lunes, 25 de diciembre de 2017


 La prehistoria no existe
(de Amerrique, los Huérfanos del Paraiso, D,A., Piriguazú Ediciones)

Los pueblos americanos fueron repetidamente catalogados por los académicos e historiadores parciales, según los casos, como pueblos pre-históricos, paleolíticos o neolíticos, generalmente con una intención más o menos consciente de subestimación más que de rigor científico.
Al igual que con los calificativos previamente descriptos, estas nuevas “adjetivaciones” referidas a los pueblos originarios, parte de la visión industrial ya señalada aplicando los desenlaces históricos europeos a historias muy diferentes.
La propia noción de prehistoria se refiere a un elemento metodológico utilizado por los historiadores para investigar el pasado: los documentos escritos. En este caso, nuevamente se aplican modelos europeos: cuando hay escritura hay historia, si no existe escritura estamos frente un grupo o sociedad “prehistórica”.
De acuerdo a este criterio, habría dos tipos de historias, la de los pueblos “atrasados” o “primitivos” que no han llegado a la etapa de la escritura,  y la de los pueblos “adelantados” que han logrado desarrollarla o adquirirla. Desde ese punto de vista, las primeras naciones americanas serían “prehistóricas” porque no poseían la escritura (tal como la concebían los pueblos de Europa).
Antes de responder a estas calificaciones convendrían hacer un para de precisiones. Todas las culturas tienen formas de registro, y es muy difícil definir cuales son “verdaderas escrituras” o “simplemente formas de registro”. En realidad, ni siquiera vale la pena tratar de establecer la distinción. En cierto modo, todas las formas de registros son formas de “escribir”. Se puede escribir en papiro (como los egipcios de la época llamada “faraónica”), en tabletas de arcilla (como los babilonios y sumerios), en pergaminos (como en la  Europa clásica y medieval), o en papel o en un teclado de computadora. Es difícil demostrar que una forma de registro es superior a otra y en realidad no hay necesidad de hacerlo.

Registrando historias y visiones
Las Primeras Naciones americanas tenían formas de registro extremadamente variadas, tan variadas como sus ecosistemas y culturas. En casi todos los casos, los sistemas eran muy diferentes a los europeos, lo cual no quiere decir ni inferiores ni superiores, tan solo diferentes.
Los mayas y los pueblos de la región meso-americana utilizaban sistemas relativamente similares a los que se originaron en el Medio Oriente y luego se expandieron por Europa. Debido a la destrucción de las bibliotecas por los conquistadores estos escritos se han perdido.
Otros pueblos tenían otras formas de registro. La mayor parte de los códigos no se conservaron debido a la represión de que fueron víctimas los pueblos originarios del continente.
Los iroqueses, por ejemplo, utilizaban los cinturones de cuentas o “wampum” para registrar eventos, acuerdos y visiones. Similar forma de registro eran los cinturones (“trarihue”) o vinchas (“trarilonco”) mapuche.
Entre los guaraníes y otros pueblos de la floresta se usaban los collares y pulseras de cuentas y entre los quechua se utilizaban los cordeles anudados, especialmente preparados al efecto (quipus).
La mayor parte de los quipus fueron destruídos al tiempo de la conquista. Los collares y pulseras de cuentas siguen siendo utilizados aunque gran parte de sus códigos se han perdido. Trarihue, trarilonco y wampum siguen siendo elaborados en las sociedades mapuches y iroquesas actuales.
Las formas de registro eran tan variadas y diversas como la imaginación humana y la variedad de los materiales disponibles.
Por esa razón, no se debe decir que los pueblos de América desconocían la escritura, sino más bien que los invasores eran “analfabetos” en los sistemas de registro locales, y que por tanto o bien los ignoraron o bien los reprimieron o destruyeron.
Los simbolismos de los registros indígenas del continente americano eran múltiples. Representaban ideas, seres humanos, animales, plantas, entes espirituales, ciclos naturales, acontecimientos, pensamientos abstractos, e incluso en algunos casos sílabas o sonidos. De todos modos, estos sistemas eran formas de registro comparables a las escrituras de raíz medio-oriental.
Los cronistas y académicos europeos no entendieron dichos registros, y en muchos casos ni siquiera se enteraron de que existían. En ese sentido, podemos afirmar que asì como desde el 55 punto de vista europo los habitantes de Ameriske eran “analfabetos”, desde el punto de vista amerricano, los europeos también lo eran.
Ese “analfabetismo” europeo los llevó a subestimar dichos registros, despreciándolos o destruyéndolos. La mayor parte de aquellos registros que sobrevivieron permanece aún desapercibidos e ignorados.
Desafortunadamente, ese afán destructivo, también los llevó a desarticular las sociedades, esclavizando o matando a sus integrantes, y finalmente, al cabo de unas pocas generaciones, a hacer desaparecer los vestigios materiales y el conocimiento de los códigos.
En el momento actual, con los fragmentos de información sobrevivientes, es difícil reconstruir los antiguos sistemas de registro, sus simbolismos conceptuales y fonéticos. Sin embargo, existen suficientes elementos que permiten constatar que dichos sistemas de registro existieron en todas las culturas indígenas americanas usándose para ello decenas de recursos naturales y culturales.
Por ello, aún utilizando el inadecuado e impreciso concepto de “prehistórico” referido a los pueblos sin escritura, ninguno de los pueblos nativos de América lo era.
Yo me pregunto si no sería más apropiado utilizar estos conceptos peyorativos para aquellos que en su ignorancia, agresividad y falta de respeto, no vacilaron en destruirlos ignominiosamente. 


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