difusas e incluso desarrollar “colas” apuntando en dirección opuesta al sol. En cambio, los asteroides, exceptuando su mayor brillo, por recibir  mejor iluminación, no cambian sensiblemente. Esto es porque los cometas están compuestos fundamentalmente de hielos de agua, dióxido de carbono, monóxido de carbono, metano, amoníaco, nitrógeno molecular y argón, además de polvo y rocas.
Al acercarse al sol estos hielos se subliman (se transforman en gas) y forman una especie de nube alrededor del núcleo (cuya estructura está constituida por un esqueleto rocoso). Los asteroides, en cambio, son fundamentalmente rocosos y no poseen o poseen pequeñas cantidades de hielos.
Otra diferencia son sus órbitas. En los cometas son  muy extendidas y excéntricas llegando a distancias de varios miles de U.A. (Unidades Astronómicas; 1 U.A.= 150,000,000 km) del Sol. El número de cometas es desconocido pero puede ser superior a 1 billón. Debido a que la inmensa mayoría se encuentran muy lejos y son de menor tamaño solo e han registrado hasta ahora 3572 cometas.
Los asteroides, que están más cerca pueden ser identificados más fácilmente y en la actualidad han sido registrados alrededor de medio millón.
Por otra parte, los asteroides pueden alcanzar un tamaño mayor. Algunos asteroides como Ceres, tiene 1,000 km de diámetro y es considerado un “planeta enano”. Hay muchos otros asteroides con diámetros que varían entre 100 y 500 kilómetros.
Los cometas son mucho más pequeños. Generalmente sus diámetros no exceden de 20 kilómetros, y la inmensa mayoría tienen un tamaño aún más reducido.
Hay que resaltar también que los cometas que pasan o pasaron cerca del Sol muchas veces pueden haber perdido sus “hielos” y solo conservan el núcleo rocoso, asemejándose a los asteroides. En los hechos, muchos asteroides pequeños pueden haber sido cometas en tiempos remotos.
Otra diferencia fundamental, que no es menor, es la presencia de abundantes sustancias carbonosas en los cometas, que se observan en mucha menor medida en los asteroides. Por esa razón el albedo de los cometas es muy bajo. Generalmente de 0.02 a 0.06. El color de la superficie de los cometas es gris oscuro o negro.  Los asteroides, en cambio, tienen un albedo mayor, que en algunos casos como en Vesta es de más de 0.40.
Eso se debe a la presencia de compuestos de carbono, incluso moléculas orgánicas complejas, en la superficie de los cometas, mucho menos frecuentes en los asteroides. El cometa que ha sido estudiado con mayor detenimiento (por la sonda europea Rosetta)  es 67¨/Churyumov-Gerasimenko que es un pequeño cometa (5  x 3 km aproximadamente) y cuyo polvo fuera analizado resultando que las moléculas orgánicas representan 45% del total en peso, de lo cual se desprende que este cometa es uno de los cuerpos con más carbono del sistema solar. El resto del material está compuesto de otras sustancias (55%), particularmente silicatos. No se encontraron compuestos hidratados.
Probablemente la composición de muchos cometas, tal vez la mayoría, sea similar a la de 67¨/Churyumov-Gerasimenko.
 La presencia preponderante de las moléculas orgánicas en los cometas hace pensar que es a través de ellos que las moléculas de la vida e incluso los microorganismos biológicos se transporten y hayan llegado a la Tierra (y porque no a otros planetas) a través del aporte de los cometas.
Es más, no sería extraño deducir, de acuerdo a los astrofísicos Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe, que los cometas, no solo transportan moléculas orgánicas, sino también organismos biológicamente viables e incluso activos en su interior.
Por otra parte, los asteroides pueden alcanzar un tamaño mayor. Algunos asteroides como Ceres, tiene 1,000 km de diámetro y es considerado un “planeta enano”. Hay muchos otros asteroides con diámetros que varían entre 100 y 500 kilómetros.
Como señalaba anteriormente los tienen diámetros que no superan los 20 kilómetros y la inmensa mayoría apenas 1 o 2 kilómetros.
Hay que resaltar también que los cometas que pasan o pasaron cerca del Sol muchas veces pueden haber perdido sus “hielos” y solo conservan el núcleo rocoso, asemejándose a los asteroides. En los hechos, muchos asteroides pequeños pueden haber sido cometas en tiempos remotos.
Otra diferencia fundamental, que no es menor, es la presencia de abundantes sustancias carbonosas en los cometas, que se observan en mucho menor medida en los asteroides. Por esa razón el albedo de los cometas es muy bajo. Generalmente de 0.02 a 0.06. El color de la superficie de los cometas es gris oscuro o negro.  Los asteroides, en cambio, tienen un albedo mayor, que en algunos casos como en Vesta es de más de 0.40.
Eso se debe a la presencia de compuestos de carbono, incluso moléculas orgánicas complejas, en la superficie de los cometas, mucho menos frecuentes en los asteroides. El cometa que ha sido estudiado con mayor detenimiento (por la sonda europea Rosetta)  es 67¨/Churyumov-Gerasimenko que es un pequeño cometa (5  x 3 km aproximadamente) y cuyo polvo fuera analizado resultando que las moléculas orgánicas representan 45% del total en peso, de lo cual se desprende que este cometa es uno de los cuerpos con más carbono del sistema solar. El resto del material está compuesto de otras sustancias (55%), particularmente silicatos. No se encontraron compuestos hidratados.
Probablemente la composición de muchos cometas, tal vez la mayoría, sea similar a la de 67¨/Churyumov-Gerasimenko.
 La presencia preponderante de las moléculas orgánicas en los cometas hace pensar que es a través de ellos que las moléculas de la vida e incluso los microorganismos biológicos se transporten y hayan llegado a la Tierra (y porque no a otros planetas) a través del aporte de los cometas.
Es más, no sería extraño deducir, de acuerdo a los astrofísicos Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe, que los cometas, no solo transportan moléculas orgánicas, sino también organismos biológicamente viables e incluso activos en su interior.

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