miércoles, 21 de noviembre de 2018



Algo más de historia
Antecedentes del primer viaje de Colón al continente americano (continuación).
Una nave semidestruida con unos pocos marinos harapientos llegó a la isla de Porto Santo donde vivía Colón con su esposa e hijo.
Para pagar el alojamiento, la comida y los trabajos de reparación de las naves, los marinos utilizaron varios ornamentos de cobre y oro que, según dijeron, habían obtenido como presentes en las islas occidentales a que habían sido arrastrados por una tormenta. 
Por varios días permanecieron los hombres en Porto Santo. La enfermedad del marino más viejo se fue agravando hasta que murió. Los restantes hombres de mar permanecieron hasta que se terminaron las reparaciones y obtuvieron más ayuda para poder conducir la nave de regreso a España.
No sabemos si la información acerca de las tierras de occidente llegó a Colón a través de alguna expedición (que fue empujada hacia el oeste por tempestades y regresó discretamente) o por otra vía. Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias, reproducida por Girolamo Benzoni en la Historia del 52 Nuevo Mundo, relata que: "yendo un piloto por nues-tro mar Océano y soplando viento de levante, se vi ó sor-prendido por una gran tempestad que lo obligó a dejarse llevar hacia donde el viento lo empujaba, siendo condu-cido hacia tierras desconocidas que no se encuentran en la carta de marear. Vuelto luego a España con sólo tres o cuatro marineros murió enfermo en el puerto a causa de las incomodidades, el hambre y la sed sufridas en tan ex-traño viaje, sin dejar nombre ni memoria alguna de sí mismo o de su patria" No se sabe a ciencia cierta su nacionalidad ni el rumbo que seguía... "estando solamente conformes en que murió en casa de Cristóbal Colón, donde quedaron sus documentos, con la marca y la altura de las tierras recientemente descubiertas." Asimismo, habían referencias sobre repetidos avis-tamientos de costas lejanas desde algunos navíos cu-yos tripulantes se aventuraron al occidente. Sea como fuere, a partir de ese momento, Cristóbal Colón habría de iniciar una larga peregrinación por las cortes europeas procurando encontrar apoyo para una expedición a las Indias por el camino oceánico del Oeste.

La Teoría de Toscanelli
A principios de la década de 1470, el cartógrafo florentino Toscanelli desarrolló una teoría, de acuerdo a la cual, las dimensiones del globo eran más pequeñas de lo que se había creído hasta el momento. Por esa razón, pensaba Toscanelli, llegar a Asia a través del Océano occidental podía ser mucho más fácil de lo que corrientemente se suponía. En 1474 decidió hacer saber sus ideas a Juan II, rey de Portugal, por medio de una carta enviada al eclesiástico de la Corona, Fernáo Martins. Esta carta fue conocida ampliamente en el Reino y en otros países. Cuando Colón se enteró del contenido de la mis-ma, le escribió una misiva personal a Toscanelli consultándole acerca de la posibilidad de navegar al continente asiático por el camino de occidente. Toscane-lli respondió explicando en detalle las razones por las que creía que el viaje era factible. Entusiasmado por la respuesta y alentado por algunos datos adicionales que obtuvo de otras fuentes, co-mo el Imago Mundi de Pierre D'Ailly y la Descripción del Mundo de Marco Polo, Colón decidió intentar la concreción de la arriesgada empresa. En 1483 solicitó audiencia a Juan II, quien se la concedió al año siguiente. La reunión tuvo lugar con la presencia de los consejeros del monarca (Diego Ortiz, Obispo de Ceuta y un conocido geógrafo de extracción judía llamado Vizinho de Rodrigo). Desafortunadamente para Colón, los expertos reales no estuvieron de acuerdo con su teoría de navegación por el Oeste para llegar al Este y la propuesta fue rechazada.
Colón y la Reina Isabel de Castilla Cuando Doña Felipa murió en 1484, Colón decidió mudarse a España con su hijo Diego. Se estableció en el Monasterio de La Rábida de la ciudad de Palos, en Andalucía. Allí conoció a Fray Antonino de Marchena, "Custodio de la Orden Franciscana", y algún tiempo después a Don Enrique de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, un noble muy rico y de alta jerarquía en la corte castellana. Enrique de Guzmán poseía un astillero cerca de Palos y se interesó en las ideas de Colón, que hizo saber a los reyes, aunque sin mayor éxito. El marino genovés era muy persistente, al poco tiempo se las ingenió para persuadir al Duque de Medinacelli para que lo ayudase. El Duque escribió a la Reina Isabel y finalmente ésta dio su consentimiento. Colón sería recibido en la Corte Real. La reunión tuvo lugar en Córdoba y, por vez primera, tuvo algún éxito en sus gestiones. El entusiasmo y los argumentos del navegante impresiona-ron favorablemente a la Reina, quien decidió nombrar una comisión para estudiar el proyecto (la Comisión Talavera). Sin embargo, ésta resolvió rechazarlo. La decisión sobre el tema fue postergada por el momento. Probablemente, los principales motivos de su demora, fueron las guerras que estaban librando los españoles con los moros, cerca de Granada y con los guanches en las Islas Canarias. Durante este período de espera, aprovechando un viaje de su hermano Bartolomé, Colón trató de obtener el apoyo de Enrique VIII, Rey de Inglaterra y del Rey Carlos de Francia. Sus intentos también fueron infructuosos. Más tarde reiteró su propuesta ante la monarquía castellana, pero nuevamente la resolución fue aplaza-da por la reina. El 2 de enero de 1492, mientras la respuesta a sus gestiones estaba aún pendiente, finalizó la guerra con los moros. El último rey musulmán de Granada, Boabdil, se rindió a los castellanos y, por fin, la reina estuvo en condiciones de enfocar su atención en otros temas. La empresa propuesta por Colón habría de requerir inversiones muy modestas para la corona. Dos de las carabelas podían ser requisadas en el Puerto de Palos donde estaban embargadas debido a violaciones aduaneras y una tercera, financiada íntegramente por un consorcio de cuatro mercaderes genoveses y florentinos de Sevilla. Faltaban poco más de 1 millón de maravedíes, que fueron obtenidos a través de un préstamo ofrecido por el influyente y acaudalado Luis de Santángel, a quien Colón conocía desde hacía cierto tiempo, al módico interés de 14% por un período de dos años.
Los dos barcos retenidos en el pueblo de Palos fueron acondicionados y con el dinero de los préstamos se compró un nuevo buque de mayor tamaño. Fue en ese momento, a mediados de 1492, que todo estuvo listo para la partida.

El plan es aceptado
Dadas las condiciones financieras que se proponían, y el apoyo de varias personalidades de la Corte (entre las cuales se encontraba el propio Luis de Santángel, "Cuidador de la Cartera Real"), la reina se convenció de aceptar la propuesta. Se firmó un acuerdo, luego conocido como las "Capitulaciones de Santa Fe", y se definieron los títulos y derechos a las nuevas tierras a ser "descubiertas",

El Puerto de Palos
El Puerto de Palos, de donde habría de partir la expedición, era un pequeño pueblo costero fronterizo, de no más de 600 habitantes, cuya economía se basaba fundamentalmente en el contrabando y el comercio marítimo y terrestre con Portugal. Cerca de allí se encontraba el Monasterio de La Rábida, lugar donde Colón se había alojado anteriormente, y que nuevamente le sirvió de posada mientras preparaba su expedición. Recibió las dos embarcaciones antes señaladas, que eran de pequeño tamaño (La Pinta y La Niña), y una nave mayor de setenta toneladas, recién adquirida, que tenía tres mástiles. Esta última originalmente denominada "La Gallega" fue rebautizada "Santa María" por el puerto donde fue contratada.
Y ya todo estaba listo para emprender la expedición al mundo que los europeos desconocían.
(continúa)

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