lunes, 12 de agosto de 2019

El gas y el petróleo no se van a agotar en el futuro inmediato, 
los precios son políticos y especulativos
Danilo Antón
Una de las noticias más importantes y permanentes en los medios de difusión periodísticos nacionales y mundiales son las variaciones irregulares de los precios del petróleo. Cuando la tendencia es ascendente toma cuerpo una alarma generalizada de que el aumento se debe a la disminución de las reservas existentes y de que el petróleo se va acabar muy pronto. Mucha gente estaba muy preocupada ¿Que vamos a hacer si se acaba el petróleo?.
De pronto, en forma inesperada el precio del barril que superaba los 70 dólares comenzó a bajar hasta la situación actual en que está arañando los 20-25 dólares el barril. ¿Como se explica? En primer lugar, hay razones que se relacionan con la crisis del coronavirus y la disminución de la actividad industrial y comercial, así como la retracción a nivel económico. También hay una causa adicional provocada por una guerra de precios entre los dos grandes productores/exportadores de petróleo, Arabia Saudita y Rusia. 
Los grandes volúmenes producidos que exceden con creces la demanda contradicen los vaticinios de la escasez de hidrocarburos, que por ser "fósiles" (hipotéticamente) estaban limitados solamente a las capas superiores de la corteza terrestre estaban en vías de agotamiento. La dura realidad los está refutando cada día.
A la luz de muchos datos (que rompen los ojos) la creencia del origen fósil de petróleo se ha transformado en un presupuesto de tipo dogmático cuya veracidad es, por lo menos, dudosa.
En realidad, los precios de los hidrocarburos, en particular los precios del petróleo líquido, están muy poco relacionados a la abundancia o la escasez, y en cambio son el resultado de decisiones políticas o movimientos financieros especulativos.
Cuando convenía aumentar los precios para incrementar las ganancias de las empresas petroleras, se tomaban las medidas políticas para que ello ocurriera, generalmente por el desencadenamiento (a veces muy artificial) de guerras en los países petroleros (p.ej. Irák, Irán, Kuwait, Libia).
Luego los vaivenes de la geopolítica internacional, y debido a la renovación de la Guerra Fría, resultó conveniente bajar los precios como instrumento para debilitar a los enemigos de EEUU en la escena internacional: Rusia y sus aliados, Irán y en menor grado Venezuela.
Este descenso de precios, también artificial, produjo solo en parte las consecuencias esperadas por los grandes poderes (sobre todo los grupos económicos que controlan los Estados Unidos y Europa Occidental) porque terminó afectando también a Arabia Saudita, que aunque parezca mentira está teniendo problemas financieros.
La situación actual es algo diferente. Arabia y Rusia, además de buscar competir entre sí para desplazarse mutuamente del mercado exportador están buscando afectar la producción de petróleo de esquisto en los EEUU cuyo precio de producción es del orden de 60 a 70 dólares. O sea que al mismo tiempo que ambos países compiten (Arabia y Rusia) terminan uniéndose inconfesadamente para disminuir la producción de petróleo en los EEUU (el principal consumidor con 20 millones de barriles diarioas). Si así ocurriera, los EEUU, sin la producción de petróleo de esquistos, podría bajar de los actuales 15 millones de barriles diarios a 8 o 9 millones con efecto correspondiente sobre la demanda.
Como se ve la política internacional es cada vez menos cuestión de ideas, y al final de cuentas, los intereses económicos y políticos (confesados e inconfesables) son los que mandan.
Más info en los libros “Petróleo y gas: ¿Inagotables?” y “Tierras de Pocas Lluvias y Mucha Sangre” de Piriguazú Ediciones que se pueden obtener a través de dantonster@gmail.com.

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