Hace unos 20 años tuve oportunidad de recorrer el alto Orinoco y su afluente-conexión con la cuenca amazònica: el Caño Casiquiare. En ese lugar habita una de las naciones más numerosas de las selvas tropicales sudamericanas. los Yanomami, cuyas aldeas tuve oportunidad de visitar..
En ese momento estaban amenazados por la "evangelización" de las "Nuevas Tribus" y otras sectas evangélicas. En los últimos años esa colonización religiosa se redujo considerablemente tanto en Venezuela como en Brasil. Veremos como se ven afectados por los cambios políticos en esos dos países.
Para los yanomami, “urihi”, la tierra selva, no es un mero espacio inerte de explotación económica (lo que denominamos “naturaleza”). Se trata de una entidad viva, insertada en una compleja dinámica cosmológica de intercambios entre humanos y no humanos. Como tal, se encuentra actualmente en peligro por la depredación ciega de los "blancos". En la visión del líder Davi Kopenawa Yanomami:
"La tierra-selva sólo puede morir si es destruida por los blancos. Entonces, los riachuelos desaparecerán, la tierra quedará quemada, los árboles se secarán y las piedras de las montañas se quebrarán con el calor. Los espíritus xapiripë, que viven en las sierras y se quedan jugando en la selva terminarán huyendo. Sus padres, los chamanes, no podrán llamarlos para que los protejan nunca más. La tierra-selva se volverá seca y vacía. Los chamanes no podrán detener más los humos-epidemias y a los seres maléficos que nos enferman. De esta manera, todos morirán."
Los yanomami forman una sociedad de pescadores, cultivadores de roza y complementariamente recolectores y cazadores de la selva tropical del norte de la región amazónica cuyo contacto con la sociedad nacional es, en la mayor parte de su territorio, relativamente reciente.
Su territorio cubre, aproximadamente, 192.000 Km2, situados en ambas márgenes de la frontera del Brasil con Venezuela, en la región interfluvial Orinoco-Amazonas (afluentes de la margen derecha del río Branco e izquierda del río Negro). Constituyen un conjunto cultural y lingüístico compuesto de, por lo menos, cuatro subgrupos adyacentes que hablan lenguas de la misma familia (Yanomae, Yanõmami, Sanima e Ninam). La población total yanomami, en Brasil y en Venezuela, estaba estimada en casi 26.000 personas en el año 1999.
En Brasil la población yanomami era de 12.795 personas, repartidas en 228 comunidades (censo de la Fundação Nacional de Saúde-Fundación Nacional de la Salud- de 1999). La Tierra Indígena Yanomami, que cubre 9.664.975 ha (96.650 km²) de bosques tropicales es reconocida por su importante relevancia en términos de protección de la biodiversidad amazónica y fue homologada por un decreto presidencial el 25 de mayo de 1992.
El epónimo “yanomami” fue producido por los antropólogos a partir de la palabra yanõmami que, en la expresión yanõmami thëpë, significa "seres humanos". Esa expresión se opone a las categorías yaro (animales de caza) y yai (seres invisibles o sin nombre), y también a la de napë (enemigo, extranjero, "blanco"). Los yanomami remiten su origen a la cópula del demiurgo Omama con la hija del monstruo acuático Tëpërësiki, dueño de las plantas cultivadas. A Omama le esa atribuido el origen de las reglas de la sociedad y de la cultura yanomami actual, así como la creación de los espíritus auxiliares de los chamanes: los xapiripë (o hekurapë). El hijo de Omama fue el primer chamán. El hermano celoso y malvado de Omama, Yoasi, es el origen de la muerte y de los males del mundo.
Una narrativa mítica enseña que los extranjeros también deben su existencia a los poderes demiúrgicos de Omama. Se relata que fueron creados a partir de la espuma de la sangre de un grupo de ancestros yanomami llevada por una inundación luego del rompimiento de un resguardo menstrual y devorada por yacarés y nutrias. La lengua “enmarañada” de los forasteros les fue transmitida por el zumbido de Remori, el antepasado mítico de la avispa, insecto común en las playas de los grandes ríos.
Para llegar a esta inclusión de los blancos en una humanidad común, aunque oriunda de una creación “de segunda mano”, los antiguos yanomami tuvieron que vivir un largo tiempo de encuentros peligrosos y tensos con estos extraños que comenzaron a ser denominados napëpë (“extranjeros, enemigos”). De hecho, la primera visión que tuvieron de los blancos fue la de un grupo de fantasmas llegando a sus residencias en las “costas del cielo” con el escándaloso propósito de volver a vivir en el mundo de los vivos (el regreso de los muertos es un tema mítico y ritual particularmente importante para los yanomami).
La palabra yanomami urihi designa la selva y su suelo. También significa territorio: ipa urihi, "mi tierra",y puede referirse a la región del nacimiento o a la región de la actual residencia del que enuncia: yanomae thëpë urihipë, "la selva de los seres humanos", es la selva que Omama les dio a los yanomami para que vivieran de generación en generación; sería, en nuestras palabras: “la tierra yanomami”. Urihipuede ser, también, el nombre del mundo: urihi a pree, "la gran tierra-selva".
Fuente de recursos, urihi –la tierra selva-, no es, para los yanomami, un simple escenario inerte sometido a la voluntad de los seres humanos. Como entidad viva, ella tiene una imagen esencial (urihinari), un soplo (wixia), así como un principio inmaterial de fertilidad (në rope).
Los animales (yaropë) que abriga este espacio son vistos como los avatares de los antepasados míticos hombres/animales de la primera humanidad (yaroripë) que finalmente asumieron la condición animal en razón de su comportamiento descontrolado, inversión de las reglas sociales de la actualidad.
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