viernes, 26 de agosto de 2016

       

  Arabia Saudita 2            Serie Naciones y Estados

                              EL MUNDO:

Geografía, Historia y Algo Más
        Capítulo 5
    Arabia Saudita (Parte 2)                        
          Danilo Antón

          Mahoma y el surgimiento del Islam

Mahoma nació en La Meca, en un ambiente espiritual complejo donde se mezclaba una antigua religión lunar con el cristianismo y el judaísmo. Corría el año 570 de la era común.
En esa época, la ciudad era un lugar de transferencia de las mercaderías transportadas por las caravanas que venían desde el Sur de Arabia y las que partían hacia Siria y Palestina.
A una edad juvenil (tal vez con poco más de 20 años) Mahoma se casó con una rica viuda llamada Khadija (quien había heredado su fortuna de dos maridos anteriores), y se encargó de organizar e incluso acompañar algunas de las caravanas que transportaban las mercaderías pertenecientes a su esposa.
Su interés religioso se generó a partir de sus contactos con las comunidades cristianas y judías que existían en las ciudades árabes desde hacía varios siglos. Con los años fue desarrollando una visión religiosa que habría de expresarse en una nueva religión que denominó Islam (sumisión).
Debido a que su prédica entraba en contradicción con la religión de la elite gobernante local, la situación de Mahoma se fue haciendo difícil, y decidió abandonar la ciudad con sus seguidores. Su destino fue la ciudad de Yathrib, que luego pasaría a llamarse Medina. La migración se produjo en el año 622 de la era común, en lo que se dio en llamar la Héjira y que marca el año 0 del calendario musulmán.
En Medina la difusión de la nueva religión fue exitosa y el número de fieles aumentó rápidamente.
Al cabo de varios años de prédica, negociaciones e incluso enfrentamientos armados, el movimiento islámico naciente logró ampliar su área de influencia a otras zonas de Arabia, incluyendo la propia ciudad de La Meca.
Mahoma murió en el año 632, y dejó un sistema religioso y una comunidad organizada de creyentes que a su muerte se dedicaría a difundir sus enseñanzas.
Al principio las revelaciones de Mahoma y sus dichos fueron tan sólo registradas en la memoria de sus seguidores y cronistas siguiendo el estilo de la antigua poesía árabe.
A medida que pasaban los años resultaba imperativo registrar las palabras del Profeta de todas las fuentes posibles.
Veinte años después de la muerte del fundador se organizó un libro, el primero escrito en lengua árabe, que se denominó Corán (o Qur’an), que quiere decir “lectura” o “recitado”.
A diferencia de la Biblia y el Talmud que han sufrido modificaciones a lo largo del tiempo, el Corán ha permanecido inalterado desde su primera redacción representando no sólo el fundamento de la religión musulmana sino también la base del lenguaje árabe clásico en todas las naciones donde se usa dicha lengua.
El Corán predica la existencia de Alá, su misterio inaccesible, su unicidad y omnipotencia. De acuerdo al Corán, los artículos de fe del Islam son la creencia en un solo Dios, en los ángeles, en los libros revelados, en el Profeta Mahoma y en el Día del Juicio Final.
Los musulmanes tiene cinco deberes obligatorios, los “cinco pilares” del Islam. Son la profesión de fe, las cinco oraciones diarias, el pago del zakat (equivalente a “limosna”), el ayuno en el mes lunar de Ramadán (que quiere decir “abrasador”) y el peregrinaje a la Meca.
La profesión de fe se expresa en la frase árabe “la ilah illa’ Allah: Muhammad rasul Allah” que se traduce “No hay Dios sino Alá, Mahoma es el mensajero de Alá”.
Proclamada en voz alta con una comprensión y aceptación completa de su sentido transforma en musulmán a cualquier persona que la pronuncie.
Las oraciones diarias son cinco, que se llevan a cabo al amanecer, al medio día, a la media tarde, a la puesta del sol y a la caída de la noche. Los creyentes deben lavarse manos, pies y cara antes de rezar enfrentados hacia La Meca. Las oraciones se pronuncian en lengua árabe independientemente del idioma que hable la persona que reza..
El zakat (traducible literalmente como “purificación”) se ha vuelto una caridad obligatoria o impuesto que legitima a nivel religioso y legal el derecho de propiedad de las personas.
El ayuno es requerido durante el mes lunar de Ramadán
Durante este período del año está prohibido consumir alimentos o bebidas y tener relaciones sexuales a partir del amanecer y hasta la desaparición del último vestigio de luz en el atardecer.
El peregrinaje a La Meca o hajj es una obligación para todos los musulmanes aunque sea una vez en la vida. Durante el hajj el creyente debe ponerse dos túnicas sin costuras, caminar descalzo y no cortarse la barba, el pelo o las uñas. El peregrino debe visitar la mezquita sagrada, besar la Piedra Negra, caminar alrededor de la Ka’ba , ascender y recorrer el camino entre el Monte Safa y el Monte Marwa siete veces, escuchar un sermón en el Monte Arafat, arrojar piedras en los 3 pilares en Mina, y tomar parte de un sacrificio ceremonial.
Aparte de los cinco pilares de la fe, la práctica más importante de la fe islámica es la shari’a, una forma integral de vida ordenada por Alá.
En su acepción beduina original shari’a quiere decir “el camino hacia el lugar del agua”.
El Día del Juicio Final depende de la resurrección del cuerpo. Los infieles condenados que van al infierno deberán pasarse la eternidad sufriendo varios grados de tormento. Suplicarán por agua y se les negará.
En el paraíso, en cambio, todo es vida y placer, los ríos fluyen entre jardines floridos, la vida transcurre entre banquetes de frutas y ambrosía, y son acariciados por esposas de pureza inmaculada.

Los primeros califas
Durante los últimos años de la vida de Mahoma, desde el 622 al 633 de la era común, el principal consejero del profeta fue su suegro, Abu Bakr.
Al morir Mahoma, los fieles de Medina lo eligieron khalifat rasul-Allah, el califa, sucesor del mensajero de dios.
A pesar de su título, el califato no fue una posición de privilegio religioso. Podía dirigir en carácter de imán en la ceremonia de oración de los viernes (ium al juma o día de la reunión) aunque cualquier musulmán podía desempeñar esa función. En los hechos, el califa era el protector de la fe. La naturaleza del cargo era sobre todo militar y política.
Para asumir el califato, Abu Bakr debió enfrentar la resistencia de los seguidores de Ali, yerno de Mahoma (casado con Fatima, hija del Profeta), quienes argumentaban que la posición de califa sólo podía ser trasmitida por vía de la sangre, y no por la elección, como sostenían los partidarios de Abu Bakr.
Las primeras tareas del nuevo califa fueron, en el Najd, apagar la revuelta de las tribus beduinas y, en el Hejaz, controlar la rama aristocrática del clan Qurayshi, conocidos como los Omayades.
Inesperadamente, apenas un año después de su designación, Abu Bakr murió, siendo nombrado en su lugar el califa Omar quien asumió el poder con el título de amir al-mu’minin (comandante de los fieles).
Durante los primeros años del califato de Omar las noveles fuerzas musulmanas desencadenaron avances en varios frentes. En el año 637 derrotaron a los persas en Kadisiya, conquistaron la mesopotamia iraquí y continuaron avanzando por el territorio de Persia hasta la caida final del Imperio en el año 651.
En 638 lograron apoderarse de Jerusalén abriendo el camino para la ocupación de Palestina primero, y luego de Siria.
Un año después, las fuerzas islámicas, comandadas por Amr ibn al-As, se dirigieron a Egipto arrebatando Heliópolis y Alejandría de manos bizantinas en los años 640 y 641. La conquista del resto de Egipto, los territorios de Nubia al sur, y la Cirenaica y Tripoli al oeste, ocurrieron durante los siguientes cuatro años.
Al morir asesinado Omar, en el año 644, los dos aspirantes a sucederlo eran Ali, y Othman, quien era casado con otra hija de Mahoma, Ruqaya.
El cónclave de los fieles eligió a Othman, y Ali fue nuevamente relegado.
Durante su califato de 6 años Othman continuó las políticas expansionistas de sus predecesores hasta que fue asesinado en el año 656.
La muerte de Othman dio lugar a una lucha por el poder entre Ali, quien fue elegido por ciertos sectores como califa, y Aisha, la viuda de Mahoma e hija de Abu Bakr, quien procuró evitar su ascensión al poder. Algunos líderes se opusieron al nuevo califa, mientras que otros lo apoyaron. Al cabo de cinco años de inestabilidad, Ali también fue asesinado (661).
Fue en ese momento que se desencadenó el principal cisma del movimiento islámico que habría de durar hasta nuestros días.
Los seguidores del califa muerto fundaron el movimiento shi’ah Ali (el “partido de Ali”) que sostenía que sólo Ali y sus descendientes podían ser verdaderos califas. Con el tiempo los shi’ah o shiitas desarrollaron su propia línea religiosa que se impondría en ciertas regiones del mundo musulmán, particularmente en Irán, y a lo largo de los emiratos de la costa del Golfo.
Los otros musulmanes se autodenominaron sunnis o sunnitas, o sea los seguidores del “camino” de Mahoma tal como era definido en las tradiciones registradas en el transcurso de la vida del profeta.
La división entre sunnitas y shiitas, que continúa en la actualidad, se expresa también en un enfoque diferente de la organización de la comunidad islámica. Para los shiitas, el califa debe ser infalible, e incluso hay algunas sectas shiitas marginales que sostienen que Ali es la encarnación de Dios. De acuerdo al movimiento shi’a el liderazgo carismático pasó de Mahoma a Ali, y de Ali a sus hijos Hasan y Husein, y por ende también a los descendientes de Husein. En el movimiento shiita también se desarrolló la creencia en la aparición próxima de un mahdi (“el que es divinamente guiado), un mesías que iba a aparecer para guiar o redimir la humanidad.
A pesar del fortalecimiento del poder shi’a en ciertas zonas del mundo islámico, la mayor parte de las poblaciones musulmanas permanecieron apegadas al poder y orientación de los líderes sunnitas.
Hoy, casi todas las poblaciones islámicas, desde Marruecos a Indonesia, se consideran sunnitas, con algunas excepciones alrededor de la zona del golfo, al Sur de Irak y en Irán.

Los kharijitas
Durante los años de inestabilidad provocada por la lucha por el poder del califato, se desarrolló una secta fundamentalista que se oponía tanto al lider Ali como al lider sunnita, Mu’awiya. Los adeptos de esta secta tomaron el nombre de kharijitas (“los que se fueron”). Los kharijitas adoptaron un sexto pilar de la fe: la guerra santa o jihad. Según los kharijitas el juicio de Dios solo podía ser expresado a través de la libre elección en toda la comunidad musulmana. Sostenían que cualquiera, incluso un esclavo, podía ser elegido califa si poseía la pureza moral necesaria. Del mismo modo, cualquier persona, incluyendo el califa, que cometiera un pecado mayor, podía ser sujeto al ostracismo y en los casos merecidos la propia muerte.
Se prohibían los juegos, la música y el concubinato sin el consentimiento de las esposas. El Corán fue adoptado en forma literal, e incluso desarrollaron su propio sistema legal y su colección de tradiciones (hadith).

Las ideas kharijitas sobrevivieron en los Ibadis del norte de Africa, Omán y Zanzíbar y tuvieron gran influencia en el desarrollo del movimiento wahabi de Arabia.
(continúa)
Extraido de "Una Clave de una Guerra de Culturas", Danilo Antón, 2001, Editorial Fin de Siglo.

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