martes, 3 de noviembre de 2015


El drama de Siria
Danilo Antón


Siria está viviendo un momento difícil.
Destrucción, guerra, muerte, orfandad, exilio, pobreza se han extendido al hermoso país de Oriente obligando a cientos de miles, incluso millones de personas a abandonar su tierra cuya economía está destrozada y la inseguridad y el peligro son una permanente amenaza.
Otra vez las potencias del momento, sobre todo los EEUU e Israel, pero también la Unión Europea, Rusia, Turquía, Irán y los estados petroleros árabes están dirimiendo sus enfrentamientos a costillas del pueblo sirio como ha pasado tantas veces en el pasado.
Las religiones de Oriente no ayudan. A pesar que los libros sagrados de musulmanes, cristianos y judíos hablan de paz y compasión, sus fieles parecen hacer todo lo contrario. Se matan los unos a los otros por poder, por territorio o simplemente debido a una enfermiza intolerancia.
Esto que ocurre en Siria no es novedad para este sufrido pueblo. Su historia está impregnada de conflictos, de sucesivas guerras y enfrentamientos, de destrucción de patrimonios e infraestructuras, de masacres de poblaciones civiles, de éxodos forzados, de campos de refugiados, de pobreza, de desempleo y condiciones de vida de elevada inseguridad.
Estas situaciones han impedido la generación de políticas de desarrollo a largo plazo por lo que no es extraño que millones de sirios escapen de su actual situación de extrema degradación, indigencia y peligro inminente.
Con todo, a pesar de esta larga sucesión de conflictos sangrientos, a menudo ocasionados por diversos grupos religiosos intolerantes o fanáticos (incluyendo musulmanes, cristianos y judíos) Siria ha dado a la humanidad hombres y mujeres de gran valor intelectual y ético.
Oriundos de Siria fueron los astrónomos medievales Sadia Habal y Posidonius, los matemáticos Domninus of Larissa y Philonides de Lodicea, los filósofos al Faradi, Zarmarus y Rashid ad-Din Sinán (el Viejo de la Montaña), el geógrafo al-Dimaschi y Constantin Zureiq, el historiador Khalil al-Muradi, las cantantes y artistas Amal al-Atrash y Fayza Ahmed, las novelistas Ulfat Idilbi y Colette Khoury y una larga lista de personalidades que vivieron en los últimos siglos. Para comprender un poco mejor la situación actual propongo una recorrida por el pasado.

Siria, un poco de historia
Desde tiempos históricos tempranos la región siria fue un foco de civilización en el Mediterráneo Oriental. En Siria se han encontrado testimonios arqueológicos de algunas de las culturas urbanas más antiguas que se conocen, como la cultura Mureybet en el norte del actual territorio sirio. Desde el siglo XIII a.e.c. se establecieron en el litoral los grupos arameos conocidos como “fenicios”. Fue allí que se desarrollaron varias ciudades-estado fenicias (Amrit, Simyra, Arwad, Paltos, Ramitha y Shuksi) extendiéndose luego a todo el mar Mediterráneo hasta el norte de Africa (Cartago, Tanger), Italia (Génova, Venecia), Francia (Marsella), península ibérica (Cádiz, Málaga). El arameo de los fenicios de Siria fue la lengua madre que dio origen al primer alfabeto fonético (luego modificado por los griegos y de allí a todos los alfabetos latinos y cirílico-eslavos). Del arameo también derivan el idioma árabe y el hebreo. O sea que toda la escritura occidental contemporánea deriva de los fenicios de Siria.
El término Siria fue utilizado por primera vez por los griegos y abarcaba mucho más que el territorio del actual estado de Siria incluyendo el Líbano actual y extendiéndose hacia el este hasta Asiria en el norte de Mesopotamia (de la corrupción lingüística de Asiria sale el nombre Siria).
Siria formó parte del imperio macedónico de Alejandro y del reino helenístico seléucida. De esa época es la ciudad de Palmira que fue un centro político y cultural durante varios siglos. Sus ruinas son un importante patrimonio arqueológico (desafortunadamente destruidas en parte por el ejército fundamentalista de ISIS). Fue también una importante provincia romana a partir del siglo I y luego formó parte del Imperio Bizantino hasta que la expansión musulmana instauró su influencia político-religiosa. En la era islámica Damasco (actual capital de Siria) fue el centro político del Califato Umayad que regía un inmenso territorio de 15 millones de km2. En esa época las comunidades cristianas (que eran mayoría) tenían relaciones armónicas con el gobierno musulmán que era tolerante con los cultos de otras religiones.
En tiempos de las Cruzadas (siglos XI a XIII) el territorio fue testigo del enfrentamiento de los ejércitos provenientes del Occidente cristiano con fuerzas diversas que incluyeron a Saladino (de origen kurdo, fundó la dinastía de los Ayúbidas, originaria de Egipto), los mongoles y finalmente los mamelucos también provenientes de Egipto. En esa época se estableció el Principado (cristiano) de Antioquía. En el año 1400 Tamerlán invadió Siria saqueó Alepo y mató a la mayoría de la población de Damasco. A partir de fines del siglo XV se agotó el rol comercial de Siria como sitio de pasaje de las caravanas al Lejano Oriente debido a la apertura de las rutas oceánicas.
Luego de 1516 Siria pasó a formar parte del imperio otomano constituyéndose en provincia importante de los dominios turcos. Los otomanos respetaron la lengua local (árabe) y al ser musulmanes ellos mismos promovieron la religión islámica. Damasco se constituyó en un nudo comercial sobre todo para las caravanas de peregrinos que partían a La Meca.
Ante la derrota de los otomanos en la Primera Guerra Mundial, a principios del siglo XX, la provincia de Siria fue incorporada por las potencias europeas y el territorio pasó a ser administrado por Francia que recién resignó su control en 1941 cuando se estableció la República Siria.
La constitución del Estado de Israel en su frontera sur dio lugar sucesivos enfrentamientos de la República Siria con el nuevo estado judío.
El primero fue en 1948-9 llamado Al Nakba (el desastre) en que Israel consolidó sus fronteras norte y se afirmó como estado independiente.
Luego hubo enfrentamientos en 1964 y 1966 culminando en la llamada “Guerra de los seis días” cuando Israel se apoderó de las “Alturas del Golán” que estaban bajo soberanía Siria.
En 1973 estalló la Guerra del Ramadán (Yon Kippur) donde Siria, ya bajo la presidencia de Hafez Assad del Partido Baath, junto a otros estados árabes enfrentaron al ejército de Israel sin lograr derrotarlo. Sucesivas batallas aéreas y terrestres entre Siria e Israel tuvieron lugar en varias ocasiones durante las siguientes décadas.
En estas instancias Siria obtuvo el apoyo de la Unión Soviética primero y de Rusia después autorizando la instalación de una base en Tartus a partir de 1971.
En 2011, apoyada por las potencias occidentales (Estados Unidos, Unión Europea) estalló una rebelión armada de varios grupos opositores contra el gobierno de Bashar Assad (hijo de Hafez que había sucedido a su padre luego de su muerte en el año 2000).
Esta guerra civil dio lugar a un ambiente de gran inestabilidad donde diversos grupos aprovecharon para reclamar territorio y poder. Esta situación fue estimulada por la conflictividad en Iraq que no ha cesado desde la invasión de los EEUU.en el año 2003.
Uno de las principales organizaciones que ha sentado base en territorio sirio (y en el vecino Iraq) es el ISIS (Estado Islámico de Iraq y el Levante) organización fundamentalista extrema que ha tenido éxito implantando políticas de terror a través de ejecuciones sumarias, decapitaciones, lapidaciones y control estricto en las ciudades en donde impuso su dominio. Hay quien plantea que la Guerra en Siria así como la presencia de ISIS han favorecido sustancialmente la posición geopolítica de Israel debilitando al ejército sirio y creando una imagen muy negativa del mundo musulmán a nivel de la opinión pública mundial. Incluso existen versiones que Israel en sociedad con ciertas agencias de seguridad de Occidente han promovido de alguna manera el desarrollo de este movimiento. No sabemos el epílogo de esta historia. Esperemos, que por fin, luego de muchos siglos de violencia, destrucción y muerte, el pueblo sirio puede conseguir la paz duradera que merece.
D.Antón, 18 de septiembre de 2015

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