miércoles, 1 de agosto de 2018


La masacre de los pueblos nativos de la Patagonia, también  (mal) llamada "la guerra del desierto".
En 1872, veinte años después de la caída de Rosas, ya constituida la República Argentina como tal en pleno período sarmientino, se produjo el temido malón de los winkas de Buenos Aires que en la historia oficial se conoce como la batalla de San Carlos, y que al poco tiempo, habría de terminar con la muerte de Kalfukurá, el anciano toqui de las pampas.
Su hijo, Namunkurá, continuaría la resistencia por varios años más. Las autoridades centrales, representadas por el nuevo presidente Ni­colás Avellaneda y sus Ministros de Guerra Adolfo Alsina y Julio Argentino Roca, y la presión inglesa para la colonización y extensión de las vías férreas, llevó a planificar una estrategia de destrucción y ocupación del país confederado.
En 1876, Alsina ordenó el avance de cinco divisiones sobre la “Tie­rra Adentro” estableciendo una línea de pueblos) y fortines (Carhué, Guaminí, Puán, Trenque-Lauquen e Ita-ló), y una zanja de 374 km de largo entre Carhué y Laguna del Monte.
En 1877 y 1878 las comunidades indígenas estaban debilitadas por el hambre y la continua agresión de las fuerzas armadas de los winkas.
Fue en ese momento que se produjo la estocada final. El ejército en­cabezado por Julio Argentino Roca, cada vez más numeroso, y ahora armado con el poderoso fusil Remington, descargó toda su fuerza contra las naciones del sur. La campaña, que duró algo más de un año, permitió derrotar completamente a los pueblos confederados y ocupar su tierra en forma permanente.
De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, los resultados de la campaña fueron los siguientes:
“5 caciques principales prisioneros, 1 cacique principal muerto (Bai­gorrita), 1.271 indios de lanza prisioneros, 1.313 indios de lanza muer­tos, 10.513 indios de chusma prisioneros, 1.049 indios reducidos .”
En 1882 una nueva campaña lograba expandir la frontera a todo Neu­quén,
364 indígenas habían sido muertos y más de 1700 hechos prisioneros. El 5 de mayo de 1883 el General Villegas informaba: “En el territorio comprendido entre los ríos Neuquén, Limay, Cordillera de los Andes y Lago Nahuel Huapi; no ha quedado un solo indio, todos han sido arroja­dos a occidente... Al sur del río Limay, queda del salvaje los restos de la tribu del Cacique Sayhueque, huyendo, pobre, miserable y sin prestigio”
En 1884 el general Wintter decidió aniquilar a Sayhueque e Inacayal.
Hambriento y agotado, Namuncurá ya se había visto obligado a ren­dirse con 330 guerreros.
Los últimos loncos del Puelmapu, reunidos en asamblea, intentaron organizar una defensa desesperada con el compromiso de pelear hasta morir.
En una situación de arrinconamiento insostenible, Sayhueque se entre­gó el 1º de enero de 1885 con más de 3000 hombres.
Algunos loncos continuaron la lucha.
Un gran número de guerreros murieron en combate y los restantes en­frentaron a los invasores en una última batalla el 18 de octubre de 1884.
Hubo más muertos y los dos loncos sobrevivientes, Inacayal y Fo­yel cayeron prisioneros.
En 1886, ambos jefes fueron llevados, junto con los restos de sus fami­lias a vivir al Museo de la Plata donde se expusieron al público curioso. como piezas cautivas de la “civilización” triunfante.

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