La
prehistoria no existe
(de Amerrique, los Huérfanos del Paraiso, D,A., Piriguazú Ediciones)
Los pueblos
americanos fueron repetidamente catalogados por los académicos e historiadores
parciales, según los casos, como pueblos pre-históricos, paleolíticos o
neolíticos, generalmente con una intención más o menos consciente de
subestimación más que de rigor científico.
Al igual que con los calificativos
previamente descriptos, estas nuevas “adjetivaciones” referidas a los pueblos
originarios, parte de la visión industrial ya señalada aplicando los desenlaces
históricos europeos a historias muy diferentes.
La propia noción de prehistoria se
refiere a un elemento metodológico utilizado por los historiadores para
investigar el pasado: los documentos escritos. En este caso, nuevamente se
aplican modelos europeos: cuando hay escritura hay historia, si no existe
escritura estamos frente un grupo o sociedad “prehistórica”.
De acuerdo a este criterio, habría
dos tipos de historias, la de los pueblos “atrasados” o “primitivos” que no han
llegado a la etapa de la escritura, y la de los pueblos “adelantados” que han
logrado desarrollarla o adquirirla. Desde ese punto de vista, las primeras
naciones americanas serían “prehistóricas” porque no poseían la escritura (tal
como la concebían los pueblos de Europa).
Antes de responder a estas
calificaciones convendrían hacer un para de precisiones. Todas las culturas
tienen formas de registro, y es muy difícil definir cuales son “verdaderas
escrituras” o “simplemente formas de registro”. En realidad, ni siquiera vale
la pena tratar de establecer la distinción. En cierto modo, todas las formas de
registros son formas de “escribir”. Se puede escribir en papiro (como los
egipcios de la época llamada “faraónica”), en tabletas de arcilla (como los
babilonios y sumerios), en pergaminos (como en la Europa clásica y medieval), o en papel o en un
teclado de computadora. Es difícil demostrar que una forma de registro es
superior a otra y en realidad no hay necesidad de hacerlo.
Registrando
historias y visiones
Las Primeras Naciones americanas
tenían formas de registro extremadamente variadas, tan variadas como sus
ecosistemas y culturas. En casi todos los casos, los sistemas eran muy
diferentes a los europeos, lo cual no quiere decir ni inferiores ni superiores,
tan solo diferentes.
Los mayas y los pueblos de la
región meso-americana utilizaban sistemas relativamente similares a los que se
originaron en el Medio Oriente y luego se expandieron por Europa. Debido a la
destrucción de las bibliotecas por los conquistadores estos escritos se han
perdido.
Otros pueblos tenían otras formas
de registro. La mayor parte de los códigos no se conservaron debido a la
represión de que fueron víctimas los pueblos originarios del continente.
Los iroqueses, por ejemplo,
utilizaban los cinturones de cuentas o “wampum” para registrar eventos,
acuerdos y visiones. Similar forma de registro eran los cinturones (“trarihue”)
o vinchas (“trarilonco”) mapuche.
Entre los guaraníes y otros pueblos
de la floresta se usaban los collares y pulseras de cuentas y entre los quechua
se utilizaban los cordeles anudados, especialmente preparados al efecto
(quipus).
La mayor parte de los quipus fueron
destruídos al tiempo de la conquista. Los collares y pulseras de cuentas siguen
siendo utilizados aunque gran parte de sus códigos se han perdido. Trarihue,
trarilonco y wampum siguen siendo elaborados en las sociedades mapuches y
iroquesas actuales.
Las formas de registro eran tan
variadas y diversas como la imaginación humana y la variedad de los materiales
disponibles.
Por esa razón, no se debe decir que
los pueblos de América desconocían la escritura, sino más bien que los
invasores eran “analfabetos” en los sistemas de registro locales, y que por
tanto o bien los ignoraron o bien los reprimieron o destruyeron.
Los simbolismos de los registros indígenas
del continente americano eran múltiples. Representaban ideas, seres humanos,
animales, plantas, entes espirituales, ciclos naturales, acontecimientos,
pensamientos abstractos, e incluso en algunos casos sílabas o sonidos. De todos
modos, estos sistemas eran formas de registro comparables a las escrituras de
raíz medio-oriental.
Los cronistas y académicos europeos
no entendieron dichos registros, y en muchos casos ni siquiera se enteraron de
que existían. En ese sentido, podemos afirmar que asì como desde el 55 punto de
vista europo los habitantes de Ameriske eran “analfabetos”, desde el punto de
vista amerricano, los europeos también lo eran.
Ese “analfabetismo” europeo los
llevó a subestimar dichos registros, despreciándolos o destruyéndolos. La mayor
parte de aquellos registros que sobrevivieron permanece aún desapercibidos e
ignorados.
Desafortunadamente, ese afán
destructivo, también los llevó a desarticular las sociedades, esclavizando o
matando a sus integrantes, y finalmente, al cabo de unas pocas generaciones, a
hacer desaparecer los vestigios materiales y el conocimiento de los códigos.
En el momento actual, con los
fragmentos de información sobrevivientes, es difícil reconstruir los antiguos
sistemas de registro, sus simbolismos conceptuales y fonéticos. Sin embargo,
existen suficientes elementos que permiten constatar que dichos sistemas de registro
existieron en todas las culturas indígenas americanas usándose para ello
decenas de recursos naturales y culturales.
Por ello, aún utilizando el
inadecuado e impreciso concepto de “prehistórico” referido a los pueblos sin
escritura, ninguno de los pueblos nativos de América lo era.
Yo me pregunto si no sería más
apropiado utilizar estos conceptos peyorativos para aquellos que en su
ignorancia, agresividad y falta de respeto, no vacilaron en destruirlos
ignominiosamente.
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